Historia de un desastre ambiental

, Medio Ambiente

Nacida como Pista Nacional de Remo, hoy cloaca a cielo abierto. La instalación de fábricas en la cuenca del río Reconquista, así como el crecimiento de asentamientos y núcleos poblacionales de sectores medios, produjo el agravamiento de inundaciones y la contaminación de aguas y suelos. Durante décadas, la situación fue empeorando. El Municipio de Tigre recibe la contaminación acumulada a lo largo de los 50 kilómetros que recorre el río y la Pista Nacional de Remo es reflejo de esa situación.

        El Reconquista es un río de llanura cuyas características no fueron tenidas en cuenta en el momento de ocupación de su cuenca que afecta 18 Municipios y a más de 4 millones de personas de manera directa y a 12 millones, indirectamente. El río nace en Moreno y llega a Tigre, donde desemboca en el río Luján, tributario del Río de La Plata.

        Si en un principio el problema generado en su vasta cuenca (1600 kilómetros cuadrados) eran las inundaciones, a medida que más industrias se establecieron en ella – sin ningún tipo de control – problemas de mayor gravedad se adueñaron de la zona. En la actualidad, la contaminación industrial y cloacal – también la ocupación residencial se realizó sin ninguna planificación – ponen en peligro la salud de todos los pobladores de este vasto territorio.

        Como la cuenca fue creciendo en problemas, siendo Eduardo Duhalde gobernador, en 1993, se sancionó la ley 11.497 por la cual se autorizó al ejecutivo provincial a endeudarse en 250 millones de dólares para financiar el proyecto de Saneamiento Ambiental y Control de las Inundaciones en la Cuenca del Río Reconquista. Ya se había entendido que las inundaciones eran recurrentes y encima venían con aguas cada vez más contaminadas, grave amenaza para la salud de la población que, en muchos casos, se asentó en los márgenes de arroyos y sobre montañas de basura.

        En 1997, por ley provincial 12.653, se creó el Comité de Cuenca del Río Reconquista (COMIREC). “Ésta es una figura que se crea a los efectos de superar problemas jurisdiccionales y tiempos políticos”, explicó Martín Nunziata, vecino isleño que lleva 43 años ocupándose del tema del saneamiento del Reconquista.

        El mencionado objetivo no se logró: cada vez que hay nueva gestión política, se recomienza todo y “los organismos del Estado provincial -ADA, OPDS- trabajan cada uno por su lado cuando en realidad deberían trabajar todos subordinados al Comirec”.

        Desde la época de la dictadura cívico-militar hasta la actualidad se fueron acumulando denuncias por la gravedad de la contaminación de la cuenca. “Llegamos a la Corte Suprema de la Nación que se declaró incompetente”, señaló Nunziata.

        En el 2007, el Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, en el Informe Especial Cuenca del Río Reconquista, reconoció el alto grado de deterioro de la calidad de sus aguas como resultado de: “a) efluentes industriales; b) efluentes y residuos domiciliarios; c) residuos de sustancias de uso agropecuario, como también de prácticas consuetudinarias no sustentables y de la ausencia de controles estatales adecuados para su prevención o corrección”. Advirtió asimismo que la contaminación del Reconquista impacta sobre el Río de La Plata, fuente de provisión de agua de millones de personas.

        “La contaminación que, a través del río Luján aporta a la faja costera del Río de La Plata, es decir de donde se saca el agua para potabilizar, es de un 30%. Esto dicho por Aysa”, especificó el entrevistado que, como dato de color, recordó: “Antes de ser intendente (Sergio) Massa y gobernador (Daniel) Scioli, firmaron públicamente que iban a hacer el saneamiento del río Reconquista”. Cada uno tuvo dos mandatos y “no hicieron nada, al contrario, empeoramos mucho porque creció el parque industrial”.

        Las organizaciones de la sociedad civil convocadas por el Comirec han señalado mil veces que se debe trabajar sobre las causas, es decir ir al origen de la contaminación. “Nosotros pedimos una red de monitoreo que permita saber en tiempo real qué empresas contaminan”. Obviamente, en la actualidad no hace falta tener un ejército de inspectores, la tecnología permite controles más específicos y efectivos y, en definitiva, a mediano plazo, más baratos. Sin embargo, para esto no hay plata. El dinero de los préstamos internacionales, que pagamos todos y todas, siempre va al pago de consultorías externas que se llevan millones de dólares porque esos tipos no son como los laburantes argentinos: sus sueldos se cotizan muy bien.

        Martín Nunziata, con 40 años menos, era bastante ingenuo. Por aquel entonces se unió a un programa internacional que se llamó A Limpiar el Mundo. “Levantar la basura al final no sirve de nada. Nosotros aprendimos que hay que empezar por el origen”, dijo hoy que ya está cansado de tanta mentira.

A otro perro con ese hueso

        A principios de la década del 70, se construyó con fines deportivos la Pista Nacional de Remo, cuyas tierras fueron donadas por Pacheco Alvear, en 1968, a la Municipalidad de Tigre que, por Ordenanza 742/72, estableció que allí se harían deportes náuticos de nivel competitivo; en la norma también se estableció que podría utilizarse como aliviador de inundaciones en situaciones críticas.

        En 1985, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires resolvió una gran inundación destruyendo el vertedero que aislaba el curso del río Reconquista de la Pista Nacional de Remo. Pasado el tiempo, ese curso de agua artificial se transformó en un aliviador permanente del río Reconquista y las aguas hediondas y la basura sobrenadante se transformaron en el paisaje habitual de la Pista Nacional de Remo.

        En 2016, remeros olímpicos iniciaron la campaña Limpiemos el Reconquista. Hace un mes, otros jóvenes también organizaron una campaña de limpieza. Es entendible que los jóvenes quieran conmover a quienes deben tomar decisiones, pero que viejos concejales tigrenses y funcionarios públicos desafíen al frío polar para llenar bolsitas de basura, es una ingenuidad poco creíble. Podrían ayudar mucho más desde sus puestos de trabajo si apoyaran a las organizaciones de la sociedad civil y exigieran que se cumplan las normas, decretos, ordenanzas, informes, etc., etc. que, desde hace décadas, sólo se escriben para que los organismos internacionales otorguen créditos (seguiremos informando).

Por Mónica Carinchi

Deja una respuesta