Para el oficialismo, el resultado de las elecciones fue un mazazo y conviene hacer un análisis menos apasionado para no deprimirse y ver cómo seguir.
La campaña tuvo momentos épicos que permitieron revertir los resultados de las PASO. Pero para ello hubo que llevar los argumentos al máximo y plebiscitar los Derechos Humanos y la democracia misma. Al perder, cundió la desesperación y hay quienes concluyen que prácticamente estamos en una dictadura con escuadrones de la muerte brasileños paseándose por las calles. De nuevo, resurgen los enfoques de tipo “el pueblo es facista” o “estúpido”, o su versión más suave “el pueblo nos odia”. Afortunadamente esto no es así, como lo explica Jorge Altamira en esta entrevista. Lo que faltan son autocríticas, en especial de los responsables de esta situación.
La presidencia de Alberto Fernández fue visitada por los cuatro jinetes del Apocalipsis: pandemia, guerra, sequía y el FMI de Mauricio Macri. Pero también es cierto que se cometieron múltiples errores, contramarchas como Vicentín, procrastinación, declaraciones altisonantes que inspiraban memes y una interna abierta como una serie de Netflix. La noche misma de la derrota, una importante dirigente de La Cámpora pontificó sobre el resultado y recibió decenas de insultos en twitter. Todo sobre la hornalla sofocante de la inflación y la inseguridad. Fue un gobierno malo y cuando gobernás mal, perdés.
Hubo compañeros que advirtieron esta situación tempranamente. En julio de 2022, LetraP publicaba esta nota donde Andrés Larroque (ministro bonaerense de Desarrollo de la Comunidad) advertía que “El Conurbano no da más y solo le ponemos curitas”. Se basaba en reflexiones propias que se remontan a junio de 2020, como este artículo de la revista La Tecla titulado: “El Conurbano no resiste más”. Un artículo terminaba así: “En términos políticos, si no tomamos medidas para recomponer el vínculo con esos sectores sociales, las consecuencias (para el peronismo) van a ser graves y profundas”.
A pesar de esta “crónica de una muerte anunciada”, como Martín Rodríguez sintetiza la derrota, el peronismo salvó los trapos. El hambre de gol de Sergio Massa, la campaña del miedo ejecutada por el mismísimo Javier Milei, las internas de Juntos por el Cambio y sobre todo la militancia peronista bonaerense (que estuvo a punto de convertirse en héroe) llevaron al oficialismo a la gran final del domingo 19. Perdimos, pero estamos concluyendo el mandato y no salimos terceros. Un gran logro, considerando que en julio de 2022, el ministro de Economía Martín Guzmán renunciaba en medio de una corrida y de un discurso de la vicepresidenta.
Asimismo, Milei y Macri derrotaron a un gran frente social, que va desde las feministas hasta la Iglesia Católica, desde el periodista Ernesto Tenembaum hasta el periodista Jorge Fontevecchia. La CGT y el Grupo América cuya vocera fue Pamela David. El Conicet y hasta Moria Casan. Las posibilidades para un nuevo frente policlasista son mayúsculas.
No es el único mérito. La reelección del gobernador fue un batacazo y se recuperaron distritos muy difíciles como La Plata, Bahía Blanca, Olavarría, Azul, ¡Punta Alta!. Un récord de 84 municipios donde además se pueden sumar como aliados los vecinalistas de Necochea y Villarino. Un periodista especialista en la provincia, Facundo Cottet, se animó a titular en Infobae a Axel Kicillof “como un incipiente líder del peronismo para la etapa que viene”.
Es cierto: el gobernador queda como el peronista al frente del distrito más grande del país, revalidado por 4,2 millones de electores y casi un centenar de alcaldes. En toda la historia, solo hay dos antecedentes de convivencia de un gobernador peronista con un presidente no peronista: Raúl Alfonsín con Antonio Cafiero entre 1987 y 1989 y Fernando De la Rúa con Carlos Ruckauf entre 1999 y 2001. Una comparación con esas experiencias sería demasiada forzada, pero es cierto que fueron referencias ineludibles del peronismo de su momento.
Según adelantó el presidente electo, no habrá gradualismo y perseguirá judicialmente a quienes se le opongan. Una fórmula de ajuste y represión que ha fracasado tres veces: dictadura, delarruismo y macrismo. Según cómo el peronismo se cure de su narcisismo y confronte con el cuarto neoliberalismo, llegarán las alegrías futuras.
Por José Cornejo
Agencia Paco Urondo
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