A desandar 5 siglos

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Acto por la Semana del Indio Americano. En la plaza de Benavídez, el Movimiento en Defensa de la Pacha organizó, el domingo 24 de abril, una actividad de visibilización de la existencia de los indígenas urbanos de Tigre. Además de compartir actividades artísticas, se informó a los concurrentes sobre reclamos y logros de las comunidades indígenas y se levantaron firmas para cambiar el nombre del Paseo Victorica.

 

El 19 de abril de 1940 se realizó en Patzcuaro, México, el 1° Congreso Indigenista Interamericano, con el objetivo de salvaguardar las culturas indígenas de este continente. A partir de entonces, la OEA instituyó esta fecha como Día del Indígena Americano con el objetivo de resaltar el valor de las culturas originarias de los múltiples pueblos que hicieron frente a la invasión europea y lograron sobrevivir a ella.

Entiéndase bien, al hablar de invasión europea no hacemos sólo referencia a la perpetrada por la corona española a partir de 1492; también invadieron este continente ingleses, portugueses, franceses y sigue la lista. La entrega de tierras a compañías extranjeras en la Patagonia y norte argentino a fines del siglo 19 forma parte de la invasión territorial y de la continuación del exterminio de pueblos originarios.

Para reescribir toda esta historia, en los últimos años, los propios descendientes de aquellos indígenas perseguidos y acorralados, se decidieron a visibilizar esas matanzas y también su cultura que retoma costumbres ancestrales.

“Los que escribieron la historia son los Mitre, los Roca, los Victorica. Se entiende, entonces, la ignorancia y confusión de todos los compatriotas que piensan que ser indio es algo malo, se ve incluso en originarios que, a veces, reproducen formas de discriminación y racismo. Esto es parte de una educación porque hasta ahora los aparatos ideológicos del Estado completaron el genocidio con un etnocidio, es decir que se intenta matar en vida la cultura de los pueblos originarios. Pero no se puede tapar el sol con una mano”, dijo Valentín Palma Callamullo, integrante del Movimiento en Defensa de la Pacha.

 

Otra realidad

El domingo 24 de abril, el Movimiento en Defensa de la Pacha realizó en la plaza de Benavídez un encuentro para festejar la Semana del Indio Americano y también para dar a conocer reclamos de los pueblos originarios en general y, puntualmente, de los vecinos indígenas de Tigre. “Esta es una actividad para acompañar, apoyar y ayudar a la comunidad Chara que está tratando de conseguir su personería jurídica y todo lo que el Estado debe reparar”, explicó Valentín.

La actividad incluyó un taller de guaraní, una muestra fotográfica del grupo GUIAS de la Universidad Nacional de La Plata, música, artesanías, reparto de volantes y recolección de firmas para cambiar el nombre del Paseo Victorica. Todo esto mientras Féliz Palavecino, ayudado por los niños presentes, realizaba una bandera-mural que fue obsequiada a la comunidad Chara.

“Le estamos ofreciendo a la gente una propuesta cultural y comunicacional para que conozca otra realidad, por ejemplo los mapas de esta zona que muestran la toponimia con nombres originarios”, informó el entrevistado.

En la tarde un tanto desapacible, los vecinos fueron llegando. “Me enteré por facebook y vine. Lo que ellos están difundiendo no se conoce, por ejemplo quién fue Victorica. Me interesa porque es una lucha justa”, dijo Florencia, que le cedió la palabra a un amigo, Víctor Caamaño, llegado de Santiago del Estero: “Soy descendiente de una comunidad. Allá también hacemos estas movidas porque hay estatuas o nombres de calles que son de genocidas de indígenas. En Santiago durante mucho tiempo esto estuvo silenciado, pero ahora está cambiando. En las bandas de folclore están muy presentes estos  temas”. Víctor nos despidió diciendo: “El quichua no debe morir”.

A una artesana que domingo a domingo va a la plaza, se le notaba la alegría en el rostro. “Cuando los vi, les pregunté si me podía acercar con mi puesto y me dijeron que sí. Nos estamos enterando de cosas muy interesantes”, dijo Silvana y sus hijos, que la acompañan en el puesto, asintieron.

Después de leer los volantes, algunas personas solicitaban más información, acudían a ver la muestra fotográfica, se notaba el asombro en sus rostros. “En Argentina hay cosas que se han naturalizado, entonces hay que des-educarnos, sacarnos todas las mentiras que nos metieron los que justificaron el genocidio y el robo de las tierras, riquezas y la vida de nuestros ancestros. Tenemos que desandar eso, tenemos que limpiar 5 siglos de basura. Es lento, pero viene”, aseguró Valentín.

Atraído por los carteles “Basta de Countris”, un matrimonio se acercó y comentó que “los barrios más humildes sufren; se han asfaltado algunas calles, pero en los barrios humildes no hubo cambios”. La realidad presente es advertida por los vecinos del lugar que no se dejan engañar por un maquillaje renovador. “Me estoy informando sobre estos temas porque me interesan. Sobre esto no hay difusión. Me parece que el reclamo por las tierras es justo”, dijo un joven de 19 años.

Las palmas y el baile fueron surgiendo porque los ritmos típicos de América despiertan las ganas de expresar la emoción del encuentro.

“En el AMBA no somos 3 gatos locos, me animo a decir que somos millones de originarios que ocultan su cultura. Hay un gigante dormido. Al Estado, rehén de una elite minoritaria parásita, no le interesa avivar a esa población, porque si ese gigante se despierta, tendrá que reparar a esa población porque esto no es una cuestión folclórica, es una cuestión de derechos que tienen que ser reparados”.

Terminada la música, se le entregó a Santiago Chara la bandera-mural. Valentín, entonces, recordó a Irene, compañera de Santiago, que el día anterior había sufrido un accidente. “Ojalá que te hayan llegado por los vientos algunos de estos sonidos, Irene, y la energía para que te recuperes pronto”.

Cuando la sombra empezó a caer sobre la plaza, los organizadores de la actividad comenzaron a guardar todo. “Nuestro trabajo es a pulmón, lo hacemos con nuestro dinero y nuestro esfuerzo y con mucho orgullo, no con recursos robados. Porque la elite minoritaria y parásita enseña sólo esas formas. Sus hijos y nietos les van a pasar factura”.

En este país pluricultural, los vecinos de Benavídez tuvieron la oportunidad de escuchar otras voces, voces hermanas que, seguramente, el viento, que también estuvo presente, se encargará de llevar muy lejos.

 

Irineo Godoy es un artesano que pasó, como él dice, por varios rubros: macramé, alpaca, caña, hasta que se encontró con la cerámica. “Al principio no sabía qué hacer, no quería caer en las cosas tradicionales”.

El padre de Irineo es guaraní; su mamá, salteña. Se puso a buscar, entonces, por sus raíces. “Mi profesora Norma Reina me guió por la cerámica originaria de nuestro país. Me pasó diseños, me regaló un libro mapuche, con eso no me identifiqué, aunque igual me gustó mucho”.

Irineo siguió buscando, indagó sobre la cerámica del noroeste y guaraní. “Le pregunté a mi profesora si estaba mal copiar diseños y al mismo tiempo jugar un poco con eso. Me respondió que está bien interpretar una pieza y ponerle una impronta personal”.

Ese “permiso” lo liberó de preconceptos y lo encaminó hacia sus propias creaciones. “Me nutrí mucho en los libros. Después fui a Punta Querandí a tomar talleres con gente que vino del norte y enseñó cómo hacer la propia arcilla. También les pregunté a ellos si estaba mal usar los diseños ancestrales y me dijeron que está muy bien difundirlos. Me alentaron a seguir”.

A través de sus piezas de cerámica, Irineo se propone contar una historia. “Yo pongo mi pequeño grano de arena; cuando la gente me pregunta, yo le cuento”. Y eso hizo en la plaza de Benavídez.

Para su emprendimiento no quiso un nombre en ninguna lengua originaria, porque no le parecía auténtico; a través de un sueño se encontró con él: Piel de Barro.

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