“El progreso es el de Alemania, el nuestro es un progreso sudaca”

, Sociales

Llegó, movilizó la parroquia y ahora parte a Benavídez. El párroco Juan Martín Dilernia se va de Tigre Centro con un saldo positivo: amplió el complejo educativo Don Orione y consolidó un equipo de trabajo. Habló sobre el mensaje del Papa Francisco que convalida el accionar cotidiano de la iglesia y sobre los funcionarios que, antes de actuar, deben estudiar.

 

Un día llegó a la parroquia San Francisco de Asis y la encontró adormecida. “La actividad estaba un poco muerta. Había que articularla con la obra educativa, porque a veces la comunidad cristiana busca canalizar su aporte y llega a lugares ajenos a su parroquia”, dijo Juan Martín Dilernia, el párroco que estuvo al frente de esta parroquia de Tigre Centro durante 8 años.

Se puso, entonces, un objetivo: ampliar la estructura educativa. Lo logró: al centro de capacitación laboral y escuela secundaria ya existentes, se sumó el primario, sobre la calle España.

“Se construyó el primario, gimnasio, quinchos, baños, aulas y laboratorios para el secundario. Todo se hizo con la recaudación de festivales, cenas, shows, colectas”. Lo que también logró construir fue una red entre padres, docentes y voluntarios que trabajaron conjuntamente para concretar su propuesta. “Los eventos demandan mucho trabajo, así la gente se conoce a partir de colaborar con un objetivo concreto que apunta al bien de la comunidad”.

La integración de padres – docentes – voluntarios parroquiales se concretó, por eso, desde mediados del 2017, Juan Martín empezó una tarea paralela en la parroquia de Benavídez. “Aquí ya todos tienen la camiseta puesta”.

Con esta tranquilidad, aunque ya pensaba jubilarse – “tengo 35 años de aporte” – se puso otra misión sobre su espalda: gestionar la parroquia de Benavídez.

 

Hacia Benavídez

Con unos 60 mil habitantes y realidades sociales muy diversas (asentamientos, barrios humildes, sectores medios, barrios privados), la parroquia de Benavídez fue atendiendo las necesidades de los sectores más vulnerables; actualmente tiene dos centros de infancia, uno en El Arco y otro en La Esperanza; una escuela especial; Casa Abierta, donde funcionan 18 programas, desde fábrica de pastas hasta tratamientos para personas con adicciones; casa Cura Brochero, donde se hacen retiros y colonia de verano. “Todo esto es obra para personas sin recursos, por lo tanto hay que sacarlos de otro lado para sostener la actividad. A veces la gente dice ‘el cura da misa y se va a dormir’, pero no es así”.

Entre sonrisas por el comentario y aceptando que la jubilación tendrá que esperar, la conversación incorporó otros temas.

 

Hay que estudiar un poquito

Ya partiendo de Tigre Centro, Juan Martín se va con la tranquilidad de que la escuela ha logrado un buen concepto, “por algo este año (2017) se anotaron 400 chicos para primer año”. La mayoría de ellos no son de la zona: “El 80% son de Rincón y los otros de Pacheco, Carupá, Benavídez y San Fernando. Este es un barrio de gente vieja”, remarcó.

Si bien la zona tiene poca población de niños y adolescentes, los jóvenes están llegando debido a la eclosión de edificios, lo que hizo que el barrio sea menos vecinal y “eso es una lástima”. También es un problema: “Hacen 20 mil departamentos y sigue la misma estructura eléctrica, el mismo sistema de cloacas, la misma capacidad de estacionamiento. Había un hospital con 200 camas, lo cerraron y construyeron uno con 120 camas y ahora Tigre tiene 400 mil habitantes”.

Mientras que funcionarios y algunos arquitectos dicen que el progreso es la ciudad creciendo hacia arriba, ellos se mudan a countrys donde se privilegian los espacios verdes y sólo hay casas.

“Estuve en Alemania y vi pueblitos de 5 o 4 mil habitantes, en cambio nosotros nos aglomeramos en un lugar, somos 20 millones todos juntos y después no hay Estado que pueda resolver los problemas. El progreso es el de Alemania, el nuestro es un progreso sudaca”.

¿Hacen falta más datos? Los hay: “Acá no hay dónde tirar la mierda, todavía se está llevando a Berazategui, con bombas; acá, en zona norte, no hay una planta de tratamiento cloacal. Acá todo es carísimo, todo es impuestos, todo es un problema. Hay que estudiar un poquito qué es progreso. No gobiernan para el bien común, gobiernan para intereses”.

Además de tener que gobernar para el bien común, la complejidad de la vida contemporánea requiere conocimientos específicos. “Hace muchos años discutí con Massa por el puente de La Ñata. Le dije que no lo hiciera. Yo viví ahí 10 años y nunca cerré la puerta con llave, dejaba la bicicleta afuera y nunca me tocaron nada. Naturaleza y pasto, pajaritos, chicos jugando en la calle todo el tiempo, es decir eso por lo cual se paga altas expensas en los barrios privados, ahí es gratis, es la vida normal, todo el mundo se conoce. Todo eso positivo, calidad de vida, se pierde con el puente. Massa decía ‘yo voy a poner dos policías en el puente’. Bah, lo mandé a estudiar”.

Evidentemente el progreso que nos están proponiendo los funcionarios locales, dista mucho de serlo: talar árboles para colocar cemento en su lugar; “poder” árboles que nos otorgan oxígeno y sombra; destruir enredaderas que alegran nuestras vidas es propio no sólo de personas ignorantes, sino también insensibles. Sumado a esto, festejar el día de la Virgen y desoír las palabras del Papa Francisco sobre la necesidad de cuidar la casa común, huele a cinismo. “El Papa habla de la ecología integrada con lo social, por eso habla del capitalismo que mata gente y contamina la vida”.

 

Con olor a oveja

El Papa gritó, ante miles de jóvenes: “Hagan lío”; Juan Martín tradujo: “Hay que meterse”.

Francisco le ha impuesto a la iglesia católica una impronta de actualización.

“El Papa convalida una realidad que ya existe. A veces la gente reduce a la iglesia a lo que ve en los medios, pero la iglesia tiene una vida propia en cada lugar y permanentemente hace el esfuerzo de responder, con su mensaje y su misión, a la realidad de cada lugar. Lo que dice el Papa, uno lo está diciendo y haciendo hace años, por ejemplo la comunión de los divorciados. Todo el mundo estaba pendiente si el Papa iba a autorizar que los divorciados comulguen, ¡hace 40 años que comulgan los divorciados en mi parroquia! Si a una persona le fue mal y armó otra familia, Dios qué pide, que esté bien con la nueva familia, que sea buena madre, buen padre y adelante, listo. Cuando habla de familia, el Papa es consciente de que ya no se puede pensar en un modelo que se instaló en occidente en la época de nuestros abuelos y esto no es algo nuevo en la práctica, salvo casos aislados de trogloditas que quieren ponerse en el lugar de Dios. Es decir que el Papa convalida una forma de vivir la iglesia todos los días en la mayor parte del mundo”.

Algunos temas con los que trabaja la iglesia diariamente: adicciones, discapacidad, maternidad joven. “Lo que hace el Papa, con mucha capacidad, es poner esa práctica en la pantalla (de los medios de difusión). Un ejemplo son los nombramientos de obispos: son curas que laburan hace 30 años con los pobres. Antes se privilegiaba a curas que tenían muchos estudios y esos tipos serán buenos para profesores, pero, para obispo, es un problema porque no tienen ni la experiencia ni la mentalidad para estar en una realidad que se debe acompañar. Cuando el Papa elige personas para gestionar las diócesis, las elige con ‘olor a oveja’ o sea gente que pueda llevar adelante su misión con un sentido humano, cristiano”.

Francisco está abriendo temas, postergados desde hace mucho: sacerdocio de las mujeres, celibato. Asimismo, privilegia la simplicidad de las formas: “Cuando asumió, lo llevaron a recorrer el palacio apostólico donde viven los Papas desde hace muchísimo tiempo. En chiste, dijo ‘acá podrían vivir 300 familias’ y se volvió a Santa Marta, donde hay habitaciones comunes”.

Juan Martín resaltó que estos son mensajes que muchos no entienden, quizás, pensamos, porque viven aturdidos por los gritos de las pantallas y los fuegos artificiales; mientras, él, sentado en su humilde cocina, se manifiesta contento con la nueva comunidad donde irá a trabajar y se despide de los tigrenses, seguro de que seguirán poniendo el hombro a la tarea educativa.

 

Foto: Juan Martín con su perro Sam

Deja una respuesta