“Hay mucha gente que nos acompaña”

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A la búsqueda de nuevas formas de representatividad. Luchas y logros de un grupo de vecinos que viven, de toda la vida, en villa Garrote. Trabajan para mejorar de verdad, por eso se oponen a la “política berreta”.

 

Paralelamente a la arrasadora década del 90 – disgregadora de lazos sociales y solidarios – y al descreimiento de las formas tradicionales de hacer política, en los primeros años de este siglo emergieron nuevos sujetos sociales que reconfiguraron el concepto de poder y representatividad. Desde los sectores más pauperizados, surgieron agrupaciones de vecinos que se han mostrado eficientes para resolver problemas de barriadas donde la mirada de los políticos llegaba únicamente en época electoralista. Algunas herramientas del gobierno nacional han servido, asimismo, a este fenómeno: “Somos vecinos de toda la vida de Garrote, pero nos conocimos más a raíz de participar en las cooperativas de Argentina Trabaja”, contó Marcela Creciente, voz y alma de Vecinos Solidarios, de villa Garrote.

 

Una zanja a cielo abierto

“Nosotros nacimos en este barrio”, dijo Elizabeth Laurito y fue señalando a otras compañeras de la agrupación. “Aspiramos a estar mejor, pero otros no, porque siempre vieron la basura ahí y no les molesta”, señaló Marcela, que, al mismo tiempo, aseguró que “no es una deshonra que la gente salga con el carro, pero seguramente los hijos pueden tener mejores condiciones de vida. Hay que concientizarlos, porque ellos pueden hacer algo distinto a sus viejos; ellos ya no tienen que salir a cirujear. O sea que, aunque seamos villeros, podemos salir de este círculo”. Y respaldó sus palabras recordando algunas de las políticas sociales del gobierno nacional – asignación universal por hijo, entrega de netbooks – que apuntan en esa dirección.

El tema de la basura ha sido – y es – un detonador en la vida de estos vecinos: “En el fondo del barrio había un basural inmenso, mucha gente vivía cerca de ese foco infeccioso. Nosotros vivimos adelante, pero también nos afectaba”.

A ese foco de contaminación se le agregó el barro, producto del dragado del canal: “Hace tiempo vino a instalarse una arenera que dragó. Sobre la ribera quedó una montaña de barro podrido casi dos años. Después de pelear y salir en periódicos, aparecieron las máquinas del Municipio, que aplanaron el basural y lo rellenaron con parte del barro y la otra parte se la llevaron”, contó Nahuel Fredes.

“Nos dejaron con la boca cerrada porque limpiaron el basural, pero llevaron toda la contaminación para arriba. Es decir que la gente ya no tiene la basura, pero está contaminada con la mierda del río”, sintetizó Marcela.

Los integrantes de Vecinos Solidarios saben que contaminan el río: “Nosotros tenemos cañería armada por nosotros mismos que va al río. O sea que, los que estamos un poquito mejor, contaminamos el río, pero no nos queda otra porque cloacas no tenemos. Los que están un poquito peor siguen con el pozo ciego y están los que no tienen nada, sólo una zanja donde se puede ver todo”.

Frente a esta descripción, cabe preguntarse si podrán convivir en estas condiciones con el megaproyecto Venice. Elizabeth, anticipándose, lanzó que “si eso se hace, a nosotros nos van a querer echar”.

Por su parte, Marcela sostuvo: “Va a pasar lo mismo que en Rincón, los barrios cerrados elevan los terrenos y, cuando llueve, la gente se llena de agua. Cuando venga una marea, a Garrote lo tapa el agua”.

También Nahuel intervino: “Llevar adelante un proyecto de esas características, donde funcionó el astillero Astarsa, es un insulto a los ideales de los obreros que pelearon por condiciones de trabajo dignas y una sociedad sin diferencias sociales”.

 

Acompañamiento vecinal

La villa Garrote no nació en el siglo XXI; es notorio que gestiones anteriores no se han interesado por estos vecinos que viven a 20 cuadras de la Municipalidad de Tigre. La actual gestión ha recuperado espacios verdes, ha asfaltado muchas cuadras, ha inaugurado boulevares y, sin embargo, Garrote sigue siendo un hueso duro de roer. “Nunca tuvimos una relación amable con el Municipio, siempre tuvimos que exigir. Nos dicen que hay barrios peores, pero yo vivo en éste y me interesa que la gestión trabaje acá. Por lo menos que vengan cuando les decimos que hay un problema”. Y Marcela recordó el tema de los parásitos, que generó dichos y entredichos y finalmente se resolvió con la intervención del Ministerio de Salud de la Nación.

“En aquella oportunidad Vecinos Solidarios hizo un trabajo importante, colaboramos en el operativo de desparasitación acompañando a los médicos y haciendo un censo”.

Del censo surgió que allí viven 700 familias, con un promedio de 6 personas cada una. “Se pueden encontrar familias que tienen 2 hijos y otras que tienen 11. Los más jóvenes son los que más hijos tienen. Hay campañas de prevención del embarazo, pero las pibas no toman conciencia”, explicó Marcela.

Otras acciones realizadas por la agrupación surgen de la articulación con variadas instancias: a través del Movimiento Evita consiguen carne a precios populares y también la garrafa social que “en invierno, es una salvación”; gracias a La Cámpora, pudieron hacer un operativo de ANSES, entregando 120 DNI.

“Todo lo hacemos porque queremos mejorar de verdad. Ahora seguimos reclamando por las cloacas”. Asimismo, el mejorado de calles y pasillos es algo urgente: “El Movimiento Evita confió en Vecinos Solidarios, por eso nos dieron el programa de las veredas. Para que esto salga, dependemos de que el Municipio haga las cosas bien, porque Nación no nos da la plata a nosotros ni al Movimiento, la recibe el Municipio y ellos nos proveen de materiales. Si en el medio se pierde algo, no es responsabilidad de nosotros ni del Movimiento Evita”, aclaró Marcela.

Es decir que próximamente podrían tener veredas; empezarán en los sectores donde viven personas con discapacidad. Pero todavía falta el agua potable – la red “transitoria” que tienen, se cruza con los caños de las cloacas; la luz eléctrica – “muchos vecinos piden pagar una cuota comunitaria” – y, desde luego, el mejoramiento de las viviendas.

Como se sabe, la Fundación Madres de Plaza de Mayo inició en Garrote la construcción de viviendas; al momento de detenerse el proyecto, “había 108 viviendas casi terminadas. ¿Por qué puso el Municipio en el cartel que ellos iban a entregar 180 viviendas? Se están atribuyendo algo que no hicieron. Los edificios estuvieron mucho tiempo parados. Ahora la municipalidad arrancó otra vez. Pero tomaron poca gente, va todo muy lento”, protestó Marcela. A esto, Nahuel agregó: “Malena (Massa) prometió que en 5 meses se iban a entregar las viviendas y ya pasaron casi 8”.

Además de gestionar aspectos tan importantes para la vida cotidiana, Vecinos Solidarios también festeja el día del niño: “Hacemos bailes y bingos para obtener recursos. Después vamos a Once a comprar los juguetes”. Tienen, también, un taller de murga y ahora están encarando la construcción de un SUM para realizar más actividades: “Cuando tengamos nuestro propio lugar, veremos si pedimos actividades al área de cultura del Municipio o directamente a Nación”, comentó Nahuel.

Las múltiples iniciativas desarrolladas por estos vecinos han generado un escenario tendiente a fortalecer el tejido social y la capacidad organizativa, propiciando la autorresolución de problemas y el involucramiento en las soluciones. En esta búsqueda, se han encontrado con los formatos tradicionales de la política: “Cuando nosotros empezamos a concientizar a la gente del barrio y mucha más cantidad de vecinos ya querían participar, vinieron con membranas, colchones. Para mí eso es política berreta, porque, para acallar a la gente, le daban un colchón. Siempre se manejan así, con los viejos punteros. Pero el barrio está de pie, hay gente que quiere trabajar y hacer las cosas de otra manera”, subrayó Marcela.

Y María González remató: “Los vecinos están contentos con nosotros porque, cuando baja algo, informamos a todos, hacemos afiches, vamos hasta el fondo a avisarles. Hay mucha gente que nos acompaña”.

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