¿Emprendimientos inmobiliarios sobre el Gambado?

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Los vecinos denuncian la desidia del Estado Municipal. Aún en contra de las ordenanzas existentes y de todos los discursos de los funcionarios, personas que no tienen permisos oficiales, han intervenido peligrosamente sectores de islas sobre el Gambado. Reuniones vecinales tanto en la isla como en la estación fluvial reclaman acciones municipales que pongan freno a la voracidad inmobiliaria.

 

En los últimos años, muchas personas han elegido el Delta tigrense para vivir de manera permanente, en especial sobre el Gambado, dada la cercanía con Tigre Centro. Esta elección implica, en todos los casos, un acomodamiento a las características del lugar: arremangarse cuando hay marea, convivir con el pajonal, respetar la fauna, aguantar las incomodidades propias de la isla. Si bien muchos siguen trasladándose a tierra diariamente, por trabajo y/o estudio, la mayoría preferiría no hacerlo y en esto está implicado el Municipio que no genera condiciones para que en la isla haya centros de salud, lugares de estudio y capacitación y propuestas laborales, acordes, por supuesto, con la vida isleña. La tan mentada riqueza de Tigre está librada a las buenas intenciones de algunos y a los despropósitos de otros.

El 24 de abril, un grupo de vecinos isleños se reunieron para organizar acciones en conjunto, ya que dos posibles emprendimientos inmobiliarios sobre el Gambado están transformando la geografía y, por lo tanto, sus vidas.

 

Tomala vos, damela a mí

A poco de avanzar rumbo al Sarmiento, sobre el Gambado, en su encuentro con el canal Buenos Aires, un cartel de Gilardoni dice “Vendido”. “Muchos vecinos dicen que el Hacoaj lo compró para construir cabañas. No sabemos si son uno o dos emprendimientos distintos. El terreno está totalmente intervenido, desmontaron, alisaron, rellenaron, abrieron cursos de agua. Si llega a venir una gran marea, seguramente los que viven enfrente van a tener agua adentro de sus casas”, estimó Mabel, un vecina que, como tantas otras, ha hecho sus reclamos.

“Nosotros tenemos gran respeto por los humedales”, dijo Rodrigo Molinos a este medio el año pasado cuando hacía campaña para ser elegido nuevamente como concejal. Esperamos que lea esta nota y se ponga rápidamente a ejecutar la detención de este atropello.

Siguiendo por el Gambado, a mano izquierda, sobre el arroyo Leber, una pequeña bahía era el relax de los remeros que, con nostalgia, recordaban el famoso vivero. Ya nada existe. A la bahía no se puede acceder; el terreno ha sido desmontado, la retroexcavadora ha trabajado aún con lluvia.

“Alrededor del vivero han hecho grandes modificaciones hace ya tiempo”, dijo Juan, “empezaron desmalezando, hasta que un día metieron la retroexcavadora”.

“Se fueron cayendo árboles, fue una gran tristeza. Un día se llevaron todas las cañas y se cayó un árbol sobe el Gambado”, dijo María.

“Si bien uno de los interesados en ese proyecto”, mencionó Santi, “dice que es sustentable, agroecológico y todas las palabras que quedan bien, la retroexcavadora y todo lo que se hizo hasta ahora no tienen nada de ecológico”.

Durante su campaña para ser elegido intendente, Zamora dijo a este medio: “Tenemos que continuar con el Plan de Manejo (del Delta). Ya están definidos los principios medulares: inundabilidad de los terrenos, alteos que no superen la lógica de inundabilidad, transparencia hidráulica, es decir que las construcciones sean palafíticas para que el agua escurra libremente”. Ante los hechos consumados en los dos casos mencionados, es evidente que esta declaración se quedó simplemente en palabras.

“En el Municipio no hay planos ni permiso de obra, ni estudio de impacto ambiental que, aunque fuera ecológico, lo debe tener porque es eso lo que va a determinar si es o no sustentable. Además, es necesaria una audiencia pública. O sea que no hay ningún paso legal cumplido. Si un vecino que vive en Tigre quiere hacer un piso arriba de su casa, por más propiedad privada que sea, hay que pedir permiso de obra y acá no hay ningún permiso. Sólo hay un permiso de desmonte para mensurar, sin máquina. Esto lo dijo Leticia Villalba”.

Quisimos comunicarnos con la licenciada, pero sus tiempos de funcionaria no incluyen comunicarse con los periodistas, qué pena.

“Cada vez que alguien ve la máquina trabajando, llamamos a Leticia Villalba. La hemos llamado millones de veces, se le han enviado mails, pero jamás ha venido a ver lo que pasa acá. Nos dijo que llamáramos a Secretaría de Inspección porque ella ya no podía hacer nada porque ya lo había clausurado. Llamamos a esa Secretaría y nos dijeron que ese día no podían llegar porque el agua estaba alta. Les respondimos que el agua no estaba alta porque nosotros vivimos en la isla y estábamos hablando desde acá. Entonces nos mandaron a llamar al servicio al isleño, de ahí a la delegación y así…”.

Queda claro que se van pasando la pelota unos a otros, nadie se hace responsable, nadie acude al llamado de los isleños y, mientras tanto, los filibusteros siguen haciendo su trabajito. Nos parece que los isleños que están pidiendo autonomía tienen mucha razón.

 

Fajas para la tribuna

Los vecinos quisieron aclarar que siempre se movieron desde lo legal y que “nadie irrumpió en el terreno, ni tocó ninguna herramienta ni máquina como se está acusando. Apelamos a todas las herramientas que da el Estado, aunque por ahora no están dando resultado”, manifestaron.

Dadas las denuncias vecinales, el Municipio puso una faja de clausura, pero “ese mismo día esa faja se cortó y las dos retroexcavadoras siguieron trabajando”.

“No vamos a permitir la construcción de ningún countri”, dijo Giannella durante la campaña. Es momento de demostrarlo.

“Veo que la Municipalidad no se mueve”, manifestó Osvaldo, “porque acá el desmonte sigue. Me acabo de enterar que el Municipio de Escobar está paralizando todos los countris y a nosotros nos dicen que ellos clausuran, pero no tienen poder de policía, entonces los tipos siguen laburando adentro y la faja está afuera”.

En su discurso de apertura de las sesiones del CD, Zamora expresó: “… son fundamentales las políticas de prevención en materia de salud y medio ambiente. Queremos favorecer un desarrollo sustentable”.

Muy preocupadas están las madres que viven cerca del arroyo Leber porque ven que “en un lote donde quizás podría haber 10 casas, se hacen 60 porque se rellena el fondo. A dónde van los residuos sanitarios? Esto va a ser una cloaca a cielo abierto; la vegetación que actúa como filtro ya no está, entonces la calidad de vida de todos se va a deteriorar”. Aquí Paesani tiene la oportunidad de poner en acto sus declaraciones: “… me reconforta mejorar la calidad de vida de los vecinos todos los días, desde lo más pequeño que puede ser el mantenimiento de la limpieza…”.

Otro tema que inquieta a los isleños es la seguridad: “Supuestamente quieren comunicar todos los arroyitos, zanjones, lagunitas. Eso es una macana, porque así se podría salir al Luján. Y lo que tenemos que decir es que la incomunicación, a nosotros que vivimos acá, nos da tranquilidad y seguridad. Pero si todo empieza a estar canalizado para que circule gente como si fuera la ciudad, entonces se modifica la vida de todos los que pre-existimos a estos emprendimientos”, dijo Gisella.

“Estoy a favor de proteger los humedales, de proteger el Delta, hay que evitar que se destruya…”, dijo Fernández Costa en época de campaña; ahora que asumió, es el momento de demostrarlo.

Los vecinos están movilizados, los funcionarios públicos cobran un sueldo, los políticos quieren representar a la gente, ¿quién le pone la cola al gato?

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