Juntarse para comprar más barato y mejor

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Aunque los supermercados siguen tentando, la canasta familiar está cada vez más vacía. En el Gran Buenos Aires, diferentes experiencias de cooperación están surgiendo para hacerle frente a la crisis económica. En Talar, los vecinos se organizaron en Recopo (Red de Compras Comunitarias). La propuesta: generar mirada crítica sobre lo que se consume. La experiencia llegó a la capilla San Roque (Montevideo 1246, Tigre).

 

La sociedad de consumo ha generado una necesidad, un hoby, una adicción: ir al súper. Inmensas superficies están dedicadas a la meticulosa exposición de cientos de productos que se repiten en uno y otro estante, cambiando solamente de marca y envoltorio. ¿Serán necesarias 25 marcas de jabones, 30 de tomates, 40 de shampú? Para pensar.

La tentación está a la vuelta de cada góndola: esa chuchería que nunca usarás, esa novedad que es igual a lo ya conocido, esa ofertita imposible de desaprovechar. Pero las ofertas, ¿son realmente ofertas? “Grandes campañas de marketing hacen creer a la gente que venden productos más baratos que los negocios barriales”, dice desde España Esther Vivas, especialista en el tema.

Marketing, ofertas, ganancias. En nuestro país, en los últimos 10 años, los supermercados han sido uno de los grandes ganadores de la economía; esto se debió al consumo sostenido de las clases medias. Sin embargo, esta ganancia no ha sido pareja para los productores de alimentos. A pocos meses del nuevo gobierno neoliberal macrista, productores frutihortícolas de Río Negro y Neuquén se presentaron en Plaza de Mayo y expresaron su protesta regalando 15 mil kilos de frutas. Fue su forma de visibilizar el grave problema que enfrentan (no sólo ellos, también los consumidores). “Es una vergüenza que el consumidor esté pagando tan caro cuando al productor le quedan migajas. En la manzana, entre lo que cobra el productor y lo que paga el consumidor, hay un 851% de diferencia y en la pera, 1009%”, explicitó Sebastián Hernández, presidente de la Cámara de Fruticultores de Allen.

Mientras que los supermercados siguen haciendo sus grandes ofertas y exponiendo en sus góndolas toneladas de alimentos, en las heladeras argentinas empieza a faltar la comida. Como este contrasentido es sumamente preocupante, Cristian Tauil, vecino de Talar, reflexiona sobre el tema: “En estos días se puso muy de moda el 2×1 en los supermercados, pagando con todas las formas de pago, porque están de cumpleaños, porque son felices, porque cambiaron. ¿Por qué los supermercados pueden hacer estas rebajas cuando los productores van a Plaza de Mayo a protestar porque, según denuncian, no les pagan el precio correcto? Esto sucede porque las grandes cadenas de supermercados manejan el precio por la capacidad de compra que tienen. Por más que el segundo producto lo regalen, no pierden porque ellos compran todo baratísimo. Tenemos claro lo que sucede, no es un problema de Argentina exclusivamente, sino de toda Sudamérica, porque los supermercados son transnacionales y como nadie los controla, pueden hacerle creer a la gente que les regalan cosas, mientras ellos sacan ganancias formidables. A esta gente, nosotros no le compramos más. Y optamos por la autogestión”.

 

Consumo y algo más

Hace ya 6 meses, Cristian, junto con vecinos y amigos, se sumó a una cooperativa de auto consumo: Recopo. Compran todos juntos y abaratan costos.

“En Talar, Recopo está actualmente conformada por 52 compañeros. Cada socio aporta ideas, trabajo, todo se comparte. No hay lucro personal. La logística la pagamos entre todos”.

La organización básica es muy sencilla: un socio pone la camioneta y dos socias hacen las compras en el Mercado Central. “Ellas tienen cancha, discuten con los puesteros precio y calidad para beneficio de todos”, reconoció Cristian.

Comenzaron con verduras y frutas, siempre de estación; agregaron quesos, fiambres y productos de almacén. “Ahora estamos tratando de resolver el tema de la carne”. Ya sea esta cooperativa, como otras experiencias similares, la expansión del fenómeno ha sido rápida, por eso Cristian pudo asegurar que “el entusiasmo es explosivo”.

Recopo no sólo busca aportar una solución a la compra de alimentos, también pretende discutir una forma de consumo diferente. “Hay una discusión entre primeras y segundas marcas y nosotros decimos que eso no existe. Las marcas monopolizan y crean la necesidad de comprar un determinado producto. Nosotros queremos generar una mirada crítica sobre este tema, porque, cuando los tamberos – a los que no se conoce directamente – tiran la leche en la plaza, se refieren a Mastellone como responsable”. Reunión tras reunión, se van complejizando algunos temas: qué es alimentarse, qué comemos, por qué aumentó la obesidad, por qué hay niños con sobrepeso.

Los vecinos de Tigre que estén interesados en esta forma de autoconsumo, pueden acercarse a la capilla San Roque (Montevideo 1246, entre Albarellos y Sarmiento) donde se está organizando esta red de compras.

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