Murió el artista Carlos Páez Vilaró

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El pintor, ceramista, escultor, muralista, escritor, compositor uruguayo, creador de la legendaria Casapueblo de Punta del Este tenía 90 años.

        El distinguido artista plástico uruguayo Carlos Páez Vilaró murió a los 90 años en Casapueblo, su obra más emblemática. “Murió hablando con su médico en Buenos Aires”, contó su hijo Carlos sin precisar los motivos de su muerte. “Estuvo hasta los 90 años lúcido, trabajando”, agregó.

        En Punta Ballenas, esa mañana izaron una bandera negra en señal de luto en el frente de Casapueblo, esa “escultura habitable” que Páez Vilaró modeló con sus propias manos sobre los acantilados que miran al mar.

        El pintor, escultor, muralista, escritor, compositor y director nació en Montevideo el 1° de noviembre de 1923 y pasó gran parte de su juventud en Buenos Aires, adonde volvió a instalarse hace unas tres décadas.

        Páez Vilaró dejó su marca registrada en Punta Ballena con su Casapueblo y también en Tigre, donde tenía desde hace 30 años su casa-taller argentina, Bengala.

        En la década del 40, tras su estadía en Buenos Aires, volvió a instalarse en Uruguay para centrar su obra en temas del carnaval y el candombe, orientación que lo vinculó a la comunidad afrouruguaya – y, en especial, al conventillo «Mediomundo» – y que lo convirtió en una de las figuras más representativas del carnaval uruguayo, donde participaba en desfiles de las tradicionales «Llamadas».

        En 1956 dirigió el Museo de Arte Moderno de Montevideo y fue secretario del Centro de artes populares del Uruguay en 1958.

        Entre sus murales figuran además los que decoran la sede de la OEA en Washington, el hotel Conrad de Punta del Este, hospitales chilenos y argentinos, y los aeropuertos de Panamá y Haití.

 

Páez Vilaró: “milagro” en Los Andes

        La historia más fuerte que tuvo que transitar durante su rica vida el artista fue cuando en octubre de 1972 el avión donde viajaba su hijo cayó en la Cordillera de Los Andes y estuvo perdido casi por 90 días.

        Carlitos Páez, que lleva el mismo nombre que su padre, tenía 18 años cuando se subió a un avión junto a sus compañeros de rugby del Colegio Old Christians de Montevideo y terminó luchando por su vida, tras un trágico accidente, en la cordillera de los Andes.

        Apenas se enteró de la noticia, el artista uruguayo viajó a Chile con poco equipaje, sin saber que tardaría tres meses en encontrar a su hijo, cuando él parecía ser el único en mantener la esperanza.

        Ocho días después del accidente aéreo, las autoridades dieron por muertos a todos los pasajeros y tripulantes. Páez Vilaró, convencido de que su hijo había sobrevivido, reclutó voluntarios, y hasta consultó videntes, para internarse en las montañas en una búsqueda desesperada que dio sus frutos. Poco antes de la Navidad de 1972, Carlos Miguel Páez Rodríguez apareció como uno de los 16 sobrevivientes, en una odisea que luego sería retratada en el film Viven.

        Páez Vilaró, sin embargo, escribió su propia versión de la historia, menos cinematográfica pero profundamente sentida y emocionante. El resultado fue el libro Entre mi hijo y yo, la Luna. La odisea de un padre en la tragedia de los Andes, del que se imprimieron cuatro ediciones.

        “Me instalé en Chile los tres meses y veía a Carlitos vivo en todos lados. Le gritaba, corría a abrazarlo y no era él. Pero esa certeza y la cadena de solidaridad espiritual hicieron que lo encontrara. Los chilenos me dieron todo sin pedirme nada”, recordó ese duro momento en una entrevista el año pasado.

Massa: “Chau genio, te vamos a extrañar, te queríamos mucho”

En sus redes sociales, el diputado nacional expresó su tristeza por la muerte del artista plástico uruguayo Carlos Páez Vilaró. Luego, en declaraciones radiales, Sergio Massa amplió: “Carlos era un hijo del Río de la Plata. Hicimos hace poco en Tigre la muestra homenaje por sus 90 años, compartimos muy lindos momentos y siempre le dije que era el tío que todo el mundo quiere tener. Me deja triste por un lado y por otro la alegría de lo vivido por él: fue un hombre feliz”.

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