Coca, la planta más sagrada

El alimento que fortaleció a los pueblos andinos. Aunque es originaria de América del Sur, los estudios más recientes realizados sobre la hoja de coca se hicieron en una universidad de Estados Unidos. Peruanos y bolivianos promueven su uso como harina. Especialistas de la salud también la utilizan para curar diversas afecciones.

 

En 1653, el jesuita Bernabé Cobo terminó su obra Historia del Nuevo Mundo que, especialmente, tiene un estudio sobre las plantas propias de América; allí se puede leer: “Los polvos de coca tomados de ordinario son contra el asma o ronquera de pecho”. Muchos otros cronistas dan cuenta del uso de la hoja de coca, ya sea en el mascado como en comidas o bebidas. Se considera que su aprovechamiento data de unos 8000 años.

Esta planta, que en su estado silvestre llega a ser un árbol de unos cuantos metros, fue utilizada en el pasado por todos los pueblos andinos y también de la selva amazónica por sus propiedades medicinales y alimenticias. Pero en 1860, Niemann de Gottingen logró el aislamiento de la cocaína, comenzando un derrotero de desprestigio para la hoja que, entre los pueblos del Tahuantinsuyo, estuvo siempre unida al trabajo y a las fiestas religiosas.

Para revalorizar la historia de esta hojita y recuperar para el pueblo su potencial nutricio, bolivianos y peruanos se han puesto a trabajar muy fuertemente; los primeros, con Evo Morales a la cabeza, han logrado que el mascado de hoja de coca dejara de ser un delito a nivel internacional, ya que la ONU anunció su despenalización en 2013; por su parte, un grupo de peruanos se unieron a la iniciativa de la nutricionista Marina Escobar quien comenzó a utilizar harina de coca como complemento nutricional.

 

La planta más sagrada

“Marina Escobar, que ya tiene 90 años, se puso a observar cómo los campesinos trabajaban aún con poco alimento y cada vez que les preguntaba de dónde sacaban fuerzas, siempre le mostraban la hoja de coca. Ella consiguió un estudio realizado por la universidad de Harvard en 1974, donde se puede ver la cantidad de nutrientes que tiene – calcio, fósforo, hierro, vitaminas -, superiores, incluso, a otros alimentos andinos. Marina secó y molió la hoja y esa harina la añadió en un 10% a cualquier alimento. Por iniciativa propia comenzó a viajar por los valles cocaleros para enseñar a utilizar la harina de coca”, contó Cristóbal Benavente Romeo, un cusqueño que se autodenomina “profeta de la coca”.

Frente a su puesto de venta de productos realizados con harina de coca, Cristóbal lamentó que ninguna universidad peruana haya realizado hasta ahora un estudio científico: “Por la prohibición que pesa sobre ella, la planta más sagrada para los pueblos andinos no ha sido estudiada aún. La industria farmacéutica mundial es la responsable de esta prohibición; prohíben todas las plantas, no sólo la coca, y nos siguen ocultando miles de plantas que nos podrían curar mejor que todas las drogas”. Como ejemplo explicó que “el calcio presente en la hoja de coca viene acompañado de fósforo, entonces es calcio vivo. En cambio, el calcio mineral es muerto y esto se demuestra en el poder de absorción, porque el calcio de la coca se absorbe en un 98% y el mineral sólo un 35%”. Mientras que 100 gramos de leche contienen 120 mg de calcio, la misma cantidad de hoja de coca contiene 1.540 mg; en tanto 100 gramos de espinaca tienen 1,7 mg de hierro, la coca aporta 45,8 mg.

Dado que en Perú existe una ley de erradicación de la hoja de coca, sólo la Empresa Nacional de la Coca (ENACO) – el monopolio del Estado – comercializa este producto. Aún así, en los últimos años nació la Asociación Peruana de la Hoja de Coca (APEHCOCA), una cooperativa que “paga mejor precio al productor, entre otras cosas para que no utilice herbicidas”, señaló Cristóbal, integrante de dicha institución.

En APEHCOCA participan, entre otros, el médico naturista Sacha Barrio; el psiquiatra Teobaldo Llosa; el geógrafo y promotor de la seguridad alimentaria Ciro Hurtado Fuertes; la nutricionista Maritza Vera, especialista en dietas en base a hoja de coca para pacientes geriátricos; la ya mencionada Marina Escobar. Estos profesionales vienen tratando con éxito a personas con problemas de artritis, osteoporosis, artrosis, depresión como así también a adictos a la cocaína.

Como los peruanos son muy afectos a las harinas, su consumo ya se ha extendido, pues “los cusqueños tienen una memoria histórica, recuerdan que su mamá o su abuela tenían comidas o remedios con coca”. Entre los remedios caseros, para el dolor de cabeza se ponen hojas frescas de coca en la frente. Los caramelos de coca, recomendados contra el soroche, son harto conocidos por los turistas; para las fiestas navideñas se elaboró el panetone andino “enriquecido con harina de coca”; existen productos de tocador, como jabón y cremas, pues “la coca es muy buena para la piel porque tiene vitamina A y E”; hay cerveza y también mermelada y técnicos en alimentación siguen estudiando las posibles aplicaciones de esta harina. Los especialistas sostienen que se debe consumir como un suplemento alimentario.

Con énfasis, Cristóbal destacó que “la coca es una planta increíble que supliría en nutrientes al pescado, a la carne, se viene usando hace miles de años. Por sus propiedades, los pueblos andinos la denominan la santa clara lucidez” y remató: “Ojalá que algún día, cuando ya tengamos solucionada la desnutrición en Perú, porque no queremos exportar nuestra hijita antes, entonces nos gustaría llegar hasta el confín de la Patagonia para que conozcan a la mama coca”.

Deja una respuesta