Cuidar la tierra

Abonos orgánicos económicos y fáciles de obtener. Desde el origen de la agricultura, todos los pueblos han utilizado elementos naturales para fertilizar la tierra. Restos de comida, de poda, estiércol de gallina, rotación de cultivos, son formas de restituir a la tierra lo que se le extrae en los procesos de cultivo.

 

Todo lo que comemos tiene su origen en la tierra, por eso, como tanto le exigimos, es necesario devolverle materia orgánica. Cuando se le devuelve fertilidad a la tierra, se logra que esté más sana, más fuerte ante las plagas, más productiva. Es decir que el círculo cierra de manera perfecta.

Un suelo es de buena calidad si su textura permite que circule el agua, el aire, las raíces de las plantas. Si se usan herramientas pesadas para trabajar la tierra, ésta se compacta y, así, las plantas no pueden obtener con facilidad sus nutrientes. Por lo tanto, es conveniente remover la tierra lo menos posible y agregarle fertilizantes naturales. Estos abonos no sólo son fáciles de conseguir, sino también son económicos; entre ellos encontramos al denominado abono verde, al estiércol animal y al compost.

Las plantas que sirven para fertilizar la tierra y, al mismo tiempo, proteger los cultivos y sofocar las malezas, son denominadas abonos verdes. Muchas son de la familia de las leguminosas: arvejas, porotos, habas, alfalfa; otras, son cereales: avena, centeno, sorgo. Fundamentalmente las leguminosas agregan nitrógeno a la tierra, haciéndola más fértil. En general, los abonos verdes se siembran después del cultivo “principal”.

Armar un mantillo de pasto y de los desechos de plantas como caña de maíz o las yerbas mismas, también es una forma de fertilizar y proteger la tierra de la erosión. El mantillo no debe superar los 10 cm para evitar que retenga demasiada humedad, ocasionando, de esta manera, enfermedades a las plantas.

En cuanto al estiércol, utilizado desde la antigüedad, otorga a la tierra todos los nutrientes, pero su manejo debe ser cuidadoso, es conveniente consultar con un especialista ya que, en general, son abonos con mucho nitrógeno. Por otro lado, tampoco se puede agregar directamente a los cultivos, sino un tiempo antes de la plantación para que se produzca una degradación de la materia orgánica. Además no debe almacenarse cerca de cursos de agua, para evitar contaminaciones.

Por otro lado, el compost es un fertilizante natural producido a partir de la descomposición de restos de comida, de cultivos, de poda, etc. Se dice que cada 100 kg de restos orgánicos, se obtienen 30 kilos de compost. No hay que desaprovechar las hojas secas, las cenizas, las agujas de pino, todo aquello que sobre el cemento se transforma en suciedad, la naturaleza lo transforma en alimento para sí misma. Si en el recipiente donde se coloquen  todos los restos, se agregan lombrices, el proceso se agilizará. También es posible hacer abono orgánico líquido: se envuelve un poco de compost en una tela limpia, se pone en un balde con agua durante unos 10 días y, cuando el agua se vuelve color café, se retira el saco. Este líquido se utiliza para regar las hojas de las plantas.

La madre tierra tiene todo lo que necesitamos para vivir, pero el abuso que se ha hecho de ella, nos tiene actualmente en estado de alerta. Todos los seres que habitamos el planeta formamos una cadena infinita de interacciones, nos necesitamos unos a otros. Devolverle a la Tierra algo de lo que ella nos da, es generar vida para las próximas generaciones. Que el nuevo año te encuentre aportando tu grano de tierra.

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