“Una isla para aves, insectos y plantas”

Para que no desaparezcan las especies nativas. En Villa Elisa, partido de La Plata, el naturalista Cristian Parodi armó una pequeña reserva. Tomando en cuenta las especies que se encuentran entre la costa paranaense y las sierras del centro del país, estableció un diálogo entre árboles, gramíneas y enredaderas.

 

Viajando por Argentina y regresando en varias oportunidades a los mismos lugares, Cristian Parodi pudo advertir el deterioro de las distintas regiones de nuestro país. “Me pregunté cómo podía ayudar a propagar las especies nativas, entonces, hace 15 años, empecé con un viverito y ahora, hace 2, comencé con esta pequeña reservita”, contó Cristian, que, como muchos argentinos, está preocupado por la desaparición de especies, ya sea vegetales como animales.

El viverito lo tiene en su casa, en la localidad de Quilmes. “Primero fue para mí y, cuando empezó a crecer, me inicié en la venta”, explicó.

En cuanto a la “reservita”, como él la llama, está en la localidad de Villa Elisa, partido de La Plata, y después de eliminar las exóticas (cardos, cardenchas, cicuta) se transformó en “una isla para aves, insectos y plantas”.

“Es un espacio muy pequeño, un cuarto de hectárea, pero es mi contribución a la naturaleza”, comentó este naturalista que abre su reserva, al menos por ahora, para los amigos.

Después de la gran limpieza – aunque hay muchas especies pertinaces que aún sigue combatiendo – realizó la diagramación del lugar. “Dividí el terreno en 4 franjas: pastizal bonaerense (“cortar los yuyos exóticos permitió que se destacaran las gramíneas nativas”); talar y espinal bonaerense; ecotonal (zona de mezcla de especies) y selva paranaense. Además armó una lagunita que atraviesa todos los ambientes: “Tiene 15 metros de largo, 5 de ancho y 1 de profundidad. Con la tierra que saqué hice una montaña para generar un desnivel y allí colocar plantas que requieren buen drenaje”.

Con pequeñas intervenciones sobre el ambiente, vuelven las aves y se crean espacios para pequeños mamíferos, como el cuis.

A algunas exóticas, como el denominado árbol del cielo (ailantus altísima), proveniente de China, las sigue combatiendo. “Es una especie invasora que recién está llegando al país. Tiene un crecimiento acelerado y, como es de ramas muy débiles, con los vientos se empiezan a desprender y ensucia mucho”.

En un lugar apartadito, donde sólo un ojo conocedor lo puede encontrar, reina un ombusillo. “Es una especie en peligro de extinción. En la única parte del mundo que existe es la pampa bonaerense. Es una herbácea que tiene un bulbo que soporta el invierno mientras la parte aérea muere. Llega aproximadamente a un metro. Al igual que el ombú, hay ejemplares macho y hembra”.

Entre los árboles de la selva se destacan: ñapindá (“muy bueno para cercos, porque tiene unos aguijones curvados que son peores que el alambre de púa; se lo conoce vulgarmente como uña de gato”); blanquillo – sebastiana brasiliensis – (“cuando sus frutos están maduros, estallan y las semillas se dispersan lejos”); curupí (“es un arbolito de rápido crecimiento; es cauchífero; su nombre es propio de la mitología guaraní”); incienso nativo – myrocarpus frondosus – (“la madera y sus frutos tienen mucho aroma”); ubajay (“da unos frutos rojos como damascos, tienen mucha agua”).

Entre los árboles hay insectos, pájaros, algunas mariposas y también hormigas coloradas.

En el talar, habita el algarrobo, espinillo, molle de barranca, sachaguasca, chañar.

Ya en la parte ecotonal aparecen molles; sauce criollo (“es la única especie nativa de sauce, se caracteriza por sus hojas del mismo color de ambos lados”); ipomeas y cepillo de mono.

Por último, en la zona de pastizal, nos encontramos con las hermosas cortaderas, que “tuvieron que ser revalidadas por los ingleses; tienen unos plumeros espectaculares que los pájaros usan para sus nidos”. Efectivamente, la cortadera es un pasto gigante, típico de la zona bonaerense; entre los beneficios que aporta podemos mencionar: refugio de aves y pequeños animales que se esconden de sus depredadores; retención de dióxido de carbono (uno de los gases causantes del cambio climático); control de la erosión de los suelos (tan importante en momentos de lluvias copiosas); cobijo para insectos polinizadores y muchas especies que ayudan a eliminar plagas; y, además, nos ofrece su belleza.

Otras especies que se pueden apreciar son: cebadilla criolla, paspalatum exaltatum, pasto plata, pasto miel. “El mundo de las gramíneas es infinito”, consideró Cristian.

Pasear entre plantas es vivificante, cuánto más ayudar a que crezcan.

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