El drama de la devastación climática

La crisis planetaria necesita que los pueblos se pongan de pie. El mapa de la crisis ambiental. Culpables del cambio climático: corporaciones y políticos corruptos. Necesidad de impulsar un código de conducta ética. El camino para el cambio es posible: energías limpias, bancos de semillas, producción agroecológica, recuperación de los conocimientos ancestrales de los pueblos originarios, un nuevo contrato social basado en la democracia participativa, donde los pueblos tengan el control.

 

Científicos y expertos climáticos consideran que 350 partes por millón es el límite máximo seguro de CO2 en la atmósfera. Por este motivo, el movimiento internacional que busca influir sobre los gobiernos para que adopten políticas que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono adoptó como nombre 350.org.

Entre las acciones de Movilización Global para la Desinversión llevadas a cabo entre el 5 y el 13 de mayo de este año, en Buenos Aires se realizó una charla abierta con la participación del teólogo brasilero Leonardo Boff y el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel. La actividad se realizó en la Universidad de Buenos Aires y tuvo como tema Crisis social y crisis ambiental. Los desafíos de América Latina.

En este número de Flor de Ceibo daremos a conocer algunas de las reflexiones y propuestas realizadas por Adolfo Pérez Esquivel.

 

Ponerse de pie

Si bien todo acto humano genera un impacto sobre la Naturaleza, el uso desmadrado de los combustibles fósiles ha provocado una alteración tal en el delicado equilibrio natural, que nos encontramos en un punto de colapso. La crisis está entre nosotros por lo cual “es necesario que los pueblos se pongan de pie porque está en juego la propia existencia planetaria”, aseguró Adolfo Pérez Esquivel.

Observando el mapa mundial se advierte que las consecuencias del cambio climático son distintas según las regiones. “No en todos lados la devastación planetaria es igual, hay países que ya están en situación crítica” y nuestro pensador puso dos ejemplos: a) Haití, “un pequeño país de América que fue el primero que se liberó, en 1804, cuando peleó contra las fuerzas napoleónicas. Hoy es un país destruido, invadido, si no recibe ayuda de otros países, no pueden sobrevivir. Ha sido devastado, incluso, por el cólera, que fue llevado por las tropas de Naciones Unidas. Pobreza, hambre, contaminación, marginalidad, enfermedades son enormes”; b) Irak, invadido por Estados Unidos y el Reino Unido en 2003. “Viajé a Irak después del bombardeo de las grandes potencias en ‘defensa’ de la democracia. Llevamos sólo agua, que vale más que el oro porque podemos vivir sin computadoras, sin coches, sin celulares, pero nadie puede vivir sin agua. Cuando llegamos a Bagdad y entregamos el agua en el hospital pediátrico, vimos rostros iluminados por una sonrisa que nos demostraron el drama de los bombardeos. El agua era la mejor ofrenda que podíamos hacer a esa gente”.

Debemos tener presente que la guerra es causa de contaminación de aguas, tierra y aire, por eso es imperioso caminar hacia un mundo de paz. Hay que terminar con la industria armamentista y la cultura bélica. El dinero que se utiliza para esa industria debe ser redistribuido para remediar las tierras contaminadas y paliar el hambre mundial.

 

Responsables del ecocidio: empresarios y políticos

Las grandes corporaciones privilegian el capital financiero por sobre la vida de los pueblos, pero ellas solas no son las culpables del cambio climático. “Debemos hablar de los gobiernos, de los responsables que provocan todo esto. Porque las empresas solas no lo hacen, lo hacen los gobiernos, los dirigentes políticos, son los responsables de esto. Por ejemplo Vaca Muerta fue aprobada por la dirigencia política”.

La política energética que han desarrollado hasta ahora todos los gobiernos argentinos va a contramano de las necesidades reales del mundo, por eso, al próximo gobierno debemos exigirle una declaración rotunda por el abandono de la energía fósil.

Pérez Esquivel integra la Academia de Ciencias de Venecia, conformada por científicos y juristas. “Venimos impulsando el Tribunal Penal Internacional sobre el Ambiente, porque si no hay un marco jurídico que frene a las grandes corporaciones, actúan con total impunidad jurídica”. También se está trabajando en este sentido en el Parlamento Europeo, pero “llegó un señor llamado trump que dejó entrampados a todos. Este hombre dice que hay que seguir explotando el planeta. Nosotros pensamos que quienes afectan a la vida cometen crímenes de lesa humanidad”.

Se están produciendo ecocidios que afectan de manera directa las condiciones de vida de millones de personas, por lo tanto es necesario pensar en códigos de conducta obligatorios para toda la humanidad y en una justicia global que proteja los derechos de todas las personas del ecosistema Tierra.

 

Monocultivos: basta YA!

Los monocultivos se han transformado en un problema planetario; en Argentina, el avance de los cultivos transgénicos está deteriorando tierras y aguas de manera irreversible.

Monocultivos y deforestación son causantes de las criminales inundaciones que vienen sufriendo los ciudadanos argentinos hace ya años. “Con los monocultivos se ha roto la cadena biológica, donde hay monocultivo no hay pájaros, ni sapos, ni mosquitos, no hay vida. Esos monocultivos rinden a la economía, pero no al ser humano”.

Este tema que pareciera ser sólo económico, tiene clavadas sus raíces en “un monocultivo mucho más peligroso: el monocultivo de las mentes, porque nos hacen creer lo no creíble y lo aceptamos. Por esto debemos trabajar sobre la resistencia cultural, sobre la resistencia social, política y espiritual”.

Sólo cuando los pueblos se vuelven protagonistas se puede parar el atropello de las corporaciones transnacionales y de los políticos corruptos.

“A los gobiernos no les interesa la soberanía. ¿Qué es la soberanía? Es que cada pueblo sea dueño de sus recursos, de sus bienes, de su vida. En esta mal llamada globalización parece que todo es de todos, pero todo es de unos pocos”. Recordó entonces a Yupanqui: “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”. Efectivamente, el premio Nobel de la Paz señaló que “las penas serán nuestras si no reaccionamos”, por eso debemos iniciar el camino hacia las energías renovables, los bancos de semillas, la soberanía alimentaria, la protección de los pequeños productores agroecológicos, la defensa de los pueblos originarios.

“La soberanía alimentaria se puede transformar en un centro de resistencia. Ese pequeño productor rural es el que resiste, ellos son los que tienen la sabiduría porque son los que comprenden el sentido profundo de la vida”.

 

Un nuevo contrato social

Refiriéndose a uno de los tema de la actividad, los desafíos de América Latina, Pérez Esquivel sostuvo que prefiere hablar de Abya Yala, término con que se conocía a este continente antes de la llegada del invasor europeo.

“Desde aquí debemos pensar alternativas. Hay que pensar en un nuevo contrato social, porque en estas democracias, el pueblo delega el poder y luego queda en estado de indefensión total, porque los gobernantes hacen lo que quieren y no lo que deben. Debemos pensar en una democracia participativa, donde el pueblo tenga el control”.

Abogó por los lazos fraternos de la ternura, por la recuperación del equilibrio vital y advirtió que la ciencia y la tecnología han alterado el pulso y los ritmos de la existencia.

 

Foto: El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel

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