“La especie en grave riesgo de extinción era el hombre”

La isla sanfernandina fue pujante y permitió que la ciudad creciera gracias a su actividad. Durante la década del 90, funcionarios del Municipio de San Fernando comenzaron a investigar de qué manera podían detener el despoblamiento de las islas. La respuesta fue la Reserva de Biósfera. El trabajo se hizo entre el Municipio y el Grupo de Investigación en Ecología de Humedales del Laboratorio de Ecología Ambiental y Regional de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

        En una tarde de otoño que nos regaló una combinación perfecta entre el color del río Luján y el ocre de su arboleda, este medio conversó con la arquitecta María Isabel Tórtora y el arquitecto Miguel Otero, quienes fueron protagonistas de todas las acciones previas y posteriores a la creación de la Reserva de Biósfera del delta de San Fernando. Anécdotas e información precisa fueron surgiendo sobre un territorio que todavía no es suficientemente valorado por los funcionarios públicos ni municipales ni provinciales.

        Cuando se piensa en el municipio más grande del Gran Buenos Aires, surge La Matanza, sin embargo, La Matanza tiene 325 kilómetros cuadrados y San Fernando 973, “con un esquema muy de campo, porque el 95% del territorio de San Fernando es isla, es campo, campo productivo, no turístico. Y como San Fernando de ser un municipio pujante pasó a ser el probrecito de zona norte, nos propusimos ver de qué manera revertir esa situación a principios del siglo 21”, puntualizó Miguel Otero.

        Y así, en la búsqueda por mejorar la situación de los pobladores, se fueron acercando al concepto de Reserva de Biósfera.

95% del territorio sanfernandino

        “De 30.000 habitantes a mediados del siglo 20, a principio del 21 se había bajado a 3.000. Cualquier especie que baja de 30.000 ejemplares a 3.000, evidentemente está en peligro de extinción. Entonces en el delta, la especie en grave riesgo de extinción era el hombre”, dijo el arquitecto Miguel Otero, quien, a principios del siglo 21, fue el secretario de Gestión Territorial y Medio Ambiente del Municipio de San Fernando y participó, por lo tanto, en la creación de la Reserva de Biósfera.

        Por su parte la arquitecta María Isabel Tórtora, directora, por aquel entonces, de Ordenamiento Ambiental y Calidad de Vida, amplió: “Lo que realmente estaba en peligro de extinción era todo el modelo de desarrollo productivo del delta, donde llegó a haber 30.000 personas y 27 escuelas, 4 hospitales, lanchas ambulancia, capillas, fábricas. Fue una producción pujante que permitió que en el continente fuera creciendo el pueblo con comercios relacionados con la actividad de la isla”.

        La arquitecta Tórtora comenzó a trabajar en San Fernando en 1987 durante la intendencia de Viviant. Finalizando esa década, le pidieron que hiciera un monumento para homenajear a los isleños. “Empecé a hacerlo en homenaje a los primeros pobladores y así decía la placa. Y me preguntaron por qué sólo a los primeros, porque los que se habían quedado se consideraban más heroicos porque antes el delta era pujante, pero cuando todo se vino abajo, ellos se habían quedado. Entonces la placa pasó a decir ‘homenaje a los primeros pobladores del delta y a los que siguieron sus pasos’. Y después me dijeron que, si el delta no se repoblaba, ellos no podrían seguir allí, entonces me pidieron que le agregara ‘y a los que vendrán’. Y se volvió a cambiar la placa, que está en el Club 9 de Julio, el corazón del delta. Para mí eso expresó lo que era la problemática del delta en aquel momento”.

        Otero señaló que la situación era desesperante para todos, también para el Municipio porque “era costosísimo mantener los 4 hospitales y otras instituciones y además hay que tener en cuenta que la gente no quedó toda junta, sino dispersa en un territorio muy amplio”.

        Durante la década del 90, cuando el establishment se unificó para rematar el país, algunos querían desprenderse del delta, incluso, se dice, un político local llegó a tener conversaciones con “inversores” europeos para firmar el boleto de compra-venta de la 2° y 3° sección. Mientras, otros se preguntaban cuál era el modelo de desarrollo competitivo para lograr una repoblación que justificara la infraestructura que todavía estaba en pie. Estudiaron y encontraron que algunas zonas rurales, transformadas en Reservas de Biósfera, se repoblaron con gente joven que “se instaló con todas las comodidades del siglo 21, retomando prácticas a escala humana, incluso recuperando producciones antiguas combinadas, por ejemplo, con turismo. Así surgió la idea de la Reserva de Biósfera que es un modelo de desarrollo sustentable”, explicó la arquitecta Tórtora.

        El 10 de noviembre de 2000, en la sede de UNESCO en París, se aprobó el Documento Base para la incorporación de las islas de San Fernando en el marco de la Red Mundial de Reservas de Biósfera. El documento fue elaborado por la Municipalidad de San Fernando y el Grupo de Investigación en Ecología de Humedales del Laboratorio de Ecología Ambiental y Regional de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

        “El desafío fue generar, para una determinada población con una determinada idiosincrasia, un modelo de desarrollo productivo que se mantuviera en el tiempo, basado en un modelo de gestión democrático participativo”, informó María Isabel Tórtora, que agregó: “Nuestra reserva se destacó en el mundo, fue tomada como ejemplo de Argentina, Latinoamérica y de Iberoamérica. Lo que la diferenció de otras es que los técnicos que estábamos a cargo no éramos biólogos, ni guardaparques ni ambientalistas. Nosotros tenemos una visión ambiental, pero somos planificadores territoriales. Nos formamos en el tema de la planificación territorial, tomando un modelo de desarrollo productivo basado en la Carta a los Pueblos, de Juan Perón que miró la problemática ambiental del tercer mundo y no tenía nada que ver con Greenpeace ni con la conservación a ultranza. Perón se planteó cómo usar los recursos naturales para poder producir beneficiando a los más humildes. Por eso cuando nosotros hablamos de repoblación, no pensamos hacer un súper emprendimiento, siempre pensamos en la escala humana”.

        Por otro lado, Miguel Otero acotó que “la reserva sanfernandina tuvo puestos todos los ojos del mundo porque es todo el territorio rural de un municipio. Y esto es mérito de Osvaldo Amieiro que se jugó al transformar el 95% del territorio en reserva. Ahora falta el otro 5% porque el pueblo también podría ser reserva”. (continuará)

Por Mónica Carinchi

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