“La naturaleza es algo bueno, hermoso y necesario”

El bosque particular de Ricardo Barbetti. Desde pequeño se dedica a la observación de plantas y aves. Organizó el acuario del Museo de Ciencias Naturales, donde trabajó 28 años. Actualmente da conferencias y organiza visitas guiadas.

 

        Aunque le gusta vivir inmerso en la naturaleza, nunca pensó dejar su casa de La Lucila para retirarse a un bosque. Hizo lo contrario, dejó que la flora nativa se instalara en su jardín y en la vereda y en la terraza y aún en las paredes. Y desde allí, donde realiza visitas guiadas por su jardín-bosque (declarado de interés por el Municipio de Vicente López) y desde sus libros y conferencias, se dedica a transmitir algo esencial, pero olvidado: “La naturaleza es algo bueno, hermoso y necesario”.

        Con esta premisa básica, el naturalista Ricardo Barbetti compartió con Actualidad sus saberes, sus reflexiones y, también, su buen humor.

 

El orden de la naturaleza

        En su bosque particular tiene cerca de 200 especies nativas, 26 son árboles. Desde luego, no falta el ceibo, “un árbol con personalidad; sus flores, hermosas, atraen a los colibríes”.

        Para apreciar mejor el ecosistema que allí se armó, Ricardo explicó: “En la provincia de Buenos Aires había dos tipos de bosques: uno de lugares húmedos, cerca de ríos y arroyos y otro de lugares altos, más secos. De los lugares bajos es el ceibo, el sauce criollo; de los altos, el tala, ombú, algarrobo. También hay lugares intermedios, por ejemplo donde empieza la barranca, donde crecen todos mezclados. Todavía quedan algunos bosques en Magdalena, Punta Indio, Atalaya, en parte del Delta. En la zona norte hay 15 hectáreas sobre la costa del río que se conservan bastante bien”.

        Hay que recordar que en la zona norte hay dos reservas municipales: Reserva Ecológica de Vicente López y Refugio Natural Educativo Ribera Norte de San Isidro. San Fernando cuenta con la Reserva de Biosfera y Tigre… nada.

        En relación al Delta, comentó: “Mucha gente compra un terreno en la isla y lo primero que hace es cortar todo. Corta los ceibos y planta eucaliptos y pinos. Algunas personas creen que hay que plantar ciprés de los pantanos, que es de América del Norte, o casuarinas, que son de Australia. Otro problema de la zona es el ligustro, que se hizo plaga y, encima, hay gente que lo planta, lo quiere ayudar. Quizás lo vieron de chiquitos y entonces creen que está bien que esté ahí, no se preguntan si pertenece a ese lugar o no”.

        Mientras que nuestro entrevistado está dejando que un manto mullidito de hojas secas cubra las pocas baldosas que hay en su jardín, otros ponen cemento sobre los humedales: “A Nordelta le sobra la ‘r’ porque en realidad es ‘no delta’. Lo primero que hicieron fue comprar la tierra; lo segundo, pasar la topadora. Eliminaron TODO!! Árboles, plantas y también el relieve, rellenaron todo, lo hicieron plano. Después, construyeron un paisaje totalmente artificial. Hay que tener presente que, desde la edad de piedra, hubo gente que vivió en zonas inundables, pero en lugar de rellenar, hacían las casas sobre columnas. Mucha gente no tiene conciencia de que, antes de que ellos llegaran, el mundo ya estaba. La naturaleza tiene un ordenamiento que hizo posible la vida de los seres humanos, pero ahora los seres humanos quieren destruir la naturaleza; matar todo – si es posible – para hacer una urbanización”.

        Ricardo es autor de un libro que se llama Cuidar el Mundo, ya que muchas personas hacen todo lo contrario: “El orden de la naturaleza no es el resultado de la economía, ni de la industria, ni de la obra humana; al contrario, el orden de la naturaleza hizo posible que aparecieran los seres humanos, pero en la actualidad la gente no tiene conciencia de esto. Están todo el tiempo pensando en el negocio, por lo tanto no tienen tiempo para el ocio, necesario para la contemplación de la realidad. La mayoría de las personas están atrapadas por la superstición del progreso, de las modas, de lo moderno y, si se sigue adelante sin saber cómo se formó el mundo, la única posibilidad es el desastre”. Estas ideas, Ricardo las ha plasmado en un cuadro que se denomina Progreso: “Es una máquina que se come el mundo, se come los bosques, las montañas, el agua y produce edificios, basura, contaminación. Algunos dicen que éste es el precio del progreso, pero si es así, yo digo que es una estafa, porque es demasiado caro”.

 

Inundaciones

        Después de las inundaciones de semana santa, el tema vuelve una y otra vez: “Todo el mundo dice que la culpa es del gobierno por no haber hecho canales de drenaje, pero el gobierno tiene una culpa mucho más grave y es haber permitido hacer casas en lugares inundables y haber permitido que se tape todo con cemento, que no absorbe el agua. Cada año las inundaciones son peores, aunque llueva lo mismo, porque la tierra está impermeabilizada y el gobierno, esto, debería prohibirlo o multarlo o hacer algo. Pero al contrario, les dan impulso a las empresas de construcción para que tapen más rápido todo. La mayoría de la gente no se detiene a pensar en esto; la ignorancia que hay es enorme. No digo que sea culpa de la gente, porque en general es muy difícil enterarse de algunas cosas”.

        Ricardo también advirtió que la combinación de cemento y arroyos entubados es pésima: “Los arroyos son los que permiten vaciar la inundación. Los túneles podrán ser enormes, pero llega un momento que no alcanzan”.

 

La alegría: principal beneficio de la selva

        Quienes también hacen un uso irracional de la tierra son los agrónomos: “En la carrera de agronomía tienen un falso dios que es la producción, para ellos la tierra tiene que producir algo que se pueda vender. Todo está en función de eso, matar todo para sembrar trigo o soja o tener vacas para tener carne y exportar. Hay pocos agrónomos que se interesan por la naturaleza, en general parece que quisieran que la naturaleza no exista”.

        Algunas personas tienen el ruin trabajo de desmontar bosques nativos: “Queman y cortan árboles de 800 años y con ellos desaparecen orquídeas, monos, tucanes. Los indios vivieron en los bosques durante más de 40 mil años y algunos tenían civilizaciones muy avanzadas. En Tucumán, donde ahora hay gente que se muere de hambre, estaba intacta la selva del Aconquija y, ahora, algunos la quieren desmontar, dicen, para que la gente no se muera de hambre”.

        ¿Qué se puede obtener de la selva? – “Un sabio guaraní dijo que, para alegría de todos, sin excepción, son las selvas. Entrar allí, ver los árboles enormes, oír los pájaros, da alegría y la alegría es necesaria para la salud. Ese es el principal beneficio de la selva y es necesario”.

        Las plantas, entonces, son necesarias para respirar y mantener la salud. “En un hospital de Australia, por las estadísticas, advirtieron que los pacientes que estaban de un lado del edificio se curaban antes que los que estaban del otro lado, no importaba la enfermedad. Buscaron la diferencia entre uno y otro lado y encontraron que, del lado donde tardaban más en curarse, había un estacionamiento, sólo veían por las ventanas, paredes y coches; del otro lado, se veía un parque. Ahí está demostrado el efecto de la naturaleza sobre la salud”. En definitiva: “La experiencia originaria del ser humano es estar en la naturaleza, ver plantas que nadie cultivó, animales en libertad. Ésta es una experiencia necesaria para estar bien, pero la mayor parte de la población vive en departamentos que parecen cárceles, trabajan en fábricas oyendo ruidos de máquinas”.

        Entre las muchas cosas que se han olvidado o desestimado, se encuentran las plantas comestibles que nacen de manera silvestre: “El mburucuyá es una planta que está en el relato sagrado del pueblo guaraní. Con sus hojas y tallos se puede hacer un té tranquilizante. Su fruto se come cuando está verde, porque al madurar se hace todo semillas y son bastante duras. Para sacarlo, con una mano se sostiene la planta y con la otra se saca el fruto (seguir el consejo para no romper la planta). Se puede comer como verdura, en un puchero, o en ensalada; también se puede hacer mermelada”.

        Para saber muchas más cosas sobre nuestras plantas están los libros de Ricardo y también las charlas que se van enhebrando en las visitas guiadas en una casa donde la naturaleza es bienvenida.

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