NO! al proyecto nuclear Atucha

Complejo nuclear Atucha: un peligro que baja por las aguas del río Paraná. Los vecinos de Zárate y Campana se organizan contra la ampliación de la central nuclear de Atucha. Se debe evitar la instalación de nuevos reactores. El sábado 21 de julio, a partir de las 16 hs, se realiza un encuentro de referentes de todo el país en la biblioteca José Ingenieros, Independencia 669, Zárate, para dar inicio al Movimiento Antinuclear República Argentina.

 

Varias son las formas de generación de energía posibles de utilizar: solar, eólica, biomasa, geotérmica, hidráulica, hidrocarburos, nuclear. Ya sabemos que algunas de ellas son amigables con la naturaleza; otras, en cambio, nos enfrentan a un peligro alarmante.

Todos recordamos Chernobyl (1986, Ucrania) y Fukushima (2011, Japón); los efectos del último aún no pueden ser evaluados, lo que sí se sabe es que la radiación emanada por el reactor japonés sigue rondando por el mundo. En cuanto a Chernobyl, se considera que emitió a la atmósfera una radiación equivalente a 500 bombas de Hiroshima; la ciudad debió ser evacuada en su totalidad, sus edificios, semidestruidos, son la imagen de la desolación. Ya nadie podrá vivir ahí.

En Argentina tenemos 2 centrales nucleares: Embalse, en Río Tercero, Córdoba, y el Complejo Atucha I y II, en la localidad de Lima, partido de Zárate, provincia de Buenos Aires.

“El plan nuclear para nuestro país tenía proyectados dos reactores nucleares más. Habían comenzado con los movimientos de suelo, pero se suspendieron por falta de financiamiento. Supuestamente se retomarían en 2020”, explicó Agustín, integrante del Movimiento Antinuclear Zárate-Campana.

Obviamente, todos los vecinos de esa zona están muy preocupados ya que todas las Atuchas están localizadas en Zárate, sobre el río Paraná. ¿Qué sucede con el resto de los municipios que comparten este río?

“En Capital Federal, toda la zona norte, los municipios que están sobre el Paraná, que es donde está la mayor densidad de población de toda Argentina, se ha crecido naturalizando el riesgo de convivir con centrales nucleares. Esto hizo que no desarrollemos la conciencia de vivir en alerta. Hay un riesgo permanente, no sólo para nosotros, también para las generaciones futuras, pues un desastre nuclear contamina por cientos de miles de años y, en este caso, arruinaría todo el ecosistema del Paraná”.

Obviamente afectaría a toda la pampa húmeda, la zona de mayor producción agroganadera del país.

Embalse y Atucha I iniciaron su vida útil en la década del 70; Atucha II se activó en 2014.

“En Estados Unidos, un país nuclearizado, en este momento poner un reactor nuclear lleva un procedimiento de 7 a 10 años porque hay que cubrir muchas instancias. En Italia se hizo una gran consulta para ver si se querían poner reactores, dio negativa”. Es evidente que los movimientos ambientalistas y antinucleares, específicamente, han crecido en todo el mundo.

En Argentina, el movimiento antinuclear se inició en los 80, en Chubut, cuando quisieron instalar un basurero nuclear en Gastre. “Intentaron instalar un basurero para los residuos de Embalse y Atucha I y, además, traer basura del resto del mundo. Ahí se formó el Movimiento Antinuclear Chubut, MACH”. Más recientemente surgió el Movimiento Antinuclear Río Negro que “consiguió torcerle el brazo al gobernador que insistía en poner una central nuclear en Sierra Grande. Se activó todo Río Negro, Chubut, Neuquén, Santa Cruz. Consiguieron la Ley Antinuclear de Río Negro”.

Cuando se habla de accidentes nucleares, es importante considerar las distancias. El accidente de Chernobyl – Ucrania – fue detectado en Suecia, que está a 1200 kilómetros. Siguiendo con esta lógica, la localidad de Lima, donde está el complejo Atucha I y II – y quieren agregar una central más – está a 100 kilómetros de la Capital Federal. “Nosotros pensamos que la gente de Capital Federal y Gran Buenos Aires debe formar un gran movimiento para frenar esta locura. En Zárate estamos construyendo una propuesta, el Movimiento Antinuclear República Argentina, lo inauguramos el 21 de julio. Lo quisimos hacer aquí por la importancia que tiene Zárate como motor de un plan nuclear que tiene un alcance que desconocemos. Tenemos que concientizar para detener este proyecto nuclear antes de que se haga, porque una vez que está operando, es muy difícil detenerlo”.

 

Ni uranio ni centrales nucleares

Un reactor nuclear necesita uranio y ya sabemos el daño que estas minas han causado. “Junto al proyecto de los nuevos reactores se están reflotando proyectos mineros muy grandes, en La Rioja, en Chubut, en Mendoza”.

Son conocidos los movimientos asamblearios que lograron detener grandes proyectos mineros, por ejemplo Famatina no se toca. “Quizás el de La Rioja sea el más conocido, lograron echar a la Barrick. Ahora están enfrentando a una avanzada de la Comisión Nacional de Energía Atómica que tiene cateadas 90 mil hectáreas para extraer uranio. Incluso se llega a hablar de minería de uranio a cielo abierto muy cerca de La Rioja capital, a 20 kilómetros”. ¿Cómo se llama a los que matan en serie?

Zárate – Campana es un polo industrial. A esta contaminación se le agrega la específicamente nuclear. “Es notable la cantidad de casos de autismo, cáncer, parkinson, enfermedades relacionadas indirectamente con el medioambiente, porque se sabe que influye, pero aún no se sabe de qué manera”.

Si bien no hay estadísticas oficiales, “cuando se habla con profesionales en hospitales o grupos de familiares de enfermos oncológicos, sabemos que el número de casos es notablemente mayor que en otros lugares”. Uno se puede preguntar por qué pasa esto, si, aparentemente, las centrales nucleares no han tenido accidentes; sin embargo, no haría falta que esto sucediera: “Hay estudios hechos por científicos de Estados Unidos – que el loby de la energía nuclear se encargó de frenar – que establecen que una central nuclear, por el sólo hecho de estar en funcionamiento, tiene un fondo de emisión”. O sea que despide radioactividad.

Los accidentes nucleares se expanden por aire y por agua. El complejo nuclear Atucha está sobre el Paraná que desemboca en el Río de la Plata, que provee de agua a la ciudad de Buenos Aires. ¿Hace falta decir algo más?

El daño nuclear se expande en el tiempo. “Un material radioactivo permanece en un área cientos de miles de años. Por eso nosotros sabemos que está en juego nuestro presente y también la posibilidad de que ya no pueda vivir gente en esta zona, un accidente nuclear inhabilita un ecosistema por miles de años, destruye el ADN. Debemos ser conscientes de lo que puede pasar con la vida en el planeta”.

El sábado 21 de julio, a partir de las 16 hs., se realiza una exposición de representantes de asambleas de vecinos en lucha de distintos territorios afectados por el plan nuclear, en la biblioteca José Ingenieros, Independencia 669, Zárate. Allí te esperan.

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