Para proteger al ciervo de los pantanos, además de protocolos, hace falta plata

Sin herramientas de trabajo, la colaboración de los vecinos es vital. La forestación industrial así como emprendimientos inmobiliarios han modificado críticamente el hábitat de los animales autóctonos del Delta. Casi en extinción, el ciervo de los pantanos tiene un tratamiento especial ya que fue declarado Monumento Natural en 1998. El Proyecto Pantano y el Protocolo de Acción Rápida son dos instrumentos para preservar su vida, compatibilizarla con la producción forestal y luchar contra la caza.

 

Los guaraníes lo llaman guazú-pucú; los tobas, calimgó y podríamos seguir enumerando los nombres del ciervo de los pantanos en distintas lenguas originarias, porque este animalito acompaña al humano en una extensa zona de ríos y humedales que llega hasta nuestro Delta.

En 1998 se lo declaró Monumento Natural en la provincia de Buenos Aires, ya que, lamentablemente, es uno más de los animales silvestres autóctonos que se encuentra en peligro de extinción, debido a la transformación de su hábitat, entre otras cosas, por la producción forestal.

Para seguir conservando esta extraña especie de ciervo anfibio, que vive a sólo 40 kilómetros de la capital argentina, investigadores del Conicet (Javier Pereira) y del Inta (Natalia Fracassi) desarrollaron Proyecto Pantano.

 

Los animales en su hábitat

Dado que la producción es necesaria, como dice el biólogo Javier Pereira, Proyecto Pantano se propone conciliar la industria forestal con la conservación del ciervo de los pantanos en el Delta del Paraná.

“Hay dueños de forestaciones chicas que aseveran que el ciervo se rasca la cornamenta contra los árboles y hay otros que aprendieron a convivir poniendo, por ejemplo, una línea de árboles por fuera de la plantación principal, o sea que le fueron buscando la vuelta. Otros dicen que el daño es mínimo, entonces no les molestan los animalitos”, explicó María Eugenia Cueto, guardaparque de Áreas Naturales Protegidas de la provincia de Buenos Aires, destinada a 2da. y 3ra. Sección como fiscalizadora del Proyecto Pantano.

En Proyecto Pantano intervienen muchas organizaciones, tanto gubernamentales como privadas, tal el caso de Arauco Argentina, una empresa forestal que trabaja por la protección de la fauna silvestre en general y en particular del ciervo de los pantanos. “Tienen un programa interno para compatibilizar la forestación y el cuidado de los animales silvestres que les está resultando. Empezaron por prohibir la caza en sus campos. Sus empleados como los de empresas contratistas firman un acuerdo donde se establece que no pueden cazar y si los encuentran cazando, los despiden. También implementaron un plan de reforestación de nativas, armando corredores biológicos por donde se pueden mover los animales. Todo esto favoreció mucho al ciervo de los pantanos, es el lugar donde más se ven”, contó María Eugenia.

En la isla es difícil verlos por su propia geografía y vegetación. “Cuando no hay mucha agua, se pueden ver en los embalsados y pajonales. En cambio, cuando hay agua, salen a los bordes y ahí son muy vulnerables, porque son muy inocentes”. Son animales solidarios que, al detectar que algo le pasa a otro de su especie, se acercan, exponiéndose al riesgo.

Desde luego, la comercialización de su carne está prohibida. “A algunas personas todavía les cuesta entender que se prohíba la caza de estas especies en peligro de extinción, pero, si no las cuidamos, va a pasar lo mismo que con el yaguareté en la zona del Delta”.

Sobre este aspecto, María Eugenia recordó que, en 2013, una revista local denunció, a través de una fotografía, la matanza de un ciervo de los pantanos ejecutada por personas de una cooperativa que trabajaban para Edenor. “Era gente conocida por los isleros. Yo llegaba a las escuelas a hacer educación ambiental y los chicos me decían ‘ése es el marido de la directora’”.

Todo nuestro repudio a esos seres. Sería interesante saber qué medidas tomó la cooperativa, incluso Edenor, con esa gente.

Como contrapartida, María Eugenia manifestó que, después de años de educación, “muchos pobladores ya están compenetrados con la conservación del ciervo de los pantanos, entonces ellos mismos son los que defienden su recurso porque entienden que es propio del lugar y que es de ellos”.

“Los embalsados, esa parte de la isla que tiene la propiedad de flotar, son utilizados como refugio por los animales. Si eso se modifica, para construir o forestar, entonces los animales pierden ese salvavidas en época de crecida. En este momento estamos ante una situación crítica porque las islas se han modificado mucho”.

También en este caso, las formas constructivas industriales atentan contra la vida: “Limpian todo, dejan sólo barro y de ahí empiezan a hacer otro paisaje. La isla es una esponja que absorbe agua, la filtra y la purifica. Estas propiedades se pierden cuando se modifica tanto el ambiente”.

 

La tarea cotidiana: obstaculizada por la falta de insumos

La quema de pastizales también es una peligrosa práctica que se ha instaurado entre algunos ganaderos que trasladan su ganado desde tierra a las islas. “A raíz de esas quemas, en 1997, un ciervito cayó en un zanjón. Los vecinos llamaron a los bomberos, también fueron otras instituciones para ayudar al animal. A partir de ahí se vio la necesidad de elaborar un protocolo de acción para estos casos”.

Si se encuentra un ciervo que necesita ayuda, se debe reportar a: 911, 0800 222 1362 (emergencias ambientales), 0348 443 6900 (Fundación Temaiken), 15 5622 5904 (Asociación para la Conservación y Estudio de la Naturaleza) y otros, como números de las municipalidades, policía local, etc.

“A los animales adultos, si se los ve demasiado quietos, echados, son un caso para ir a buscar. En relación a las crías, cuando son muy chiquitas, hay que observar si está la madre, porque las dejan durmiendo mientras ellas van a comer. O sea que, cuando el ciervito está solo, no siempre está abandonado”, destacó María Eugenia.

Como se sabe, desde principio de año, el Delta está sufriendo una gran inundación, lo que afecta la vida de los isleros, la producción y a los mismos animales. “Han aparecido ciervitos flotando y varios vecinos se han tirado al agua para salvarlos. Una vez a resguardo, nos llaman. Necesitan atención rápida porque son muy delicados para comer. Se recomienda vendarles los ojos para que no se estresen, ponerles algodón en los oídos y, si hay perros, retirarlos a otro lugar”. A todo esto agregó: “Una vez que el animal esté a salvo hay que observarlo. Si bala y afuera también balan, quizás la mamá esté por ahí cerca. Entonces hay que tratar de reunirlos”.

Ante la denuncia de un vecino por la aparición de un animal en problemas, el Comité Científico Técnico del Protocolo de Acción Rápida se pone en acción. Pero existe un trabajo cotidiano de educación, promoción y prevención, que, en este momento, está debilitado porque no se tienen las herramientas necesarias. “Si hablamos de un Delta, necesitamos una embarcación y no la tenemos. Necesitamos vehículos para movilizarnos; teníamos una camioneta, pero ya no está apta para los caminos por donde vamos. Alertamos sobre esta situación a las autoridades, pero no hemos tenido respuesta”.

También se necesitan cámaras-trampa para la 2da. y 3era. Sección para monitorear a los animales. “Hay que ir a controlarlas, cambiarlas de lugar y para esto necesitamos movilidad que actualmente no tenemos”, indicó María Eugenia.

Los funcionarios públicos deben entregar las partidas presupuestarias adecuadas a los trabajos que se deben realizar en el territorio, porque firmar protocolos, convenios o lo que sea sin poner el dinero necesario para su ejecución es una mascarada de la cual ya todos estamos cansados.

Actualmente, María Eugenia usa la lancha colectiva y si es necesario poner en acción el Protocolo de Acción Rápida, recurre a los privados que ponen a su disposición una embarcación. “Como agente fiscalizador, yo debo salir todos los días a hacer una vigilancia y eso requiere herramientas que actualmente no tengo. Por suerte, hay muchos vecinos involucrados en la conservación, por eso vamos avanzando en nuestro trabajo”. Una de las herramientas es la nafta.

Se sabe que San Fernando tiene 2 lanchas, sin embargo no las ponen al servicio de los guardaparques; ese municipio desmanteló el Comité de Gestión de Reserva de Biósfera, gracias a cuyo trabajo se había logrado la recuperación de especies nativas. Si el Municipio de San Fernando tiene dos secciones del Delta, debe cuidarlas y, si no puede, entonces debe ser honesto y reconocerlo y apoyar a los isleños en el gestionamiento de su autonomía.

“Por toda la educación ambiental realizada por organismos nacionales, provinciales, ONGs y muchas docentes que se pusieron esta causa sobre sus espaldas, la población hoy tiene mucha conciencia. Entonces tenemos educación, trabajos científicos, Proyecto Pantano, ahora hacen falta más herramientas para realizar la fiscalización necesaria”.

 

Foto: El Comité de Acción Rápida ejecutando el rescate de un ciervo

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