Cultura crítica para integrar a los pueblos

Centro Cultural de la Cooperación. A partir de la experiencia del movimiento cooperativo, este centro cultural desarrolla su trayectoria en el pluralismo, la participación democrática y la confrontación con la cultura dominante.

 

Algunas personas tienen únicamente sueños personales, chiquitos; otros, en cambio, se permiten soñar a lo grande. Uno de ellos fue Floreal Gorini, dirigente cooperativo que, advirtiendo el hueco no sólo político, sino también cultural dejado por la dictadura, se empecinó en “aportar a la batalla de ideas y propuso crear este centro cultural”, contó Walter Alegre, coordinador del departamento de tango del Centro Cultural de la Cooperación (CCC).

El moderno edificio, ubicado en la ciudad de Buenos Aires, fue construido en épocas difíciles, pero, como los ideales eran potentes, en 2002 se inauguró. Están, por lo tanto, festejando los 10 años. Allí, en el 1543 de la porteñísima calle Corrientes, “el centro neurálgico de la ciudad cultural más importante de Iberoamérica”, el CCC se enfrenta al teatro San Martín. “Creo que estar enfrente del teatro oficial es como para decir ‘tenemos que hablar, acá estamos’”, compadreó Walter.

Los logros de esta primera década hablan por sí mismos: espectáculos a sala llena, presencia constante en los medios y visitas destacadísimas: “El presidente de la República Bolivariana de Venezuela nos visitó dos veces, también estuvieron Evo Morales y el presidente Correa de Ecuador”. Pero, alineado con los ideales de Floreal, Walter agregó: “El mayor capital que tenemos son los becarios, porque son los jóvenes que dentro de 10 o 20 años van a dirigir el país, no sólo en política, también en lo cultural”. Es decir que, trabajando hoy, pero mirando siempre al futuro, la convicción y felicidad que otorgan los ideales colectivos, permiten a Walter asegurar: “Estamos trabajando para un objetivo que no vamos a ver, pero sabemos que somos parte de una cadena. Queremos cambiar el mundo y todo lo que hacemos es para eso”.

 

Algo de tango actual

El departamento de tango tiene un ciclo dedicado a los nuevos compositores que “son muchos y de muy alta calidad, aunque no se divulgan porque el turismo busca lo clásico, un tipo vestido de compadrito y una mina con medias de red, y eso crea una identidad falsa y desestimula la creación porque siempre se cantan los mismos temas”, rezongó Walter.

El ciclo se llama Tango de Miércoles y, además de presentarse irreverentemente desde su nombre, sirvió de insumo fundamental para el libro que acaban de publicar, Tango, ventanas del presente. “El valor de este libro es visibilizar el tango actual que la mayoría desconoce”, explicó el coordinador del departamento de tango y admitió que “es difícil gestionar con un pensamiento progresista, porque el manejo que se ha hecho del tango es conservador”. Para seguir polemizando, mencionó a “la academia del tango y del lunfardo, con Horacio Ferrer y José Gobello. Con ellos es imposible discutir, son los obispos del tango. Crearon el tangómetro y con eso fosilizaron al tango. Eso provocó que muchos jóvenes piensen que es música de viejos. Y tenían razón, porque se cantan tangos que no representan a la juventud porque no hablan del conflicto actual, no hablan con el lenguaje actual porque ya no se dice ni ‘pebeta’ ni  ‘percanta’”. Y dio un ejemplo: “Si hace 100 años atrás encontraba a mi mujer con otro, estaba obligado a meterle 34 puñaladas. Ese mismo hecho ocurre hoy y lo charlamos, hacemos terapia y es muy probable que la culpa sea mía. El hecho es el mismo, pero la forma de tratarlo es distinta”.

Siguiendo con las aclaraciones, dijo: “No nos gusta usar la palabra vanguardia porque está bastardeada, hacemos tango actual. Para nosotros no hay tango nuevo, hay tango y tango viejo. No es gratuita esta definición, porque estamos discutiendo con lo establecido y en este caso está el tango y, como apéndice, el tango nuevo. Nosotros decimos al revés, hay tango y el apéndice es tango viejo, para estudiar, para conservarlo e ir siempre a las fuentes”.

Sin vacilaciones, el Centro Cultural de la Cooperación instaló su bandera crítica, anticapitalista y americanista en el territorio de la cultura nacional, invitando a crear un mundo nuevo.

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