Lo esencial es la participación de los alumnos

Ensamble Nueva América. Fue una propuesta que surgió en el 2011 en el colegio Artigas de San Fernando. Luego trasladaron la experiencia a clubes barriales. La concurrencia al taller no es obligatoria, pero tienen asistencia perfecta; mejora el rendimiento escolar, genera compromiso y diluye la violencia.

Las actuales prácticas escolares, propias de la sociedad disciplinar, han entrado en cuestionamiento desde distintos sectores: investigadores, docentes y alumnos mismos. Propuestas y/o experiencias para cambiar la estructura áulica hay muchas, pero “no hay que llenarse la boca hablando de participación e inclusión como algunos licenciados, simplemente hay que practicarla. Y esto pasa en los clubes, porque allí la inclusión es una práctica cotidiana. En esos espacios encontramos más apoyo que en las escuelas, donde, si al directivo le conviene para la foto, trabajamos; si no, nos guardan en el cajón”, dijo Gastón Corrales, profesor de geografía y creador, junto a Jorge Pizzi, del Ensamble Nueva América, un proyecto que desarrollan en horas institucionales de distintas escuelas secundarias de San Fernando y en clubes barriales.

 

Inclusión y protagonismo

“El ensamble es una agrupación artística, tanto de estudiantes como de profesores. Surge como un espacio musical, pero la profundización del proyecto va hacia artes visuales, teatro, literatura, muralismo”, explicó Jorge, profesor de literatura.

Por su parte, Gastón amplió: “Que quede claro que el ensamble no es una bandita. Nosotros convocamos bajo la consigna de que todos podemos expresarnos y todos somos protagonistas. Algunos de los alumnos que se inscriben saben música, pero como no trabajamos la escritura musical convencional, sino un lenguaje de señas, entonces sólo con un poco de oído es suficiente. En algunos ensambles no tenemos instrumentos, trabajamos con bidones, baldes, con los bancos”.

Los ensambles comienzan, en general, “como en el principio de la humanidad, por la percusión. Todo humano tiene incorporado un ritmo para respirar, para caminar. Por eso lo primero que intentamos que entiendan es que no son los tambores los que suenan, sino nosotros a través de los tambores; si uno está nervioso, se nota; si está relajado, se nota; si alguien quiere sobresalir, se nota y esto tratamos de evitarlo para que nos enamoremos del sonido y no de nosotros mismos”, destacó Jorge, quien se ocupa de la percusión.

“En otros ensambles hay guitarras, aparecen las voces, coros, aunque no es un coro tradicional. Hay chicas que nunca estuvieron delante de un micrófono, pero se atrevieron. Si bien aceptamos propuestas de los alumnos, tratamos de armar canciones del repertorio popular y cuando ven que, independientemente del género musical, los artistas que nosotros les proponemos están cerca de ellos, entonces los aceptan. Además hay un análisis de las letras y también del contexto histórico y geográfico del que surgieron. De esta manera, vamos incorporando contenidos escolares desde la vivencia, se van sintiendo parte de América Latina, no sólo de Argentina. Esta es una pedagogía que tiene que ver con generar vínculos”, reconoció Gastón.

El trabajo con el ensamble avanza sobre otros aspectos: “En el 2012 armamos eventos donde unimos varios ensambles. Los chicos se conocieron en el momento previo a salir al escenario y pudieron armar el bloque artístico sin problemas. Fue muy significativo porque implicó la unión entre barrios, que muchas veces están enfrentados. Gracias a esta experiencia se diluye la violencia y, en cierta medida, el surgimiento del ensamble fue por eso, porque en el Artigas había violencia y a los dos se nos ocurrió que el camino era éste, lo cultural y lo artístico”, manifestó Jorge.

Los alumnos que participaron del ensamble mejoraron su asistencia al colegio y “si bien algunos repitieron, porque a veces el adolescente es vago, ninguno dejó la escuela”. Los profesores aseguraron que este espacio los contiene y les permite ser protagonistas. Además resignificaron los actos escolares, generando espacios de reflexión sobre los pueblos originarios: “A través del ensamble damos contenidos curriculares, por ejemplo la unidad latinoamericana, patrón fundamental de muchas materias. También es importante todo lo que tiene que ver con lo aptitudinal, lo cooperativo, lo solidario, que atraviesa todos los diseños curriculares. Todo esto está en la nueva ley de educación”.

Con el ensamble, los estudiantes logran un protagonismo que no se encuentra en las aulas, por eso “es fundamental cambiar, no se puede seguir con prácticas pedagógicas obsoletas”, sostuvo Gastón.

Los profesores insistieron en que es necesario institucionalizar esta experiencia, dado que “existen planes de Nación y también de la Provincia -de Buenos Aires- que avalan todos los proyectos presentados”. Asimismo plantearon que no son los únicos, sino que “cuando uno empieza a averiguar, se encuentra con proyectos similares”. Por este motivo propusieron “cerrar los libros de pedagogía y empezar a mirar lo que está pasando”. Para quienes estén interesados en el tema, han armado el Espacio de Acción Docente Simón Rodríguez que se reúne los sábados en el Club Barrionuevo de Virreyes.

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