Lo más interesante no está en internet

Vivencias de una adulta mayor obligada al encierro pandémico. Imposibilitada de recorrer bibliotecas, la historiadora local Rosario Ferraggi tiene en paréntesis la búsqueda de información sobre Magdalena Villegas de Martínez. Mientras tanto realiza otras actividades, pero avisa: “Si puedo seguir con lo mío, largo todo”.

PEDIDOS POR MAIL PULSANDO ACÁ

        En el mundo pandémico, las vidas se han trastocado. Si bien muchas personas renovaron sus actividades, otros sufren el aislamiento como un amanecer perdido. “A veces camino por las paredes porque no puedo hacer lo que quiero”, se lamenta Rosario Ferraggi, quien, desde hace muchos años, recorre bibliotecas y archivos buscando datos precisos para reconstruir la historia de personajes locales. Y ahora, encerrada en su casa, mira los manuscritos del libro que tiene en preparación y con tristeza dice “quedará sin terminar”.

        Con más de 80 años, Rosario siente sus proyectos resquebrajados: la vida de Magdalena Villegas de Martínez, quien dio su nombre al hospital provincial de Tigre, es una incógnita y podría “quedar ahí”, si no logra continuar revisando archivos y hemerotecas.

        En tardes ensombrecidas, Rosario recibe pedidos de colaboración, ya sea de las nuevas autoridades del Museo de Pacheco o de personas que buscan ancestros. Entonces los ángeles de su corazón comienzan a entusiasmarse y se sumerge en su propio archivo.

Caminar para encontrar información

        El Museo de Pacheco se está renovando con muchos datos que aportó Rosario y fotos que fueron de don Enrique Innocenzi, quien publicó el primer diario de Pacheco: Fomento.

        “Innocenzi fue el primero que se ocupó de la historia de la localidad; aunque con errores, fue una manera de empezar. Los viejos pobladores le hicieron mapas con la ubicación de los tambos”, cuenta la entrevistada, que está dolida porque los hijos de Innocenzi entregaron la colección completa del diario a la Biblioteca de Pacheco y “no se puede ver porque no están clasificados”. Ésta es una constante que se reitera en bibliotecas y archivos. Quizás alguna vez funcionarios o concejales pongan su mirada en la conservación de la historia local.

        Rosario colaboró con Fomento; recuerda especialmente su nota sobre Isabel Cebey. “Fue una maestra muy querida. Cuando yo llegué a Pacheco, todo el mundo me hablaba de ella. Todos hablaban de la escuelita de Isabel”.

        En relación con el primer Cebey que llegó a Tigre, hace poco tuvo una sorpresa: “Ése Cebey se casó dos veces y yo no podía encontrar el acta del primer casamiento, llegué a pensar que había venido casado de Cádiz. Pero encontré el acta en la iglesia San Nicolás de Bari, de la Capital Federal. Jamás pensé que se hubiera casado en Buenos Aires, porque él hizo todo en Tigre: fue Juez de Paz, formó parte de la Cofradía de las Ánimas del Purgatorio, fue del regimiento Colorados de las Conchas, tuvo todos sus hijos en Tigre”.

        Una de las razones por las cuales puede tornarse difícil encontrar información, es por la falta de instrucción de los amanuenses del siglo 19. “Muchas veces anotaban como suena un apellido, por ejemplo, Croche, en lugar de Crocce. Muchos de los que trabajaban en las iglesias tenían poca instrucción”. También los censos de aquel entonces tienen errores: “En uno encontré, en ocupación, ‘alma senero’, así, separado y con “s” y yo pensaba ¿qué es esto? Otra que encontré es ‘sir bienta’”.

        Con la edad también existen muchos errores porque no tenían documentos. “Siempre le digo a la gente que no se guíe por la edad de los censos. Es un dato que ubica, pero puede no ser exacto. Después hay que buscar la partida de nacimiento y ahí se confirma”. Ojo con las mujeres, se sacaban años: “La esposa del general Pacheco se sacó 14 años!!”.

        En cuanto a hijos nacidos dentro o fuera de matrimonios consagrados, Rosario advierte: “El cura, según lo que se le pagaba para un bautismo, ponía que era hijo legítimo o no”. Además, en el margen de la partida de bautismo “ponían cuánto le habían pagado” por la gauchada.

        Obviamente, investigar no es fácil y uno de los escollos mayores es saber dónde buscar. “Al principio me di muchos golpes. Hablaba con gente de San Fernando que tuvo grandes historiadores y me aconsejaban. Un viejito me decía ‘usted tiene que ir al pasaje Dardo Rocha’ y yo me preguntaba ‘qué será eso’, después me enteré que era el archivo Levene”.

        El Archivo Histórico Provincial Dr. Ricardo Levene se encuentra en el Pasaje Dardo Rocha 588, La Plata.

        Otro lugar que Rosario recomienda es la Biblioteca Prebisch que está adentro del Banco Central y “tiene digitalizados La Prensa y La Nación, completos”; y, en el mismo lugar, la Biblioteca Tornquist, “donde hay mucho material en papel”.

        Algunas personas le recomiendan a Rosario que investigue usando internet, pero ella insiste: “El que se queda sólo con internet puede perderse mucha información. Para mi último libro, yo revisé 42 legajos sucesorios que no están en internet”.

        Rosario Ferraggi lleva años registrando mapas, diarios, anotaciones al margen y en esas vivencias se fueron entrelazando conocimiento y anécdotas, que cuenta con mucha gracia. Por eso esperamos reencontrarnos para seguir escuchándola porque nada de lo que narra está en internet.

Por Mónica Carinchi

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