Wankani, compromiso con la música

Todos los ritmos de América. Buscan difundir la cultura latinoamericana a través de la música. Desde hace 5 años se los puede escuchar en peñas, festivales y centros culturales. Uno de sus anhelos es tocar en Plaza de Mayo.

 

        Entre las altas cumbres de Los Andes, el pueblo aymará escuchó la marea del silencio. “Wankani”, pronunció un día, y el lugar se llenó de sonido. Sikus, quenas, tarkas, quenachos comenzaron un diálogo musical que sigue alimentando las almas multicolores.

        Ya no cerca de la montaña, sino a orillas del Luján, 6 amantes de la música andina se reunieron y, como creen en la magia de las palabras, se bautizaron Wankani. Ellos son Marcelo Vázquez y su hijo Federico, Pablo Kiernan, Nicolás Morales, Rodrigo Alonso y Raúl Bustamante. “Nos propusimos hacer las cosas seriamente y lo mejor posible, entonces hay que estudiar, ensayar y escuchar a los referentes”, dijeron. Y nombraron a Illapu, Inti Illimani, Quilapayún, Markama, Savia Andina, Los Chaskis, Víctor Jara, Chabuca Granda.

 

Algo más que música

        Como hacen una gran variedad de ritmos, cada recital de Wankani es un muestrario de instrumentos: charangos, flauta traversa, guitarra, cuatro venezolano, tiple, tabaquiño y muchos más. Por supuesto, también hay voces: Pablo, Marcelo y Federico cantan alternadamente o en un potente ensamble. Justamente, esto es lo que consideran que los diferencia: “No hay muchos grupos como el nuestro. Hacemos música andina y latinoamericana, algunos temas instrumentales y en otros cantamos a voces, hacemos nuestros arreglos, cambiamos todos de instrumentos”. A esto debemos agregar que Wankani transmite energía y felicidad; se ve en la cara de Marcelo, que parece que no se cansa nunca y que, con absoluta sinceridad, afirmó: “Si fuera por mí, tocaría todos los días”.

        Para este grupo, la música no es un mero pasatiempo, sino la oportunidad de transmitir la cultura latinoamericana a través de sus ritmos.

        “Para el bicentenario de Venezuela, la embajada nos invitó. También tocamos en la conmemoración de Alí Primera; en la Biblioteca Nacional, en un encuentro de la Asociación Argentina de Luthiers. En esos lugares, uno siente que realmente la gente escucha”, comentó Pablo. Y surgió un tema reiterado entre los músicos que tienen una propuesta diferente a la comercial: “Si bien hay una movida en relación a lo latinoamericano, todavía faltan lugares para tocar. Hay grupos que tocan quena y charango, pero hacen algo más populoso y eso es lo que vende. Ahora se puede escuchar una chacarera con dos guitarras eléctricas y una batería. Pero nosotros no hacemos eso, respetamos los ritmos y tratamos de hacerlos de la mejor manera posible”.

        Aunque estuvieron en Cosquín y aseguraron que “haber subido al escenario mayor es una experiencia hermosa”, también manifestaron sus reservas sobre el famoso festival: “En Cosquín se encuentra de todo, pero lo mejor pasa en las peñas. Ahí hay músicos impresionantes que jamás van a llegar al Próspero Molina”.

        En diciembre de 2012, Wankani grabó su segundo CD. Esta vez lo hizo en vivo, en la Biblioteca Madero, de San Fernando. Allí, además de escuchar, se bailó y alentó al grupo, que le dio duro a los instrumentos por más de tres horas.

        Durante el verano se dedicaron a recorrer el país, un poco para tocar, un poco para escuchar a otros músicos y también para descansar, porque el 2013 los encontrará girando con el nuevo CD y con las ganas multiplicadas de tocar hasta que las velas no ardan.

Deja una respuesta