Navegan más rápido que el viento

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La dupla Tavella-Greggi, campeones mundiales de la categoría 29er.

El tigrense Franco Greggi comenzó a navegar a los 7 años en el Club San Fernando. Después de pasar por típicas categorías juveniles, llegó al 29er. y el 8 de enero se coronó campeón mundial junto a su compañera Belén Tavella. Ya está pensando en subirse a un 49er. y participar de las Olimpíadas del 2016.

 

Gracias a que Eolo no dejó de soplar, las olas se alzaron y las 65 embarcaciones que disputaron el Campeonato Mundial de Yachting clase 29er. ofrecieron un desbordante espectáculo los 6 días de competición, en las aguas de Mar del Plata.

Todo empezó el 1 de enero con la medición de los barcos, ya que en la categoría 29er (twenty niner), “todos los barcos son iguales, nadie puede tener uno mejor, es la habilidad de un corredor sobre otro”, expresó Franco Greggi, que junto con su compañera Belén Tavella, alzó la copa de Campeón Mundial de esta categoría.

El 2 de enero se corrió la regata preparatoria; del 3 al 5, la etapa de clasificación que es “todos contra todos”; y los últimos 3 días, la dupla Tavella-Greggi participó de la flota de oro, es decir “los primeros 25 de la clasificación”.

Entre los competidos había australianos, ingleses, dinamarqueses, suecos, españoles, chilenos, incluso croatas. “Hasta Sudamérica sólo vienen los que tienen chance de ganar”, o sea que nuestros compatriotas se midieron con los mejores del mundo.

El 29er. es una embarcación de vela ligera, un monotipo chico, del modelo skiff, “va más rápido que el viento, navega con su propio viento”. Para los neófitos, Franco explicó: “Cuando uno va en un auto y saca la mano por la ventanilla, se siente lo que se llama viento aparente. El skiff tiene la particularidad de navegar con ese viento, con su propio viento, y siempre va un poco más rápido. Si el viento sopla a 20 km. por hora, el barco va a 21. El máximo deben ser 40 o 50 km., más no porque ya es un descontrol porque en el agua se va rozando, no se va rodando como un auto. Para un auto 50 km. por hora no es nada; para un barco, sí”. Y agregó: “Los barcos a vela que se ven habitualmente en el río navegan con el viento que sopla, nunca pueden superar esa velocidad”.

Franco también señaló que en esta categoría la largada es muy difícil, “hay que tener mucha coordinación de equipo, calcular muy bien el tiempo. Este es un deporte muy calculador, hay que conocerse muy bien a uno mismo, al compañero y al barco”. En cuanto a su compañera, corren juntos desde hace 3 años: “En esta categoría se corre con un promedio de 130 kilos, como yo peso 80, pensamos en tener un timonel chico para que todo el peso esté en el trapecio. Belén pesa 48, lleva el timón y la vela de adelante. Es una genia, hace las cosas muy bien”. Juntos, el 8 de enero se consagraron campeones mundiales y, además del propio esfuerzo, Franco reconoció que “sin el apoyo de mis viejos, mi entrenador y el esponsor de la Bodega del Fin del Mundo, esto no sería posible”.

 

El pequeño navegante

A los 7 años, Franco comenzó a navegar en la categoría optimist en el club San Fernando, después pasó a la categoría cadet y también cambió de club: desde entonces corre para el Yacht Club Argentino.

En cadet fue a dos mundiales: uno en Bélgica, otro en Australia. “A partir de los 18 años, se elige el barco que uno quiera, eso va a depender de la disponibilidad económica, del físico, de la habilidad”. Fue así que llegó a la categoría 29er., con la cual corrió el mundial de 2007, con otra compañera, en Buenos Aires; y el de 2009, en Italia: “Ahí ya estaba con Belén, fue un campeonato muy importante para nosotros, aprendimos un montón, quedamos 13 de 187 competidores. Ese mundial fue en junio y el siguiente se hizo en enero de 2010 en Bahamas, como no teníamos dinero para ir decidimos prepararnos para Mar del Plata”. Evidentemente, la decisión fue acertada.

Como ya llegó a la cumbre en la categoría 29er., Franco piensa pasar a un 49er., “es un barco un poco más grande, en este caso se cuelgan los dos, el que timonea y el que tripula. Este es olímpico. Vamos a tratar de estar en las Olimpíadas del 2016 en Brasil. Para el 2012 ya hay un equipo argentino que está muy preparado y va a ser muy difícil ganarle”, advirtió Franco, que indudablemente se conoce y, cuando arma una estrategia, es para salir campeón.

 

El skiff 29er. fue diseñado por un australiano que vendió la representación a distintos constructores en el mundo. Para Sudamérica, el representante está en San Fernando, es decir que el barco se construye aquí y  “si un chileno tiene un problema, tiene que venir a San Fernando”. Los restantes insumos, palos, velas, son importados porque “los puede vender sólo una persona, digamos que es un monopolio, viene todo de Australia. Para el bolsillo no es lo mejor, pero en el momento de correr es buenísimo porque se asegura que todos los barcos son iguales”.

El 29er. es una embarcación ligera, mide 4,45 m. de eslora, 1,77 m. de manga. Tiene una vela mayor, un foque y un spinnaker asimétrico montado sobre botalón telescópico. Su tripulación la forman patrón y tripulante, que dispone de trapecio. Esta embarcación combina alta velocidad con reacciones fulgurantes, lo que exige alto nivel técnico y buena condición física.

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