Primera parada: Túnez

El norte de África tiene mucha historia y también miseria. El profesor de historia Marcelo Magne nos contó su experiencia recorriendo dos países del norte de África, advirtiendo que su mirada “está marcada por el eurocentrismo y la visión occidental del mundo”.

El río Nilo atraviesa el paisaje desértico de Egipto de norte a sur. Es el principal proveedor de agua dulce de ese país y forma parte de un circuito turístico quizás iniciado por Julio César y Cleopatra, astuta reina de Egipto y diva del cine.

Por aquellas aguas anduvo el profesor de historia Marcelo Magne que nos contó su experiencia por Egipto y Túnez, ambos países del norte de África donde se asentaron (¿saquearon?) diversas culturas europeas, anteriores y posteriores a Cristo.

La primera etapa del viaje fue en Túnez a donde llegó embarcándose en Palermo – capital de Sicilia – en un ferry que tarda 12 horas en atravesar el Mediterráneo, ese mar que los romanos bautizaron como Mare Nostrum.

Por supuesto, fue a visitar las ruinas de Cartago, de la cual dijo el profesor de historia: “Poco queda porque Roma, en la tercera guerra púnica, se encargó de destruirla totalmente”. Para encontrarse con el pasado aún en pie, visitó Sbeitla (“para Roma fue muy importante porque allí se producía aceite de oliva”), El Djem (“hay un coliseo en muy buen estado y un interesantísimo museo de mosaicos”) y una zona “donde la gente sigue viviendo en cavernas en las montañas, van agrandando la cueva natural y así arman las habitaciones de una casa”.

Actualmente Túnez -donde se inició la revuelta conocida como la primavera árabe, en 2010, que, en poco más de un mes logró derrotar a una dictadura de 23 años- tiene un gobierno ultraconservador que “está a favor de la pena de muerte, en contra de la igualdad de hombres y mujeres, que se opone a despenalizar la homosexualidad”, señaló el viajero que agregó que, en algunos aspectos, “es bastante occidentalizado, si se lo relaciona con otros países del mundo árabe, por ejemplo, por la calle circulan mujeres con pantalones, con remeras cortitas que se les ve el ombligo, existe el divorcio”.

En cuanto a sus fuentes de ingresos, destacan la exportación de aceite de oliva y dátiles. “En la palmera datilera hay mucho trabajo, eso se ve. Cuidan la palmera, cubren los racimos de dátiles, los bajan a mano. Seguramente ese trabajo es mal pago, pero es trabajo”. Sin embargo, la desocupación es mucha, aunque “el Estado habla de un 16%, se supone que es mucho más”. Y eso estaría corroborado “por la cantidad de hombres que hay en los bares a cualquier hora. Uno se pregunta qué hace un tipo a las 3 de la tarde de un martes sentado tomando té”.

Los tunecinos hablan árabe, también francés, no beben alcohol y muestran solidaridad con los palestinos. “Vi mucha gente con la bandera de Palestina, movilizaciones, caravanas en las rutas, gente que juntaba recursos para enviar a la zona de conflicto, afiches. Muchas expresiones de solidaridad hacia los habitantes de Gaza”, recordó nuestro entrevistado. (continuará)

Por Mónica Carinchi

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