Convencido de que es imposible construir democracia sobre la impunidad, Raúl Alfonsín creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. El Informe Final de la Comisión fue clave en el juicio a las juntas militares.
En su discurso de asunción el 10 de diciembre de 1983, el presidente Raúl Alfonsín dijo: “El país ha vivido frecuentemente en tensiones que finalmente derivaron en la violencia espasmódica… La lucha entre sectores extremistas, así como el terrorismo de Estado, han dejado profundas heridas en la sociedad argentina. La manera de restañar esas heridas no puede girar en torno a venganzas… pero la democracia tampoco podría edificarse sobre la claudicación, actuando como si aquí no hubiera ocurrido nada. Se propiciará la anulación de la ley de amnistía dictada por el gobierno militar y se pondrá en manos de la justicia la importante tarea de evitar la impunidad de los culpables”.
Con esta convicción y considerando que no debía ser el Congreso el ente que investigara las desapariciones, torturas y asesinatos cometidos por las sucesivas juntas militares, Alfonsín creó, por decreto 187/83 del 15 de diciembre de 1983, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).
Sus integrantes fueron ciudadanos comprometidos con la vigencia de los derechos humanos (incluso de manera tardía, como el caso de Ernesto Sábato que a poco de asumir jorge rafael videla compartió con él un almuerzo y lo elogió por ponerse al frente del gobierno), entre ellos: Jaime de Nevares, Marshall Meyer, Magdalena Ruiz Guiñazú, Graciela Fernández Meijide, René Favaloro (renunció ya que estaba en desacuerdo con que la Comisión no investigara los crímenes de la Triple A), Gregorio Klimovsky. También fueron invitados senadores y diputados; los legisladores justicialistas rechazaron la invitación.
El objetivo de la CONADEP era tomar denuncias, reconstruir casos, recopilar información, para lo cual, durante 280 días, recorrieron el país tomando testimonios de sobrevivientes y conociendo los edificios utilizados como centros clandestinos de detención. Esta tarea les permitió probar la existencia de un plan sistemático de represión institucional, lo cual fue clave para el juicio a las juntas militares.
Casi un año después, Ernesto Sábato -presidente de la Comisión- le entregó al presidente Raúl Alfonsín el Informe Final que tuvo por título Nunca Más, que traducido a varios idiomas y vendido en el mundo entero, se convirtió en un best seller.
Este año, en el Día Internacional de los Derechos Humanos (10-12) y también el 15 de diciembre, los organismos de derechos humanos de todo el país y los argentinos/as de bien (¿o de mal? ¿o los orcos?) dirán nuevamente: NUNCA MÁS.
Por Mónica Carinchi
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