Los perros callejeritos tienen su libro

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La pachequense Lilia Cremer presentó su libro “El perro negro” en la Biblioteca Sarmiento

A partir de una anécdota, Lilia fue armando una historia que le permitió reencontrarse con amigas, emocionarse con su familia y sorprenderse con el interés de sus vecinas. Ya comenzó a escribir su segundo libro.

 

Algunas abuelas, cuando los nietos lloran y lloran, claman por el regreso de sus hijas; Lilia Cremer, en la misma circunstancia, consiguió un aliado: el perro negro. “Un día mi nieta lloraba, yo no sabía cómo calmarla, no podía hacerle la mamadera. Entonces la senté en la mesada, abrí la persiana y se me apareció el perro en la vereda de mi casa. Era tal como lo describo, corpachón, medio deforme, feo. Yo grité ‘el perro negro!’ a propósito para ver si la conmovía y me dio resultado, ella puso las manitos en el vidrio y se quedó mirando. Así pude preparar la mamadera”, recordó Lilia.

A partir de ese día, los relatos del perro negro se fueron ampliando, con aventuras y nuevos personajes, según iban naciendo más nietos. La historia se hizo tan famosa, que todos comenzaron a decirle que la escribiera.

 

Historia de un libro

“El año pasado, cuando mi nieta iba a cumplir 15 años, pensé que era el regalo justo. Yo tenía todo en mi cabeza, me tomé un tiempo y la escribí”. Nació, entonces, El perro negro, un relato en 14 capítulos.

En el 2010 editó 50 ejemplares que entregó en el cumpleaños de su esposo, un día antes del cumple de la nieta. “Fue un momento muy emocionante, con la familia, amigos. Todos me pedían que se los dedicara”.

También hubo regalos para las vecinas, esas que son “locas por los perros”: “Me decían que no podían parar de leerlo, que se lo prestaban a las amigas”.

El libro trascendió las fronteras de Tigre: “Del colegio de mi nieto, en Pilar, me llamaron para hacerme una entrevista porque los chicos lo leyeron y después hicieron historias, dibujos”.

Con tanta aceptación, Lilia pensó en una nueva edición, mejorando la estética y con agregado de actividades para las maestras. Pero antes necesitaba una aprobación: “Yo tenía el estímulo de mi familia, de mis amigos, pero necesita que alguien lo leyera y sin piedad me dijera ‘hacelo porque vale o no, no vale la pena’. Entonces fui a buscar a mi ex compañera Sylvia Ruiz que fue maestra, directora, inspectora, coordinadora de talleres literarios, fue alumna de Bratosevich, el autor de nuestros libros! Era la palabra autorizada que yo necesitaba”.

La amiga le dio el ok y salió la segunda edición que ya fue presentada en las bibliotecas más importantes de Tigre.

Primero en el terruño de la autora: “Hace 44 años que vivo en Pacheco, cuando vinimos acá, esto era un campo. Soy socia vitalicia de la biblioteca Castelli, pero nunca había ido, por eso, otra vez le doy gracias al perro negro porque me llevó por primera vez a la biblioteca”.

Lilia explicó que, orgullosa de su propia biblioteca, nunca visitó la del barrio, pero que le gustaba colaborar con la institución porque es un lugar emblemático: “Me dio mucho gusto presentarlo ahí. Fueron amigas del secundario, vecinas, la directora de la biblioteca de Tigre que es amiga mía de la infancia. Fue muy emocionante, por eso le digo gracias al perro negro. Además, al finalizar, Graciela Petersen anunció que me daban un premio al mérito cultural que otorga el Rotary. Así que siempre digo que, si me encuentro al perro negro, me lo tengo que llevar a vivir a mi casa”.

El 2 de diciembre, la felicidad nuevamente convocó a amigos y lectores en la biblioteca Sarmiento. En cada oportunidad, la gente se acerca a Lilia para contarle anécdotas de sus mascotas; chicos y grandes dibujan a sus animalitos en cartulinas y dejan sus observaciones y agradecimiento en un libro que luego Lilia lee junto a su marido y lloran “leyendo las dedicatorias”.

Ahora, Lilia está preparando una antología de cuentos dedicados a todos sus nietos y a su esposo. “Busqué una peculiaridad de cada uno de ellos”, contó y nos adelantó algo sobre el relato para su marido: “Antes lo confundían con un actor de cine, ahora lo confunden con papá Noel”.

Todos los perritos y también los amantes de los animales le agradecemos a Lilia su sensibilidad; y nos vamos preparando para el próximo libro.

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