A ponerse en guardia

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El deporte de la elegancia y las decisiones rápidas. El maestro Juan Gavajda se inició en la esgrima a los 19 años. Actualmente da clases en el Club Tigre Juniors. Recomienda la actividad para mejorar reflejos, coordinación y equilibrio. Aclaró que no genera lesiones, pero, además, en su escuela se provee de los protectores necesarios.

 

A los 19 años, por causalidad, se enfrentó con un sable. Quedó paralizado, amor a primera vista. Lo invitaron a una clase de esgrima; fue, sin saber, que sería una estocada vital.

“Fue una pasión que no pude dejar hasta el día de hoy. Mañana, cuando me tenga que ir, voy a pedir que me pongan un sablecito en mi casita eterna para luchar contra las adversidades, porque uno nunca sabe”, expresó Juan Gavajda, entre sonrisas.

Como las vocaciones no se pueden torcer, aun habiéndose recibido de ingeniero industrial, su camino era, sin dudar, el de la elegancia de este deporte-arte. “Trabajé en la construcción de una planta de agua pesada para un proyecto nuclear. Yo, que soy antinuclear totalmente. Esa contradicción hacía que todos los fines de semana estuviera enfermo”. Entonces dijo: “Esto no es para mí”, renunció y se quedó mirando el techo; como muchos, se preguntaba “ahora qué hago?”.

Dado que los esgrimistas son luchadores natos, hizo varias cosas, todas relacionadas con lo que predomina en Juan: su mundo sensible.

Desde el día que lo invitaron al Club Hungaria, el maestro Gavajda practicó ininterrumpidamente esgrima. Compitió a nivel internacional representando al país; transmitió esta fascinación a sus hijos y, actualmente, dirige, con uno de ellos, su propia escuela de esgrima. “Esteban es mi mano derecha y Matías tiene su propia escuela en Chile”.

 

Nacida entre caballeros

El maestro Gavajda asegura que la esgrima atrae a los niños porque es algo arquetípico, que acompaña a la humanidad desde sus orígenes.

“Los seres humanos no tenemos una constitución fuerte, entonces, lo primero que encontraron en el suelo, un fémur de animal o una rama, lo agarraron y se empezaron a defender con eso. Ahí nació la esgrima. Desde los comienzos del ser humano, la esgrima se involucró en nuestro desarrollo. Es algo que nos quedó grabado a fuego. Niños de culturas que no tuvieron contacto con la tele, hacen esgrima con palitos. Esto es ancestral, tal es así que yo me doy cuenta cuando viene un alumno y agarra el arma, le miro la cara y veo cómo se transforma y me digo ‘éste tiene esa conexión ancestral’. Otro tira el sable al diablo y agarra la tablet, a ése se le cortó la conexión. El que la tiene a flor de piel va a ser un gran esgrimista”.

La práctica de la esgrima desarrolla la concentración, los reflejos, las respuestas inmediatas a situaciones de emergencia; mejora los problemas posturales; potencia la coordinación y el equilibrio. Por esto, es recomendable para los niños y sería adecuada su incorporación a las escuelas. “No se pueden argumentar impedimentos económicos. Yo enseñé en escuelas Waldorf con varillas de mimbre”.

A su escuela llegan niños con problemas de motricidad y a otros los llevan para que larguen la compu. “Los pibes se copan, porque toman contacto con esa cosa ancestral. Se dan cuenta de que hay otro mundo”.

Adultos y gente de tercera edad también practican; por supuesto, no faltan las mujeres. “Antes, sólo hacían florete, que es el arma más liviana. Hoy hacen también espada y sable. La esgrima exalta la belleza natural de la mujer”. Sin lugar a dudas, es un deporte muy elegante.

Para que todos los padres se queden tranquilos, Juan aclaró que “el comité olímpico internacional calificó a la esgrima como uno de los deportes más seguros. Prácticamente no hay lesiones”. Además, la escuela provee protectores y, también, las armas.

Mucha gente practica para pasar un buen rato y cuando Juan advierte que el alumno tiene condiciones para desarrollar, entonces lo entrena para competir.

Como merece un deporte nacido entre caballeros, Juan da sus clases en el Salón Imperial del Club Tigre Juniors, “el espacio ideal”, dijo el profe. Aquellos que quieran probar, pueden hacer una clase sin costo martes o jueves de 19 a 21hs. o sábados de 10 a 12.

 

Foto: El maestro Juan Gavajda cruzado con su hijo Esteban

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