A rollear en Rincón

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Un emprendimiento de Josefina Priesca y Guadalupe Salas. Cada 15 días, una masterclass a cargo de Martín Pollón. Enseña técnica y, sobre todo, normas de seguridad. A los beneficios del patín se suma la tranquilidad de ir acompañados, disfrutando del paisaje.

 

        En los últimos años, los rollers lograron muchos adherentes en países como Estados Unidos, España y también Argentina. Efectivamente, en las noches porteñas es posible ver a pelotones de entusiastas patinadores ocupando un carril de calles céntricas; los fines de semana, grupos de 20 o 30 rolleros aparecen por las calles de Tigre; y, desde hace dos meses, en el barrio cerrado Rincón, un grupo fundamentalmente femenino se junta cada 15 días para tomar una masterclass. “El objetivo de las clases es tener un poquito de entrenamiento, divertirse y adquirir seguridad sobre los patines”, dijo Martín Pollón, el profe del emprendimiento que se llama A Rollear en Rincón, ideado por Josefina Priesca y Guadalupe Salas.

 

Libertad con seguridad

        Ambas son muy jóvenes. Trabajan y atienden a sus niños – cada una tiene 3 – y, cuando ya los pequeños están en la cama, salen a patinar por el barrio.

     “Salíamos a patinar para sacarnos el estrés del día. Patinábamos y hablábamos, hablábamos, hablábamos… al otro día, muchas personas nos decían ‘che, Jose, te vi patinando en El Jacarandá, te vi patinando en El Amanecer, qué buena onda, qué ganas me dan’. Entonces le dije a Guadalupe que teníamos que hacer algo”, contó con gran entusiasmo Josefina.

        Así, como un proyecto chiquito entre dos amigas, comenzó A Rollear en Rincón. “Cuando nos decidimos, empezamos a buscar minuciosamente un profesor que no quisiera levantarse a las alumnas porque sabemos que eso pasa mucho en los grupos rolleros”. Dieron con Martín, que patina hace ya 20 años y es “un genio”; cada 15 días da clases para principiantes y avanzados, de una hora cada una. El target de los grupos son esas mujeres laburantes, “ya sea de madres o fuera del hogar” que después de terminar rendidas por el trajín diario, todavía tienen un poco de aire para salir a rollear.

        “En rollers se hace un trabajo muy completo de piernas, sin impacto sobre la columna, siempre y cuando se tomen clases de seguridad, hay que conocer, por ejemplo, que hay 3 tipos de frenos”, explicó el profe. Es decir que, para evitar escracharse contra el asfalto, tomás unas clases y aprendés cómo tirarte al pasto o cómo esquivar a un travieso niñito que se escapó de las manos de su papi o a un fan de la bici que viene a contramano.

        Asimismo podés aprender a subir a la vereda con un simpático saltito y hacer alguna pirueta mientras esperás que tus amigas se decidan qué remera se ponen para salir a rollear.

        Para aquellos que balbucean sobre los patines, hay clases individuales; los niños y adolescentes también tienen su espacio. Y ojo! hay matrimonios que van a rollear tomados de la mano. Todo es muy familiar, rodeado del verde de los barrios cerrados y, por supuesto, con los elementos indispensables de seguridad: muñequeras, casco, rodilleras, coderas. Si no tenés estos implementos, la primera clase te los prestan!

        Además de las clases, las jóvenes emprendedoras están planeando salidas diurnas y nocturnas, siempre con el profe que aprovecha para corregir posturas y enseñar formas. Las excursiones ya no serán sólo por los barrios de Tigre, sino también por los de San Fernando y San Isidro.

        Entonces ya sabés, si tenés ganas de sentir la sensación de libertad que dan las rueditas, podés informarte en arrollearenrincon@outlook.com.ar

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