Golpe a la ilusión

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Contra todos los pronósticos, el seleccionado no llegó a la final

Cada cuatro años se renueva la esperanza, un nuevo Mundial de Fútbol para determinar al campeón. Alegría en cada triunfo, calles pobladas de gente, gorros, camisetas y banderas para el festejo. Pero todo es hermoso mientras dura. La realidad se encargó de derribar la ilusión como un castillo de arena. Alemania goleó a la Argentina 4 a 0 y lo eliminó del mundial Sudáfrica como en el 2006.

¿En qué falló la Selección?

En nada. Este equipo jugó las eliminatorias muy mal y se clasificó con un gol de Palermo ante Perú en offside y en el último minuto. Le ganó a Uruguay con gol de Bolatti, en el único tiro al arco. Dejó afuera de la lista del mundial a Zanetti, Cambiasso, Riquelme y llevó a Garcé, Jonas Gutiérrez y Palermo.

Si Messi era el mejor jugador del mundo, no nos dimos cuenta, fracasó y no hizo ningún gol. En el Barcelona gambetea a todo el mundo y fue goleador del torneo español. Cuando se pone la camiseta Argentina, no convierte.

Maradona fue el más grande jugador de fútbol y un fracaso total como entrenador. El equipo no tiene una línea definida, no hay juego colectivo y se apela a las individualidades. Lo más grave es su soberbia y sus declaraciones de mal gusto (el juez de línea que no vio el gol de Inglaterra, era Andrea Boccelli). Así hablaba un hincha decepcionado por la eliminación de la selección. Para colmo de males, “sólo pagué una cuota del plasma y me faltan 49. Ahora me va a servir para ver al talentoso de Ricardo Fort”.

Otro hincha que se agregó al diálogo manifestó lo siguiente: “Quedamos eliminados porque los alemanes jugaron muy bien. Argentina, si le ganaba a los teutones, era campeón del mundo. Messi la rompió en el Mundial, no hizo goles porque los arqueros fueron figuras, o pegaron en el palo para que la empujaran Higuaín o Palermo. Lo banco a Maradona, debe seguir, el pobre está destruido. ¡Aguante Argentina!”.

Escuchando a esos dos hinchas, me di cuenta de que todo pasa por el antagonismo, somos los mejores del mundo o los peores. Ni una cosa, ni la otra. Es difícil pero es fundamental buscar el equilibrio. Sacar las enseñanzas de la derrota y no cometer errores.

Si el técnico, Diego Armando Maradona, quiere seguir en el cargo, deberá aprender a convivir con el periodismo y la crítica. Si él piensa que éste es el fútbol que le gusta a los hinchas argentinos, se equivoca, a nadie le gusta ser eliminado por goleada 4 a 0.

El fútbol es un juego de equipo y la Argentina fue un puñado de voluntades, potenciado por el talento de las individualidades. Si Messi es el mejor jugador del mundo, le faltó revelarse, demostrarlo cuando más lo necesitaba la Argentina.

Cambiar de jugadores no es traicionar un estilo. Cuando un colega de Tandil, le manifestó que Argentina estaba fracturada entre la zona de volantes y delantera, sugirió que le presente una carpeta a Grondona para postularse como técnico de la selección. ¿No era más loable reconocer que se equivocó en el armado del equipo?

Que Bolatti junto a Mascherano y Clemente Rodríguez por Otamendi, le darían más equilibrio al equipo. Faltan cuatro años para el Mundial de Brasil 2014. Es hora de pensar en superar los cuartos de final en un mundial.

¿Julio Grondona dará un paso al costado? Él es el encargado de elegir a los técnicos de la selección, Passarella, Bielsa, Pekerman, Basile, Maradona. Los argentinos nos merecemos una alegría para evadirnos, de vez en cuando, de la realidad.

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