El crucigrama cumplió 100 años

, Historia

Para unos, galimatías indescifrable; para otros, reto mental. Su creador fue Arthur Wynne. Se publicó por primera vez en 1913, en la edición dominical del New York World. En Cuba, Enrique Cantera Alberdi se dedicó, a partir de los 70 años, a la creación de crucigramas.

        El verano es el momento elegido por muchas personas para entregarse al apasionante desafío de resolver crucigramas. Diarios, revistas y libros dedicados por completo a este entretenimiento deben agradecer a Arthur Wynne haber publicado, en diciembre de 1913, en la edición dominical del diario New York World, el primer crucigrama, que, con 100 años de vida, sigue gozando de muy buena salud.

        Nacido en Liverpool, la ciudad inglesa que varios años después lanzaría al mundo a los Beatles, Wynne emigró a Estados Unidos con una mano atrás y otra adelante. Y esa mano, con la cual tocaba el violín, le sirvió para diagramar una estructura con forma de cruz con 31 referencias para resolver, con una sencilla instrucción: “llene los pequeños cuadrados con términos que se adecuen a estas definiciones”.

        El jueguito, presentado con el nombre de word cross (cruz de palabras), fue un éxito. A las 4 semanas de publicado el primero, los tipógrafos del diario – que no tenían mucha simpatía por este invento ya que los hacía trabajar mucho – invirtieron las palabras del título por error (¿?), por lo cual quedó “cross word” (crucigrama). El nombre pegó y quedó para siempre. Cuando el periódico quiso dejar de publicar los crucigramas, unos meses después, los lectores se enojaron tanto que debieron dar marcha atrás con esa decisión. “Crucigrama” se convirtió en el título de esa sección y Wynne fue su director durante 8 años.

        En la década del 20, muchos diarios de Estados Unidos incluyeron crucigramas en sus páginas y la afición a este pasatiempo se observó en diferentes manifestaciones: en Brodway se estrenó la obra Puzzles of  1925, en la que aficionados al crucigrama eran presentados como pacientes de un sanatorio; en los vagones de los trenes se ponían diccionarios para uso de los pasajeros; el Departamento de Salud de Chicago declaró que resolver crucigramas era bueno para la salud y la felicidad; una mujer obtuvo su divorcio argumentando que su marido estaba obsesionado con el juego; un mozo dejó un crucigrama explicando el motivo de su suicidio, pero la policía no lo pudo resolver!

        Actualmente, John Graham, conocido por el pseudónimo de Araucaria, famoso creador de crucigramas para el diario The Guardian, dio a conocer a sus lectores, a través de uno de sus crucigramas, que padece cáncer de esófago.

        En 1924 se editó el primer libro de crucigramas con un éxito extraordinario; en 1942, el renombrado periódico New York Times incluyó crucigramas en sus ediciones.

        Largo es el recorrido de este entretenimiento en las tierras del norte; pero también entre los latinos desarrolló sus historias y anécdotas.

 

Entre verticales y horizontales

        Recordado por sus lectores a casi 10 años de su fallecimiento, Enrique Cantera Alberdi – español de origen y cubano por adopción – comenzó a publicar sus crucigramas en 1980.

        Se inició en el tema, casi con 70 años, para exprimir a fondo sus neuronas; siendo ya un profesional, confesó que “deliberadamente complicaba la perspectiva semántica para obligar a los lectores a consultar diccionarios especializados en busca de sinónimos o antónimos y, en otras ocasiones, salía en busca de diversión gramatical, de regodeo idiomático”. Uno de sus atentos lectores le hizo saber, a través de una breve e ingeniosa poesía, sus desvelos por resolver las palabras cruzadas; como ejemplo va un fragmento:

                Cantera, vete a la porra

                hasta el diccionario fui

                te digo en esta cuarteta,

                de otra forma no podía

                ¿quién rayos en el planeta

                saber que la ley judía

                sabe que api es mazamorra?

                era tora y lo aprendí.

        Para entender el mensaje del astuto escritor, se deben leer el primero, tercero, quinto y séptimo versos enlazados y, a continuación, leer el segundo, cuarto, sexto y octavo.

        El talentoso cubano aseguró que sus crucigramas lo pusieron a prueba delante de las casillas en blanco y, además, le permitieron “llevar una vida vertical para exhibirla cuando la horizontalidad” lo reclamara.

        Por Cantera Alberdi, por Wynne y por muchos otros creadores de crucigramas, viejos y nuevos lectores siguen, acompañados del gastado Larousse, sacándole punta al lápiz.

Deja una respuesta