Vive en la isla y trabaja con los deshechos que arrastra el río

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Tempe Hernández, el artista que está atento

Participó del Festival de Arte Internacional de Reciclaje de Barcelona, en 2009; ganó el 1er. premio de la Feria de Arte Contemporáneo de 2010. Su obra puede apreciarse en la fachada de la Boutique del Libro en San Isidro y en tempehernandez.blogspot.com

 

“Después de vivir 5 años en España, necesité regresar a la Argentina para ver qué estaba produciendo la gente de mi generación. Aquí elegí la isla para vivir porque es un lugar magnífico, lejos de la ciudad – que está muy loca – y al mismo tiempo lo suficientemente cerca para seguir conectado”, dijo Tempe Hernández, un joven artista plástico que fue ayudante de Osvaldo Decastelli, estudió con Burone Risso y acaba de ganar el primer premio de Arte Espacio, Feria de Arte Contemporáneo, auspiciada por el Municipio de San Isidro.

Si el cambio y la búsqueda constante es una de las características del tiempo que nos toca vivir, Tempe es un buen ejemplo de ello: “Mientras estuve en España me dediqué a la música que es lo que estudié formalmente durante mucho tiempo. Cuando volví a la Argentina seguí tocando y empecé a pintar y en un momento me dije ‘qué hago, estoy en mi casa todo el día pintando y salgo a tocar y yo lo que quiero es pintar’. Entonces me dediqué a pintar”.

¿La influencia de la música se ve en tu pintura? – “Creo que sí. A mí me gusta mucho el jazz, la improvisación y creo que mi pintura trata del azar, la improvisación y la libertad de expresión. No me restrinjo mucho a ningún tipo de método o idea preestablecida. Antes de pintar no sé lo que voy a hacer y a medida que pinto, surge. El jazz es eso, juntarse con otros músicos, sacar los instrumentos e improvisar para ver qué surge, a partir de eso se le da forma a algo y se termina haciendo una canción”.

La obra de Tempe se divide fundamentalmente en pinturas (acrílico sobre tela) y ensambles. Para explicar qué es esto último, dijo: “El collage es papel, tela, objetos pegados. El ensamble es más encastre. Como yo trabajo con maderas y objetos más contundentes que un papel o tela, lo llamo ensamble”. Lo interesante de estos trabajos es que están realizados con material reciclado: “Son sobre todo cosas de la isla que trae el agua, maderas, chapas. Cuando se trabaja con deshechos, se acopia un montón de materiales y después uno se pone a jugar con lo que hay”. Ejemplo de ensamble es la serie de 3 obras de niños de la calle, de la cual han quedado 2 obras en España porque participó el año pasado del Festival de Arte Internacional de Reciclaje, en Barcelona.

Estar con un artista invita a preguntar sobre el misterio de la creación: “Para empezar, la pintura surge de las ganas de pintar. A mí lo que me motiva es el color. Hay un libro de Kandinsky – Punto y línea sobre el plano – donde se plantea la idea de vibraciones, existe un plano blanco que está equilibrado, cualquier cosa que uno ponga ahí – línea, punto, mancha – empieza a generar una vibración. Para mí es eso, el azar de encontrarme frente a algo y pensar qué conflicto genero para resolverlo, desde el color y la línea. Yo no soy dibujante, mi pintura no es realista, pero insinúa personajes. Esto surge desde el hecho de pintar, desde la mancha”.

Una de las formas que es fácil distinguir es la de un gato: “El gato es un animal libre y que siempre está atento. En lo que yo pinto siempre hay muchos ojos, porque creo que estamos siendo observados y al mismo tiempo observamos; también las orejas paradas de los animales indican que están atentos”.

¿Vos estás atento al mundo que te rodea? – “No podemos estar de otra forma. Uno no puede ser indiferente a lo que lo rodea. De alguna forma, una fibra del cuerpo nos toca y lo tenemos que bajar, yo lo hago desde la pintura, quizás de una forma más poética o metafórica, porque no pretendo que mi obra sea violenta. Mi idea es que la gente pueda tener un cuadro en su casa que le dé un poco de alegría, tranquilidad o una visión positiva, pero sin perder la atención”.

Entre la obra que se puede apreciar en su taller, hay un cuadro que claramente permite ver la bandera argentina: “Esta obra la hice para un concurso por el Bicentenario. Se reconoce la bandera en primer plano y detrás hay un machimbre que representa a todas las viviendas humildes que hay en la Argentina, todo con un marco muy tradicional, de antaño, de los cuadros de la burguesía. Es como la Argentina misma con todas sus realidades, el poder de la burguesía hasta el más humilde, todos dentro del país”, explicó el artista, remarcando que en toda obra hay una imagen estética y una cuestión conceptual.

Hablando de distintas realidades sociales, apareció un tema polémico: “El negocio hace que una obra de arte se venda a miles de dólares, pero…cuál es la razón? Ninguna. El artista puede regalar el cuadro o venderlo a miles de dólares. Como este es un mundo de poderes, el más poderoso quiere todo y si el cuadro que compra vale mucho, entonces le da estatus”.

Entre una más de sus búsquedas, Tempe intenta poner su granito de arena para liberar al arte del mundo de los negocios, llevándolo a la vía pública: “Pinté el frente de la Boutique del Libro en San Isidro, a partir de eso surgió un proyecto para intervenir paredes, me encantaría hacerlo en Tigre. El arte está muy institucionalizado y mi propuesta es desmitificarlo. Ver un cuadro y poder comprarlo es un derecho, porque tener un cuadro en la casa cambia el feng shui del lugar. A los artistas que vivimos aquí nos gustaría usar el MAT, pero hay una burocracia que impide, incluso, que lleguemos a presentar un proyecto”.

La metamorfosis de objetos desechados en una obra de arte es una forma de poner en escena una realidad inquietante. Tempe, además, hace que nos conmueva.

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