El placer de nadar en el río

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Tigrenses y sanfernandinos participan en el circuito de aguas abiertas del Río Paraná. Entrenan en las piletas de los polideportivos. En temporada de verano, a partir de noviembre, participan del circuito de aguas abiertas que se corre en San Nicolás, Ramallo y San Pedro. A partir de los 14 años se puede competir.

 

La natación es una actividad física que genera muchos beneficios tanto a pequeños como a adultos. Por poner en juego todo los grupos musculares, se tonifica todo el cuerpo; por realizarse en el agua, donde no hay gravedad, las articulaciones no sufren; como no hay presión sobre la columna, se mejoran los problemas lumbares; mejora la circulación sanguínea; reduce la tensión arterial; desarrolla la resistencia cardiopulmonar. Como toda actividad que se hace con placer, disminuye el estrés y mejora el ánimo.

Actualmente, el Municipio de Tigre tiene 17 polideportivos con sus respectivas piletas, por lo tanto todos los tigrenses pueden practicar natación todo el año. Tal el caso de Analía Marín que, hace ya 7 años, se tira a la pileta 3 veces por semana. “Arranqué con clases de 45 minutos y ahora ya estoy con entrenamiento”.

Tanto Analía como muchos otros tigrenses practican natación libre o entrenan a partir de las 20 horas. “En el invierno cuesta un poquito, pero, cuando ya se está en el agua, se disfruta”.

Se disfruta de la actividad física y también de formar parte de un grupo de entusiastas nadadores que un día se dijeron “¿y si probamos en el río?”. Y probaron.

 

Agua a favor

“Como somos tigrenses estamos familiarizados con el río, sabemos que pisamos y nos enterramos, que puede haber alguna rama que nos roce. Además nadamos todo el año en el poli, entonces salimos al río”.

Tigrenses y sanfernandinos conforman un grupo de 20 nadadores amateurs que participan en el circuito de aguas abiertas del río Paraná. En San Pedro, Ramallo y San Nicolás se realizan las 3 competencias del circuito que comienzan en noviembre. A partir de los 14 años se puede participar y, según Analía, “los más grandes son los que mejor nadan”.

Nadar en el Paraná implica meter la cabeza en el agua y no ver nada; tolerar las olitas y, por lo tanto, cogotear más para respirar; agarrar mayor velocidad que en la pileta, pues se nada con agua a favor; admirar la sensación de inmensidad del río y, al mismo tiempo, sentirse pequeño en medio de tanta agua o cuando pasa un buque por el costado del pelotón de nadadores.

“Cada carrera es un desafío personal”, aseguró Analía.

Antes de cada carrera hay una charla técnica; guardavidas en la línea de costa y en lanchas, kayaks y nadando acompañan a los competidores; todo hace, por lo tanto, que la actividad se realice con niveles óptimos de seguridad.

Año a año, el número de nadadores de aguas abiertas va creciendo. “En la última carrera éramos 620. Los 7 kilómetros los corrimos 400”.

El entusiasmo de tantos nadadores y la majestuosidad del río Paraná seguramente invitarán a muchos más a probar este desafío.

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