“Las Malvinas son mías y las tengo hipotecadas”

, Historia

Vecino de Dique Lujan, ex piloto de Malvinas

Segunda parte y final de la entrevista a Hugo Turoni, Ingeniero de Vuelo retirado de la Aviación Naval que actuó en la Guerra de Malvinas. En esta oportunidad, nos relata diversas experiencias de los vuelos tales como las estrategias para sobrevivir en caso de que fuera bombardeado y arrojado al agua y los errores en la coordinación de los vuelos y las cargas; su indignación ante la propaganda y la sensación triunfalista que tenía la sociedad argentina; el trato despreciable que recibieron los conscriptos a su regreso y su reincorporación a la vida civil. “Yo estaba loco pero tuve suerte”, confiesa. Al poco tiempo de regresar le ofrecieron trabajo en un country de Ing. Maschwitz, y más tarde en el sector privado pudo retomar su pasión inicial: subirse a un avión y volar. Anhela algún día volver de visita a Las Malvinas pero como lo haría a cualquier provincia argentina, mientras tanto “que se queden hasta que puedan bancarla”, concluye.

 

        ¿Cuántos vuelos realizó a Malvinas aproximadamente? – “Veinte y tanto… desde el 3 de mayo hasta el último día que no pudimos entrar, porque al otro día se rendía. No volé todos los días a Malvinas. Había que traer cosas de Buenos Aires. Había que ir a Córdoba y traer bombas de cañón. Éramos dos o tres tripulaciones y media, nueve tipos y después estaban los de mantenimiento que eran los que preparaban el avión: lo arreglaban, lo limpiaban, le cargaban el combustible. Yo volaba, dormía y volaba. Pero si llegabas a Comodoro (Rivadavia) y no había apoyo de la cuadrilla, me las tenía que arreglar solo. Llevaba uno o dos ayudantes y con esos pibes había que solucionar una posible falla, hacerle todo el servicio al avión para que estuviera listo al otro día a la mañana. Muchas veces salía disparando de Río Grande porque se comentaba que iban a bombardear. Entonces me iba a Ushuaia si podía o me iba para la Ruta 3. Si bombardeaban la pista yo no estaba en la pista”.

 

“Si le pegan fuerte al Sheffield se la pegamos a Córdoba, y Buenos Aires ¿qué te parece?”

        ¿Cómo se mantenían las comunicaciones para estar coordinados? – “Te enterabas lo que la Central de Operaciones te decía. Había contramedidas. Yo escuchaba a los ingleses pero no hablaba. Los tipos sabían que nosotros los escuchábamos. Muchas veces decían: “si le pegan fuerte al Sheffield (1) se la pegamos a Córdoba, y Buenos Aires ¿qué te parece?”, decían entre ellos. Entonces qué hago ¿Le pego al Sheffield o no le pego al Sheffield? Los tipos te metían unas ideas en el balero. Eran capaces de hacerlo. Tenían con qué hacerlo. Era todo un quilombo. Porque si algún tarado decía “alto al fuego”, yo paro, y ellos no paran. Les pasaba a los pibes en la trinchera. Les decían “alto el fuego” y los dejaban pasar… Nosotros éramos hermanos de la más estúpida. Los ingleses te hacían la psicológica”.

        Todos los vuelos eran sumamente estresantes – “Todos los vuelos eran así, voy y chau… la gravedad del vuelo era que me podían pegar en cualquier momento. No me pegaron. Le pegaron al otro de al lado. De mi cuadrilla, no murió nadie. Lo único que vi en forma aérea, en directo, fue cuando le pusieron los misiles a un Learjet que era de un brigadier (de la Fuerza Aérea Argentina)”.

        Sobrevivir cada día era la meta – “En mi mente todo era cómo mantenerme vivo. Me voltean y suponete que llego vivo al agua. Entonces yo volaba con traje de hombre rana y arriba con traje antiexposición. Yo sabía que eso me iba a dar 48 horas de flotabilidad y de temperatura. No podía hacer otra cosa. ¿Quién me iba a rescatar? Magoya… o me agarraban los ingleses. Yo tenía que solucionarlo: si caigo ¿qué hago? Cuando llegaba de volar, agarraba el traje de neopreno y lo escurría. Así bajé 11 kilos, y yo comía y bebía. Pero largaba todo en los vuelos, cuatro horas, cinco horas que me llevaba toda la vuelta. La duración dependía de dónde venía porque a veces apuntaba hacia el norte en pleno mar. Si veníamos derecho nos esperaban los gringos”.

        ¿Pudo ser testigo del bombardeo en Bahía Agradable (2)? – “Vos no podés ver nada en altura. Era todo fuego, tipos que corrían… Vi filmaciones de los propios cañones de los aviones. La aviación bombardeó y le pegó a las mangueras de combustible que venían de los barcos y se prendió fuego el mar, los tipos, las canoas… y a 700 km/h, vas y venís. No tenés tiempo a mirar. Además volás bajo y si se me cae una turbina, se termina todo. Vi en un vuelo a un transportador de containers prendido fuego a los lejos. Yo no le vi la cara a ningún inglés, ni él me la vio a mí”.

        Habrán sido imágenes muy impactantes – “Lo que te pegaba fuerte era que cuando ibas a Plan de Vuelo, había pilotos de Fuerza Aérea, pilotos de la Marina, pilotos de helicópteros y nosotros. En esa operación de vuelo había un piloto de combate y otro de helicóptero, y salíamos a volar y cuando llegábamos del vuelo aquel no estaba y éste tampoco, y hacía una hora habían estado con vos. Eso te pega, vos decías: “el próximo soy yo”. Yo me justificaba y trataba de no ir, me quedaba con la tripulación, ponía el avión en marcha, me fijaba en qué se yo… y era así, yo vuelvo y vos no. Fuimos y ya no estás más. De los diez que éramos en total, volvió fulano y sultano… Uiaaa… son seis y quedamos cuatro vivos y mañana volás de nuevo con otros diferentes”.

        ¿Se cometían errores en la organización de los vuelos? – “Pero por supuesto, estamos en Argentina. Muchos se equivocan y hacen macanas. Una noche vuelvo de Malvinas, habíamos entregado todo. Al otro día a la mañana viene un señor que era un supuesto programador de cargas, o algo por estilo y me trae una carga que yo no tenía en el manifiesto y le digo: “no”, y me dice que tenía que llevar las pilas de las miras infrarrojas que habíamos llevado la noche anterior. Yo lo quería matar. Si bien no había sido al pepe porque llevábamos otras cosas pero me había apurado con las miras y no les había puesto las pilas…”.

        ¿Esos errores eran muy frecuentes? – “Era un bioquímico el que estaba. Habrá sido muy buen bioquímico, nada más que eso. En un vuelo llevé algo de dos mil y pico de kilos de cigarrillos, cajas y cajas… como para matar a todos los argentinos de un cáncer de pulmón. Después se mojaban, y uno se agarraba las cajas y se las escondían. Los soldados recibían las cargas. Yo tenía siete minutos para estar en tierra sino me pegaban”.

 

El triunfalismo reinante. “Parecía que yo era Batman, y yo era un tipo que volaba un avión y que tenía un miedo bárbaro”

        ¿Qué opina de la información que circulaba sobre la guerra en el país? – “Yo tuve una desgracia, porque estaba en la guerra pero volvía a mi casa, a Ciudad Evita. Un día mi vecino venía de un partido de futbol y me pregunta: “flaco, ¿cómo vamos?” y yo le pegué un bollo y casi lo mato. Lo bajé cuatro escalones de la escalera. Esa era la mente en general de la gente. Creían que estábamos de joda allá. Es más, yo escuchaba que cantaban: “lo vamo a reventar…” y yo cantaba: “nos van a reventar”, porque nos estaban reventando. No era joda. Lo escuchaba a (Nicolás) Kasanzew (3) y yo decía: “!Dónde carajo está este tipo!”. Porque el sensacionalismo mismo los llevaba…, parecía que yo era Batman, y yo era un tipo que volaba un avión y que tenía un miedo bárbaro, que tenía que hacer lo mejor porque tenía que cumplir, porque sabía que los pibes precisaban tal cosa y todos los que estaban ahí”.

        ¿Cómo vivió el regreso de los soldados al continente? – “Los trataron primero como víctimas y después como indeseables. Ahora los queremos transformar en héroes. A mí no me daban laburo porque era loco. Viene de Malvinas, “no”, decían. Todo el mundo te huía, y esos pibes ni siquiera podían estudiar. ¿Venís de Malvinas? Uhhh… (hace un gesto de desagrado). Nos decían “pobre pibe”. Ahora te pasan la peliculita, cada político hace su propaganda y cada militar también. Esa no es la realidad, la realidad que vivimos era otra. No había que tratarlos como víctimas, tenían que ser tratados como lo que eran, tipos que volvían de la guerra. Héroes por haber cumplido como pudieron y recibirlos con honor. Las FFAA los escondían, las familias los escondían”.

        ¿Cómo fue su incorporación a la vida civil? – “Yo estaba loco. Si me mirabas medio mal te pegaba un fierrazo, pero cuando volví tuve suerte. Había un presidente de un country acá en Maschwitz que tenía un laburo para mí. Mi pregunta fue ¿qué carajo es un country? ¿Podes ir a Ing. Maschwitz?, me preguntó. ¿Dónde carajo queda Ing. Maschwitz? Para mí, todo era carajo, era así. Entramos a un pueblo lindo, casas muy lindas, sin asfalto. Era el country “Los Horneros”. Conocía muchos países pero no conocía Maschwitz. ¿Qué tengo que hacer yo acá?, pregunté, y me dijeron: “manejar esto, la seguridad, el mantenimiento, la administración”. “Tenés que hacer que se cumpla el reglamento, que se cobren las expensas, que estén los servicios”. Me quedé a probar y me estuve seis años. Puse pibes a trabajar, algunos eran ex combatientes. A uno le faltaban dos dedos y no conseguía laburo en ningún lado. Y tuve suerte porque después volví a volar, ya me había pasado la locura. En el primer tiempo no dormía, me sentaba en el green del golf, me iba hasta el hoyo, miraba las nubes, las estrellas, los satélites que pasaban… Me pasaba horas y no sabía qué quería hacer. Estaba enojado con el mundo, y te digo: yo no sufrí, estaba enojado por cómo se manejó”.

 

“A mí los ingleses no me ganaron. Tuve que abandonar porque cerraron el negocio”

Normal 0 21 false false false MicrosoftInternetExplorer4         Después de todo lo que ha contado ¿quiere hacer un balance sobre su experiencia en Malvinas, o agregar algo? – “Calculá que yo tengo 69 años, y me crié escuchando que las Malvinas eran nuestras, y yo hoy las siento mías, más mías que la Provincia de Buenos Aires, más mías que mi pueblo. Son mías. Primero porque lo aprendí, segundo porque lo siento y ahora sé que muchos dieron sangre por eso y porque a los ingleses no los quiero y listo. La mayoría de los aviadores navales pensamos más o menos lo mismo. Fuimos a una guerra, la peleamos. A mí los ingleses no me ganaron, tuve que abandonar porque cerraron el negocio. La Fuerza Aérea y la Aviación Naval son las que mejor actuación tuvieron. Ellos se rindieron, yo no me rendí. A mí no me ganaron ni me asustaron. Yo fui, hice lo que tenía que hacer, lo cumplí y acá estoy. Algún día volveré de visita. Si voy, iría como voy a Mar del Plata. Yo quiero ir como voy a Mendoza. No voy a ir como el ex combatiente, no, porque no perdí nada. Las Malvinas son mías y Normal 0 21 false false false MicrosoftInternetExplorer4 las tengo hipotecadas. Si me da la vida para ir al Registro Civil argentino en Malvinas, voy a visitarlo, sino que se queden hasta que puedan bancarlas”.

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([1]) El HMS Sheffield (D80) fue un buque inglés que fue bombardeado por las fuerzas argentinas aunque hay dos versiones oficiales sobre el hecho: una que indica que fue por los misiles Exocet de la Aviación Naval de la Armada, y otra señala que fue la Fuerza Aérea. La versión oficial también plantea que el Sheffield fue hundido producto del ataque mientras que los ingleses aceptan que fue atacado pero no hundido.


(2) Bahía Agradable es una bahía y asentamiento en la costa este de la isla Soledad. El día 8 de junio de 1982, las fuerzas del Reino Unido llevan a cabo el desembarco, y la Fuerza Aérea Argentina atacó exitosamente a los navíos británicos y a las tropas desembarcadas.

 

(3) Nicolás Kasanzew fue el periodista que cubrió la Guerra de Malvinas en Canal 7, y ha pasado a la historia como uno de los protagonistas del aparato de la propaganda triunfalista de la dictadura.

 

Foto: Buque Sheffield, bombardeado por aviones argentinos

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