Korrupción se escribe con “K”

        A través de ésta carta, quiero expresar la indignación que me provoca tanta deshonestidad, indecencia e inmoralidad de un gobierno que hizo de su gestión un paradigma del latrocinio y la «korrupción». Es por ello, que observo el empleo de la «K» como muy apropiado para el término aludido. Pero, a partir de allí, y por una cuestión de parentesco por afinidad, hay otros vocablos que también deberían escribirse con dicha consonante, como: kleptomanía, kohecho, kurro, kako, koima, kaja, etc. De manera que, al leer la mencionada letra, rápidamente sabremos asociarla y relacionarla correctamente con una conducta repudiable, desviada e inaceptable.

        Presenciamos horrorizados e impotentes como ésta administración ha utilizado la función pública y se ha servido del poder para enriquecerse ilícitamente, sin que hasta hoy les haya pasado absolutamente nada. ¿Y cómo se llama ésto? En buen romance ésto se denomina latrocinio e impunidad. Lo único realmente claro y entendible del discurso oficial es cuando dicen que: “vienen por todo”, y todo es precisamente TODO, incluso el dinero QUE ES NUESTRO. Sabemos bien que, como dice un refrán: “al que anda entre la miel algo se le pega”. Algo…!!! Pero aquí ES TODO!!!.

        Hace mucho tiempo, un filósofo romano llamado Lucio Séneca, dijo: “Los pobres siempre quieren algo, los ricos mucho, y los avaros y codiciosos todo”. Ellos, son la ambición brutal y pecaminosa bajo una apariencia humana. El acto de robar es tan malo que parecería no tener el perdón ni ante el mismo Dios, cuando lo prohíbe en el 7° mandamiento: “NO ROBARÁS”, y lo condena en el Antiguo Testamento (Isaías 61-8): “YO JEHOVÁ, AMO EL DERECHO Y ODIO EL ROBO JUNTO CON LA INJUSTICIA”.

        Ahora bien, éstos ladrones piensan que no actúan mal porque viven en la creencia de que la plata que sustraen no es de nadie, que no pertenece a ninguna persona en particular. Quizás por eso consideren que las imputaciones en su contra son injustas y antojadizas. Tal vez por ello, se sientan ciudadanos honestos y honrados. Me recuerdan al célebre Dostoyeski, escritor y novelista ruso, autor del relato corto: “El ladrón honrado” (1.848). Sostengo, que no hay ladrones honrados, aunque hay ladrones con códigos, que ellos no tienen. Digo, que ése dinero mal habido no es de nadie Y ES DE TODOS!!!. El robo de la plata para los pobres es tan grave, que no hay santo que lo disculpe ni cielo que lo perdone, porque junto con el dinero se les está robando la esperanza y el porvenir.

        Vemos que dentro de éste gobierno, donde la honestidad y la honradez se abaratan, la korrupción (con «k») se ha comido a la legalidad. Pues bien, ante éste fenomenal latrocinio ¿qué podemos hacer? Primeramente, hay que tener en cuenta que los «korruptos» cierran círculos que los protegen y que son muy difíciles de romper. Luego, debemos tomar plena conciencia de que el problema existe y que su gravedad en todos los planos es excepcional. Finalmente, esperar la llegada del día «D» de democracia, de decencia, de dignidad, y de decisión en la paciente vigilia del sufragio. Porque, como bien dice el Martín Fierro: “no hay tiempo que no se acabe, ni tiento que no se corte”. Por el voto los políticos llegan a ser, y también por el voto los políticos dejan de ser. Nuestra única arma en éste sistema es el voto y hay que cuidarla mucho, ya que es de un sólo tiro y se acciona cada dos años. Así que… no podremos fallar, pues de hacerlo el plazo para otra oportunidad se hará demasiado largo, y aquí no hay tiempo que perder. Por favor, no olvidemos ésto y hagamos algo por nosotros mismos, por nuestros hijos y por toda la posteridad para no caer en la omisión culposa y vergonzante, ya que como alguien dijo cierta vez: “Siempre somos responsables de lo que hacemos, pero también de aquello que no tratamos de impedir”.

Dr. Juan José Carrasco

DNI: 8.269.853

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