Lunes 10 de agosto, mediodía. El transcurrir habitual de la Av. Cazón al 1200 se vio alterado por un operativo de zoonosis, en el cual, sus empleados -palos en mano- corrían a los perros comunitarios que viven en esa cuadra. Hombres con palos; perros – desorientados por el susto – cruzando la avenida entre los autos en funcionamiento; vecinos, desconcertados, tratando de cobijar a los perros.
Una vecina, asombrada por el espectáculo, se acercó a uno de esos portadores de palos. Su pregunta fue sencilla, casi ingenua: “Señor, ¿para qué es ese palo?”. El hombre respondió, visiblemente fastidiado y sólo dando su perfil a la vecina: “Para cazar ratas (un instante de silencio), para cazar perros”. Sin más, cruzó y dejó a la vecina ya no sólo asombrada, también desasosegada.
No sabíamos que los empleados de zoonosis tuvieran entre sus tareas cazar perros. Seguramente, el hombre que así respondió ha de ser un antiguo empleado del Municipio, de aquellos años en que había perrera y lo que ella conllevaba: el mal trato a los animales. Esos tiempos han cambiado, al menos era lo que creíamos. Pero es necesario reconocer que no basta con tener un nuevo edificio, no basta respaldar a la protectora de animales de la zona, también hay que capacitar al antiguo personal para que cambie sus modales con los animales y con las personas. Y si esto no es posible, siempre existe algún archivo a donde mandar a los dinosaurios.
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