¿Hay mercado inmobiliario para la generación “Y”?

Históricamente, en nuestro país, el acceso a la vivienda ha sido un símbolo cultural, de progreso y hasta emotivo, arraigado posiblemente en las raíces inmigrantes y en la necesidad de consolidar un hogar.

Así fue que las primeras generaciones lograban comprar terrenos y, con la autoconstrucción, llegaban a levantar las paredes que más tarde pasarían a ser la contención de la familia. Ladrillo por ladrillo, se construyó el sueño de la casa propia, con sacrificio, pero alcanzable.

A estas generaciones se las denominan “Tradicionalistas”, nacidos antes de 1945 entre las guerras mundiales y la gran depresión y “Baby boomers”, nacidos entre 1945 y 1965.

Para los primeros, los valores se basaban en el ahorro como base de la fortuna, el esfuerzo, el respeto a la palabra y la austeridad, el trabajo para toda la vida y el progreso a través de la educación. Ya en la generación de los Baby Boomers se incorporaron valores tales como el éxito, el status, la productividad, la búsqueda del poder y la competencia por llegar a la cima.

Todos estos principios generaron en ellos un hábito de progreso, con el cual se consolidaron muchos de los barrios que hoy conocemos. Luego, los hijos de estas generaciones, parados sobre un mejor status en la sociedad, lograron progresar, estudiar, tener una profesión u oficio, el cual les permitió alcanzar también la posibilidad de contar con una vivienda. En muchos casos aprovecharon sus ahorros e invirtieron en propiedades, incrementando sus activos inmobiliarios.

Se los considera como la “Generación X”, nacidos entre 1966 y 1980, con el fin de la guerra fría, la caída del muro, la incertidumbre laboral y el padecimiento de los gobiernos militares y la represión. Dentro de sus valores se destaca el individualismo, la cultura de la inmediatez y la falta de proyectos a largo plazo. A su vez trabajan, estudian o se capacitan, reivindican el balance entre la vida y el trabajo, las mujeres postergan la maternidad por el proyecto laboral y también se triplican los divorcios.

Esta generación tuvo la ventaja en los 90 del acceso al crédito hipotecario y de un mercado de consumidores finales, con cierta estabilidad.

Por último y como foco de esta nota, llegaron los “hijos de los hijos”, quienes en algunos casos nacieron nativos digitales pero cautivos en una burbuja, sin conocer el significado de un crédito hipotecario, ni de una economía estable ni de la posibilidad de comprar una vivienda.

Es la denominada y conocida “Generación Y”, las personas nacidas en el período comprendido entre 1980 y la actualidad.  Sus valores se basan en el respeto por la diversidad, la justicia, la solidaridad, la velocidad “todo ya” y el estar on/off line. Alternan trabajos con viajes, viven en la burbuja de la comodidad, les interesa el balance entre el trabajo y la vida personal y poseen bajo compromiso con las organizaciones para las cuales trabajan.

La forma de vida de esta generación y el contexto en el cual viven nos lleva a una pregunta ¿Existe mercado inmobiliario para la generación Y?

Por lo pronto viven en un contexto dificultoso, con salarios bajos y en muchos casos precarizados, sin alternativas de inversión, en una economía fluctuante y que los empuja inevitablemente al consumo masivo, sin crédito hipotecario y sometidos a valores de inmuebles dolarizados y en constante incremento.

La ciudad de Tigre se urbanizó a tal punto que ya no existen terrenos en el radio urbano, ni hablar de vivir frente al río o a una plaza. ¿Cuántos km. hay que retirarse de Tigre para conseguir un terreno accesible económicamente y con los servicios básicos? Menos aún puede pensarse en la posibilidad de comprar un departamento. Partiendo de un departamento a estrenar en Tigre centro de un ambiente, con un valor promedio de $ 780.000, una persona que gana $ 7.000 por mes necesitaría destinar el 100% de sus ingresos durante 9 años. ¿Difícil no?

También vive en un contexto, a diferencia de las anteriores generaciones, en el cual el mercado inmobiliario, a partir del 2003, dejó de tener consumidores finales y ante la baja credibilidad en las entidades bancarias post crisis y la nula alternativa de inversión, aparecieron inversores captados por los inmuebles, como mejor opción en mercado, lo cual fue y es demostrado día a día. Por lo cual se construyeron numerosos emprendimientos, edificios, torres, dúplex, oficinas, etc. Todo ello generó un mercado competitivo con valores cada vez más altos.

A simple vista el único mercado asignable a esta generación es el locativo, es así que la generación “Y” está condenada a alquilar, por lo menos en este contexto.  También como solución alternativa a esta crisis, se observa un gran número de construcciones sobre las viviendas de sus padres o familiares como modo de llegar a su primer techo.

La gran pregunta entonces es: ¿cuál es la solución a este problema? Lógicamente y como cualquier país del mundo, la solución estaría dada por la generación de créditos hipotecarios. El único caso masivo hasta el momento fue el programa PRO.CRE.AR, una buena iniciativa, pero que no fue recibida por la banca privada, quienes a la fecha siguen desarrollando productos basados en el corto plazo y el consumo masivo, con excelente rentabilidad. Las tarjetas de crédito, las cuotas, los descuentos, son la vedette.

Hay que replantearse por qué en un país con exceso de tierra es tan difícil pensar en nuevas urbanizaciones abiertas, loteos o cualquier iniciativa pública o privada que permita la urbanización de sectores suburbanos, extendiendo la trama urbana con valores razonables. También habría que pensar en la intervención municipal y provincial para llevar servicios e infraestructura a lugares suburbanos, para generar desarrollo.

También este puede ser un llamador para los inversores. Posiblemente no estén viendo un nicho, que implica riesgos, pero como todos sabemos la mayor rentabilidad se da a mayor riesgo. El negocio de inversiones en real estate, no llega solo a departamentos y oficinas, ya hay muchos casos de éxito basados en el desarrollo de centros logísticos, comerciales, suites, hoteles y guarderías náuticas, entre otros proyectos que abren el abanico de opciones a la hora de invertir.

Esta situación nos lleva a reflexionar como sociedad y particularmente como padres de la generación “Y” que, a la hora de elegir un modelo de país cada 4 años, debemos tener en cuenta que detrás de los spots publicitarios y las campañas de marketing, hay políticas y proyectos de país que inevitablemente afectan, para bien o mal, el futuro de las próximas generaciones. No por ello nos olvidemos de la clase política, que no garantiza el derecho básico a una vivienda.

Quedan todos los interrogantes abiertos para pensar… tarea para casa.

Lucas Desalvo

Martillero y Corredor Público – Mat CSI 5925

Contacto: 15-3066-1692 / lucasdesalvo@gmail.com

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