La realidad de la isla profunda

Organizando un modelo de planificación y gobernanza deltaica. Pasado y presente de una región que está a las puertas de la ciudad de Buenos Aires. Sus recursos naturales corren riesgo. Antiguos pobladores amenazados por negociados inmobiliarios y políticos inescrupulosos. Propuestas de los isleños para recuperar la calidad de vida, defender el medioambiente, los niños, niñas y mujeres, permanentemente asediadas.

 

La ciudad que está sola y espera tiene, a un costadito, un territorio de 19.000 kilómetros cuadrados que puede ser su relax y su oxigenación; su proveedor de frutas, verduras y mucho más. Pero tal como van las cosas, el pulmón verde que es el Delta del Paraná corre el riesgo de convertirse en una extensión de negocios inmobiliarios y campestres que están destruyendo gran parte de Argentina, derramando contaminación también en estas tierras sedimentarias y en las aguas dulces que consumen los 15 millones de habitantes de la CABA y Gran Buenos Aires. La noticia no es alentadora.

Hasta ahora, el Delta se ha administrado desde los escritorios capitalinos, ya sea de Buenos Aires, Entre Ríos o Santa Fe. Ninguna injerencia han tenido los isleños que viven en las islas desde siempre y, por lo tanto, conocen sus fortalezas y necesidades. Pero como el soplo de los cambios recorre el mundo, estos hombres que se reconocen como “trabajadores de los ríos”, se están organizando para planear un modelo de planificación y gobernanza deltaica “con los isleños adentro” que permita el aprovechamiento del territorio a todo aquel que entienda que la Naturaleza y las personas deben ser respetadas.

 

Propuesta armoniosa y barata

“Antes se producía mucho y se vivía bien, hoy ya no. Por eso, como veo el desastre, pensé ‘algo hay que hacer’. Entonces empecé a buscar isleños de otras ciudades”, dijo Juan Carlos García, que anda entre los límites de Zárate y Campana.

En la primera sección, Carlos Fellner y Walter Batista, entre otros, forman parte de esta iniciativa.

Carlos recordó que, en vida de Ubieto, se intentó hacer un camino sobreelevado que uniría el Luján con el Paraná de las Palmas, trazado entre el Carapachay y el Caraguatá; el cruce del Luján se haría a la altura de Marinas Golf. “El mensaje que llegaba a los isleños es que no tendrían que hacer tanto flete con sus embarcaciones, ya que no necesitarían llegar a Tigre. Pensamos que estaba previsto construir un puerto sobre el Paraná de las Palmas y cuando lo mencionamos, nos dijeron que no había plata para eso. Entonces salió a luz que no era un proyecto para beneficiar a los productores isleños, sino simplemente un negocio inmobiliario. Esto se paró porque no se había hecho la audiencia pública que hubieran tenido que hacer antes de aprobar el proyecto, es decir que prevaleció la cuestión técnica sobre la realidad ambiental”.

La escorrentía de los ríos va de norte a sur, por lo cual el camino – construido sobre el terraplén – cortaba la escorrentía natural de las aguas. En la primera crecida, la parte al sur del terraplén, se iba a vaciar rápidamente y la parte del norte, no se iba a vaciar, es decir que la gente que allí vive, iba a quedar inundada.

No se sabe si los ingenieros que idearon este muro se recibieron en Argentina o en Marte, pero lo raro es que haya sido aceptado por un intendente tigrense. Cosa e’mandinga!!!

“Para los que dicen que nosotros no queremos el desarrollo del Delta”, intervino Walter, “tienen que saber que nosotros mismos dimos una alternativa a ese camino isleño. Propusimos una bicisenda sobre un camino sobreelevado con palotes que no cortan la escorrentía”.

Indudablemente, sobre construcciones palafíticas, los isleños saben, ya que así son sus casas, que le hacen frente a la sudestada. “Propusimos que cruzaran el Luján en balsa y recorrieran el camino en bicicleta, con la opción de parar en 5 nodos, los únicos lugares habilitados para el consumo, donde los mismos isleños podían poner sus microemprendimientos. Pensamos también en autos eléctricos para gente de movilidad reducida, porque no queremos nada de explosión. Nuestra propuesta era armoniosa con el ambiente y muy barata para los turistas”.

Este proyecto permitía que los visitantes domingueros salieran hacia la isla y la recorrieran de manera controlada por los isleños. En cambio, en la actualidad, la gente llega a Tigre centro y aquí se queda estancada, con todos los inconvenientes que ya todos conocemos.

“Nosotros podemos planificar, podemos hacer la logística con nuestros barcos, por supuesto no tenemos el capital para hacer un proyecto de este tipo. Pero aclaramos, otra vez, no queremos para nosotros solos al Delta, la gente puede venir y juntos podemos hacer cosas con la lógica de respetar la Naturaleza y, además, que el emprendimiento no sea caro, así la gente común puede visitar el Delta. Ahora, en cambio, se necesita mucha plata para disfrutar de la isla. Nosotros queremos que sea para todas las personas, no sólo para algunos”.

Por ser un antiguo habitante de la costa del Luján, Carlos trajo otro recuerdo. “El folleto que le daban a los futuros propietarios de un departamento de Marinas Golf tenía unas flechas que apuntaban hacia las islas. ¿Cuál es el mensaje? Mi viejo contaba que tenía una pesadilla que lo hacía despertar todas las noches. ‘Siento que a las torres de enfrente les salen pies y empiezan a caminar y, cuando me van a aplastar, me despierto’, decía el viejo”. A buen entendedor…

 

La inviabilidad del modelo actual

“Por la zona de Zárate hay una invasión terrible de las islas”, contó García, “son estudios jurídicos, asociaciones ambientales, políticos, la sociedad rural. Todos engañan a los isleños que son gente modesta que desconoce sus derechos, muchos no saben leer y, si se resisten a irse de sus lugares de origen, al poco tiempo tienen sus casas quemadas”.

Las patas del transformen parece que se hacen realidad, de ahí la necesidad de juntarse. “Tenemos la idea de generar una organización donde estén integrados todos los isleños. Los interesados directos debemos tener participación y poder de decisión. Esto no tiene que ver con política partidaria, sino con política de Estado”, explicitó Carlos y continuó: “Al puerto de frutos de Tigre llegaba fruta, verdura, mimbre, junco, había fábricas de tejas, ladrillos. Todo desapareció, a las puertas del principal centro de consumo del país. Hay una involución y nosotros pretendemos una evolución con los isleños adentro. Pretendemos que los isleños tengan participación y poder de decisión con la racionalidad que da nuestra realidad”.

Ésta es una descripción de esa realidad: “Nosotros nos manejamos con lanchas; algunos quieren hacer calles, pero las calles del Delta son los ríos. No tenemos amarraderos en las islas, estamos pensando en un puerto seguro para los isleños pasando el puente de Zárate, porque la gente que navega por esa zona tiene que ir obligatoriamente al puerto de Zárate donde están todos los acopiadores. Queremos tener nuestros propios lugares de apoyo para no molestar a nadie. También los barqueros están con problemas porque quieren sacar el puerto de Tigre. Está todo el Delta atacado. El río Luján está teniendo 6 mil lanchas más, en un sector que no tiene más de 50 metros de ancho. Esto es inviable. Es terrible la contaminación, no podemos cruzar a remo los fines de semana porque los ríos están saturados, por eso hay tantos accidentes. No hay planificación. No se piensa llevar esas guarderías al Paraná, están todas en esta zona (1era. sección)”.

Sin duda, falta planificación a escala humana, pensando en la gente, como le gusta al danés Jean Gehl, pero que no practican nuestros funcionarios autóctonos.

 

Contra la contaminación, organización

Desde hace un tiempo, Juan Carlos tiene una ilusión: equipar un barco con una biblioteca y recorrer el Delta llevando enfermeros, maestros, artesanos “para que enseñen oficios a los chicos que no pueden ir a la escuela”.

El Delta es una enmarañada geografía, en cuyo corazón vive gente. Las distancias pueden ser muy largas, no es fácil conseguir combustible y difícil remar muchos kilómetros. Los niños no van a la escuela, los hombres son perseguidos por delincuentes y las mujeres corren el riesgo de caer en manos de tratantes de personas.

“Los concejales de Zárate votaron por unanimidad para que tuviéramos el puerto isleño, que ya fue ocupado por un empresario que puso un restaurante y nosotros no tenemos más entrada, no tenemos dónde dejar los botes. Y en la isla se nos pudre toda la producción y tenemos que aguantar las inundaciones y, cuando no hay inundación, son los animales de los señores de la sociedad rural, que quieren nuestras tierras para sus vacas y así en sus campos plantan soja”, informó Juan Carlos. “En las islas de Zárate y San Pedro se está plantando soja y esto es muy grave porque las inundaciones arrastran los agroquímicos y ya tenemos chicos con problemas en la piel. Nosotros seguimos tomando esa agua”, acotó.

“La problemática de allá arriba es desconocida y grave. La gente que nació en la isla nunca hizo papeles, entonces no tienen cómo comprobar que son dueños” comentó Walter.

Pareciera ser que estos hechos delictivos no tienen la categoría suficiente para ser difundidos por los diarios de tirada nacional, sin embargo “ya hay muertos, algunos isleños se defendieron a tiros de los invasores. El intendente de San Nicolás, que es el presidente de Conindelta, manda las motosierras y serruchan las casillas que están de toda la vida ahí y después les prenden fuego y la justicia de la provincia de Buenos Aires, en complicidad con estos políticos, mete presos a los nativos”.

Para que los isleños puedan informarse sobre sus derechos y sobre todo lo que pueden hacer con los recursos naturales que tienen a su alrededor, Juan Carlos insiste con la educación. “Hay que crear una escuela de oficios con los recursos naturales. Hay isleños que nunca se calzaron y con el formio que crece en el Delta, se les puede enseñar a hacer alpargatas. Tenemos que aprovechar nuestras plantas autóctonas, también podemos hacer alfarería, apicultura, cuidar nosotros mismos la fauna”.

Tristemente, muchos oficios se fueron perdiendo, porque la gente del continente llegó a contaminar la vida isleña. “Con engaños les sacan las vaquitas, el chanchito, les piden a las hijas supuestamente para hacerlas estudiar, se las llevan y las hacen pedazos. La gente cae en esos engaños y se ha ido empobreciendo. Esto es el abandono del Estado”.

“Las mujeres de la isla profunda son ingenuas”, señaló Walter, “necesitamos que conozcan sus derechos, por eso queremos que vayan agrupaciones feministas. En el barco, nosotros las llevaríamos para que tomen contacto con las mujeres del Delta”.

Antiguo y, según parece, conocido por todos, el tema de los areneros merece ser destacado: “Los areneros ofrecen víveres por sexo, no pueden ver a una mujer tranquila”.

“Tenemos grandes trabajos por hacer. Queremos contribuir al desarrollo del Delta. Vamos caminando de a poco”, dijo Walter.

“Yo estoy un poco apurado”, exclamó Juan Carlos, “porque la raza isleña se está extinguiendo. La llegada del hombre del continente está rompiendo las grandes familias. Familias enteras están comiendo de los tachos de basura, al costado del puente de Zárate. Son los desplazados de las islas, esos a los que les quemaron las casas. Es la Argentina secreta”.

Finalmente contó: “El intendente de Zárate hizo un encuentro internacional, fueron de Estados Unidos, Canadá, España. Les entregaban islas para que hagan countris, hoteles, pongan ganado. Yo estuve en ese encuentro y le pregunté a un concejal qué estaban haciendo, porque con todo lo que ofrecían a los extranjeros, nosotros estamos fritos. Me respondió ‘organícense’. Tiene razón. Nos estamos organizando”.

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