La comunidad no se quedó de brazos cruzados

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Grietas con historia en la escuela 21 de Rincón. Una vieja edificación a la que se le fueron ensamblando partes debido a las necesidades del barrio. La obra realizada por Aguas del Paraná afectó los cimientos de la escuela. Proyecto para reparar grietas y retomar las clases con normalidad. El hecho deja al descubierto que el edificio tiene falencias estructurales.

 

Nadie mejor que los vecinos del barrio para hablar de sus instituciones. Por eso, para informarnos sobre los inconvenientes vividos por alumnos, docentes y padres de la escuela 21 del barrio Guazunambí, de Rincón, acudimos a Patricia Salgueiro, que, además, es prosecretaria de la cooperadora escolar.

“La escuela es muy vieja, creo que de 1922. De toda la vida, cuando pasa un colectivo por la ruta, se zarandea toda. Las grietas aparecieron antes de que empezara la obra y se agravaron con el movimiento porque se usó martillos neumáticos y maquinaria pesada”.

Efectivamente, la directora anterior, ya jubilada, informó a este medio que durante su gestión elevó los informes pertinentes. En la esquina en que se encuentra la escuela – Ruta 27 y Cebey – la empresa Aguas del Paraná realizó una obra relacionada con la planta potabilizadora de agua ubicada en Dique Luján. “Tuvieron que hacer una fosa muy grande que se inundó y eso socavó los cimientos de la ochava, entonces se rajó una pared”, indicó Patricia. Es decir que a las grietas preexistentes hay que sumar esta rajadura y una pérdida de gas que se produjo porque – según explicaron los representantes de la empresa – los caños no estaban donde indicaban los planos. “La empresa reparó tanto la parte eléctrica como la de gas. Ahora estamos esperando que la Dirección de Infraestructura de la provincia apruebe el proyecto que presentó Aguas del Paraná para fortalecer esa zapata que se movió y después cerrar todas las grietas”.

Patricia aclaró que no se quedan de brazos cruzados, esperando lo que vaya a pasar. “Estamos en el tema. Hicimos un acuerdo, un grupo de vecinos se ocupa de estar en las reuniones con Balbi – el director de infraestructura de la provincia – y toma nota de los pasos que se van dando; otros pasamos y vamos viendo lo que se hace”.

En principio, parece ser que “las cosas se resolvieron entre provincia y nación, que son los responsables de las obras”. Los niños tendrán, por lo tanto, en poco tiempo la escuela arreglada y el dictado de clases volverá a la normalidad. Pero esta historia no termina aquí; probablemente, tampoco haya empezado aquí.

“A nosotros nos encantaría tener una escuela nueva”, manifestó Patricia, que aseguró que, para hacerla, “hay lugar por todos lados”… pero “los negocios inmobiliarios nos acotarían bastante las expectativas”.

 

El barrio crece

Teniendo como paisaje calles de tierra y zanjas, casitas bajas, el almacén de la esquina y, hacia el fondo, una tupida arboleda, Patricia nos contó que, en 32 años, vio crecer el barrio. “Tenemos nuevos vecinos, pero también fueron construyendo sus casas los hijos de los viejos pobladores. La gran mayoría de la gente que va a las reuniones de la escuela son ex alumnos que ahora tienen sus hijitos allí”.

El crecimiento poblacional obligó “a emparchar partes de la escuela, pero sería importante tener una obra bien hecha porque ahora las napas están muy altas y se necesita una construcción diferente a la época en que se construyó esta escuela”, señaló Patricia, que hace años integra la cooperadora escolar.

Justo al lado del colegio están construyendo una especie de centro comercial – “Ah!, nosotros nunca pudimos conseguir ese terreno. Durante mucho tiempo estuvo abandonado, tenía un problema, creo que una sucesión, así que no pudimos conseguirlo para el colegio”.

El barrio Guazunambí está rodeado por barrios cerrados – “Sí, Guazunambí y El Lucero somos una pequeña isla entre Nordelta, Marinas Golf y Santa María de Tigre”.

¿Ustedes se inundan? – “No, porque los barrios privados hicieron compuertas. Pero hay varios vecinos que dicen que, si alguna vez la creciente fuera tan grande que superara las compuertas, moriríamos ahogados”.

Los hijos de Patricia Salgueiro fueron a la escuela 21; ahora, van sus nietos. Ella asegura que también irán sus bisnietos. Esperamos que ellos puedan disfrutar de un edificio modelo.

 

Raúl Mansilla, presidente del Consejo Escolar dijo a nuestro medio: “En estos momentos la escuela está dictando clases en forma reducida porque hay un sector clausurado (por la Dirección provincial de Infraestructura Escolar) por las rajaduras que no se van a reparar hasta que se termine la obra de Aysa que informaron que durará unos 30 días más, por ende, hay menos disponibilidad edilicia, entonces los cursos se están rotando, o sea, hay cursos que hoy tienen clases y mañana no. Esto es provisorio, por eso esperamos que la empresa contratada por Aysa cumpla con la finalización de la obra para regular la situación”.

Si la obra no finaliza en el tiempo programado, ¿qué ocurrirá? – “Hemos tenido varias reuniones y la empresa alega que se ha encontrado con situaciones no previstas como ser los tendidos de cable de Edenor, distinto a como figuran en los planos. Pero la provincia ha dejado una vez más que esto transcurra. Tenemos una escuela provincial, una empresa nacional, y Tigre en forma local, tiene que bancar la situación para que esto se acelere lo más pronto posible”.

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