A raíz de la preocupación por la aparición de peces muertos desde las últimas semanas de julio, el Municipio de Tigre informaba en ese entonces que había solicitado la presencia de expertos de Recursos Naturales del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS). Los biólogos de este organismo estuvieron en Tigre el 4 y el 7 de agosto realizando mediciones y tomando muestras de peces para analizarlos, luego emitieron un informe oficial realizado en colaboración con especialistas en histopatología pertenecientes a la Universidad Nacional de La Plata.
Las conclusiones señalaban “que los episodios de mortandad de peces durante los meses de julio y agosto se produjeron en diferentes cursos de agua… y fueron consecuencia del brusco descenso de temperatura, en muchos casos cercana a los cero grados en cursos poco profundos, y a los 8 o 9 grados en grandes ríos como el Luján”.
Al respecto explicaban los biólogos que “el shock provocado por la hipotermia les impide la captación de alimentos, afecta la capacidad de intercambio gaseoso, por lo cual se los ve “boqueando” (suben a la superficie a buscar oxígeno) y genera deficiencias en el sistema inmunológico, favoreciendo la aparición de hongos”.
El documento también indicaba que “una vez producido el proceso de hipotermia la mortandad es lenta y paulatina, razón por la cual en los sitios relevados se han registrado ejemplares muertos y moribundos, estos últimos en diferentes grados de afectación y deterioro corporal”.
Los detalles de los análisis continúan pero no es necesario reproducirlo nuevamente puesto que las bajas temperaturas quedaron atrás, no así la mortandad de peces que nos siguen lastimando cuando los vemos flotar sobre el agua, boqueando, moribundos. Los vemos con tristeza sin poder hacer nada.
Tal como escribió un ambientalista y vecino del Delta, “La muerte masiva de los peces no es sólo la muerte de los peces, es la enfermedad y muerte del agua en la que viven y la muerte de otras especies; siendo agua el 75% de nuestro cuerpo, es el anticipo de nuestra propia enfermedad. Es la muerte de nuestro destino común como humanidad. Río que matamos… ¡Mata!”.
Estaremos a tiempo de revertirlo?
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