El silencioso trabajo de una mujer

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Rosario Ferraggi, una investigadora pachequense

Escribió una biografía sobre Antonio Améndola y está próxima a editar su segundo libro: “La capilla de la estancia ‘El Talar’ de General Pacheco, 1886-1963”. 15 años de búsquedas, desafíos y sorpresas.

 

“Siempre me gustó la historia, pero, mientras trabajaba, sólo podía recopilar datos durante las vacaciones; cuando me jubilé, me dediqué por entero”, contó Rosario García de Ferraggi, una historiadora de Pacheco que ya va por su segundo libro.

Su primera publicación fue una biografía sobre el padre Améndola, sacerdote que ha quedado en el recuerdo de los pachequenses, si bien “se retiró de la capilla en el 63, lo trasladaron a San Fernando y murió en Mendoza en 1976”, dijo Rosario, que confesó que el libro le dio muchas satisfacciones porque, una vez publicado, le fue llegando información desde el exterior sobre este cura que podaba árboles, tenía una colección de armas y daba encendidos sermones antiperonistas.

Terminado el libro sobre Améndola, comenzó a trabajar sobre la iglesia de Pacheco y así surgió “La capilla de la estancia ‘El Talar’ de General Pacheco, 1886-1963”, libro que recoge la historia desde su fundación hasta el último año en que fue capilla, que coincide, además, con el alejamiento de Antonio Améndola. “La iglesia es un hito importante del pueblo”, expresó la historiadora, que revisó y recopiló material durante 15 años.

La búsqueda de información sobre la capilla fundada en 1886 la llevó a compenetrarse con la figura de José Pacheco (hijo del general), quien “fue un visionario. Hizo todo con tal de fundar un pueblo. Fundó la iglesia, una escuelita que funcionaba donde era la casa de los curas, que fue el origen de la escuela 15 que ahora está en Talar. José también delineó las chacras, hizo el puente que ahora llamamos el Taurita. Intentó fundar un pueblo, el problema estuvo en que él quería que se separara de Tigre”.

La actual iglesia de Pacheco, en sus inicios, fue una capilla, que dependió primero de Buenos Aires, después del arzobispado de La Plata y en la actualidad del obispado de San Isidro. Por todos esos lugares fue pasando Rosario en busca de material. Incluso la parroquia de Tigre recibió a la investigadora, pues “en un comienzo, los nacimientos no se anotaban en Pacheco, sino en Tigre. Por esto creo que el libro es muy interesante para quienes buscan a sus antepasados, porque yo armé el libro parroquial desde 1886 a 1940”, manifestó Rosario.

Además de revisar libros parroquiales, archivos, bibliotecas, también leyó diarios: “todos los diarios que existen en Argentina desde 1886 en adelante, La Nación, La Prensa, diarios de tendencia católica también. Como yo investigué hasta 1963, por ese entonces no había diarios locales. Encontré mucha información en la parte de sociales porque eran muy importantes las fiestas que se hacían después de la misa de noche buena. Venían visitas muy importantes, era tanta gente que fletaban trenes. La fiesta se hacía en el parque del castillo, venían orquestas del Colón. Había un teatro de arbustos, los palcos se hacían con ligustro recortado, allí se ponían las sillas. La iglesia no estaba muy de acuerdo porque decían que era algo pagano después de la misa de gallo, pero eran fiestas que se hacían siempre para recaudar fondos para beneficencia”.

Rosario Ferraggi no sólo investigó en libros parroquiales y diarios, realizó también entrevistas, aunque especificó que “mucho no confío en la historia oral porque las personas mayores confunden las épocas. Además, de esta rama de los Pacheco ya no queda nadie, el último se suicidó en 1977”.

Además de la información escrita, Rosario fue juntando fotos de la iglesia, entre ellas las que aparecieron “en 1991, en el castillo (encerrado en el country El Talar), en lo que fueron las cocheras. La gente del country decidió vender todo como papel y un señor que vive ahí vio eso y le pareció interesante, siguió al camión que se llevaba todo y recuperó las cosas. Aparecieron documentos, escrituras originales y de la iglesia aparecieron fotos. Originariamente era más sencilla, no tenía la torre, pero después que Agustina muere, José decide mejorar la construcción y contrata en Europa un pintor, un escultor. En el libro, yo puse la biografía de estos artistas”.

En busca de datos sobre el arquitecto que construyó la iglesia, llegó a la facultad de arquitectura y se encontró con una sorpresa: “me trataron bastante mal porque yo no soy profesional, pero después me atendió una licenciada que me dijo que de ese hombre no hay nada escrito y me pidió que, cuando yo tuviera algo, se lo llevara”.

Cuando ya no tuvo más dónde buscar, porque todo lo había revisado, Rosario puso el punto final a su investigación, pero “igualmente me quedaron datos sin encontrar, por ejemplo, el ingreso del cuerpo de Agustina que murió en París. No hay entrada de su cuerpo, que descansa en la cripta de la iglesia. Busqué muchísimo ese dato porque me hería en mi amor propio no encontrarlo. Tengo la partida de defunción de París, tengo las exequias, lo que se pagó por velas y cirios. Pero no tengo el ingreso del cuerpo al país. Un día fui a la aduana y cuando le dijo al empleado el dato que buscaba, se echaron a reír porque los registros se guardan sólo 10 años”.

El libro será presentado al público el año próximo (2010). La iglesia, cuya restauración se terminó en el 2009, sería un ámbito apropiado para su presentación; allí, rodeada de obras de arte, Rosario podrá contar muchas anécdotas, los memoriosos podrán agregar las suyas y el lugar se convertirá, nuevamente, en centro de un acontecimiento local que servirá para reforzar lazos identitarios.

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