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El problema de la amarra afecta a más de 120 embarcaciones; cada una de ellas representa más de una familia porque “hay gente que viene con su bote y compra para varios vecinos porque hay mucha gente que vive lejos y no pasa por su casa la lancha colectivo ni la lancha almacenera”, dijo Cristina, también vecina del Sarmiento.
Para dejar de ser rehenes del Municipio, que les cobra la amarra $50 por día, y también de la lancha colectivo, que pasa cuando quiere, los vecinos iniciaron “el camino del diálogo”, sugerido por Malena Galmarini. “Hablamos con ella porque tiene peso político por ser la esposa de Sergio Massa. Ella, después de decirnos que estaba de acuerdo en que las amarras sean gratis, nos derivó a José Paesani, secretario de Servicios Municipales. Con él tuvimos 3 reuniones y en la última nos dijo que no tiene poder para decidir sobre la gratuidad de las amarras. Pero nos dijo que hiciéramos una presentación ante el Intendente y él agilizaría el trámite. La última vez que chequeamos dónde estaba el expediente, se encontraba en la secretaría de vivienda”. O sea que para lo único que sirvió el trámite sugerido por estos funcionarios, fue para hacer perder tiempo -y paciencia- a los isleños.
Las burocráticas conversaciones también se dieron con Daniel Fariña que, hasta donde sabemos, se ocupó siempre de asuntos culturosos, y con el delegado de islas. “Con el delegado tuvimos 14 reuniones. Logramos avances menores porque él no puede decidir la gratuidad de las amarras, pero hizo algunos arreglos”.
Los vecinos señalaron que este delegado “no tendría que ocupar ese puesto porque es empleado de la empresa de recolección de residuos, por lo tanto está de los dos lados del mostrador”.
En definitiva nadie quiere hacerse cargo de un tema tan sensible para la vida de los vecinos isleños que tiene una única resolución: la gratuidad de las amarras.
Si los funcionarios tigrenses no entienden la lógica de la vida isleña, no pueden trabajar en este distrito. Así como ellos andan en autos, los vecinos isleños necesitan moverse en embarcaciones, por lo tanto toda la costa debe ser de libre acceso y las amarras deben ser gratuitas.
Legislar desde un escritorio, sin escuchar la voz de los que saben, porque padecen los problemas, es una burrada que se paga en las urnas.
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