José Mastrángelo, frentista y restaurador

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Trabajó en el Programa de Restauración de la Avenida de Mayo

Aprendió el oficio al lado de su padre. Actualmente restaura edificios históricos y también hace esculturas, columnas y ornatos. Le gusta recorrer pueblos viejos, cementerios y pulperías.

Con el tiempo, la arquitectura de viviendas se fue apartando de la actividad artística debido al excesivo pragmatismo de las empresas constructoras. Esto llevó a simplificar y, en definitiva, a empobrecer los frentes de las casas, desapareciendo, entonces, el oficio de frentista. Aún así, como una especie extraña, José Mastrángelo sigue presentándose como “cuarta generación de frentistas”. Con orgullo dice: “aprendí el oficio al lado de mi padre”. Ahora es él el que lo transmite a sus aprendices.

Ese oficio consistía en terminar la pared en bruto dejada por el constructor; el frentista le agregaba los revoques, las molduras, los frisos. “Antes los frentes estaban ornamentados, pero, claro, eso lleva un tiempo de trabajo”, recuerda José y agrega que un lugar especial para apreciar este oficio son los cementerios ya que “en las bóvedas hay esculturas de mármol, molduras realizadas en situ, tallas”.

El profundo conocimiento de esta actividad le permitió incorporar un valor agregado a su profesión: restaura edificios de estilo, especialmente de carácter histórico y monumental. Algunos de los edificios restaurados son la Iglesia Inmaculada Concepción de María y el Teatro Avenida, ambos en la Capital Federal. Participó también del Programa de Restauración de la Avenida de Mayo, habiendo hecho un trabajo de reestructuración de ménsulas, consolidación de revoques, restauración de molduras y ornatos de muchos edificios de esa Avenida.

Hablando de su tarea de restaurador, explica que “hay un trabajo previo de investigación muy importante, exhaustivo, para hacer la tarea correctamente. Esto demanda tiempo, pero lo interesante es que toda la investigación se puede plasmar en un libro que quedará para futuras restauraciones o simplemente como parte de la historia del objeto restaurado”.

Su ojo experto, unido a su conocimiento de los estilos artísticos, le permite hacer, a partir de una foto, una escultura, “yo hago una reproducción de lo que sea, figuras humanas, animales u otras formas”, comenta. En este sentido, es posible ver una reproducción de un fragmento del Foro Romano en el Parque Temático “El Descanso”, en Los Cocos, provincia de Córdoba. Pero su actividad no se limita a edificios o esculturas, también realiza pequeños ornatos, macetas y columnas que “siempre tienen un espacio en las distintas tendencias constructivas”, manifiesta José.

Para alejarse del dolor que le causa la caída de viejas casonas bajo la piqueta del progreso, José viaja a pueblos del interior y recorre “cementerios, iglesias, el casco histórico, almacenes de campo, viejas pulperías, todo esto me encanta”, confiesa este artesano. Seguramente, sentado en un rincón apartado, sentirá el aletear de un angelito y la voz de su padre pidiéndole que vuelva al andamio.

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