“La genética es fuerte, porque yo estoy haciendo lo mismo”

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Historia del terrorismo de Estado en Tigre

Con tan sólo cuatro años, Verónica Caamaño junto con su madre, su hermano y su papá José fueron secuestrados por un grupo de militares en su propia casa de Tigre, una noche en vísperas de la navidad de 1976. José Caamaño era carpintero naval y delegado gremial de Astilleros Argentinos Río de la Plata S.A. (Astarsa). Durante la etapa escolar, Verónica y su hermano José Luis, además del dolor, tuvieron que llevar su historia con mucho miedo, sufriendo persecuciones y hostigamiento. Verónica, apenas tuvo la mayoría de edad, asumió la lucha por la verdad y la justicia, y recién en los últimos años siente que la memoria de su padre, como la del resto de los desaparecidos, está siendo reivindicada tanto a nivel nacional como local. Hoy, con 38 años y dos hijos – que pueden decir libremente que su abuelo es un desaparecido de Tigre -, trabaja en la Subsecretaría de Cultura del Municipio de Tigre, y está a cargo de un Centro Cultural y Social que abrió en su casa. En los terrenos donde funcionó Astarsa, el Municipio de Tigre proyecta construir un espacio y museo para la memoria. Asimismo, a principios de abril se realizó la señalización de la Comisaría de Tigre 1ra. como un ex centro clandestino de detención que funcionó durante el terrorismo de Estado. José Caamaño, como otros trabajadores de Astarsa, Vicente Forte, Mestrina y Ford estuvieron detenidos ilegalmente allí.

 

José Caamaño Uzal nació el 1 de agosto de 1946 en Galicia, España, y cuando tenía 18 meses llega a Buenos Aires junto con sus padres y sus cuatro hermanos. Sus padres pudieron construir una casa en Tigre y se mudan allí. José se crió en Tigre, concurrió a la Escuela N° 25, estudió carpintería y antes de cumplir 20 años se casó con Elisa Mirta Corradini, a quien conocía desde pequeño ya que eran vecinos y compañeros de la escuela. Tuvieron dos hijos, en 1966 nace José Luis y en 1973, Verónica. A fines de la década del 60, José ingresa a trabajar a Astarsa como carpintero naval. Se dedicaba a realizar los interiores de los buques.

En aquel momento, uno de los problemas centrales en el astillero eran las condiciones de seguridad e higiene laboral. Los accidentes eran frecuentes, existía entre los trabajadores el mito de que “cada barco construido se llevaba uno o dos obreros”. La empresa no reconocía la insalubridad ni reducía la jornada laboral. Asimismo, ese tipo de reivindicaciones no eran asumidas por el gremio que en poco tiempo vio surgir otra agrupación que se presentó a elecciones como “Lista Marrón”.

Sucedió que el 24 de mayo de 1973, José María Alessio que estaba trabajando en el interior de un barco, por una acumulación de gases, salió despedido como una antorcha de fuego. Sufrió quemaduras en todo el cuerpo y al poco tiempo falleció en el Instituto del Quemado. A partir de este hecho, los trabajadores pararon la planta y llevaron adelante una toma del astillero con toma de rehenes. El conflicto pasó de ser sólo sindical a tomar una dimensión política de un alcance inesperado. La toma fue exitosa y Astarsa tuvo que cumplir con los reclamos de los trabajadores.

El 24 de marzo de 1976, día del golpe militar, fuerzas del ejército entraron a los astilleros Astarsa, Mestrina y Forte, con tanques de guerra, carros de asalto y helicópteros, en un operativo que se extendió hasta el día siguiente. Con la complicidad de las empresas, que colaboraron en la identificación, se detuvieron a unos 60 obreros que fueron conducidos a la Comisaría 1ª de Tigre. Uno de los objetivos era desmantelar el cuerpo de delegados y la comisión interna.

José Caamaño había sido elegido delegado ese mismo año en el área de carpintería y sufrió un episodio de amenaza: lo encerraron todo un día en un sótano y cuando fue a reclamar, “le dijeron que se quedara piola en los reclamos que estaba haciendo porque sino tendría que atenerse a las consecuencias”, relata Verónica Caamaño. Después de la advertencia pasó un mes y medio aproximadamente, y el 23 de diciembre, José Caamaño fue secuestrado en su propia casa y hasta hoy permanece desaparecido.

Además de los asesinados y secuestrados, se calcula que 16 de los trabajadores continúan desaparecidos hasta la actualidad.

 

“Decían que abriéramos la puerta porque nos mataban a todos”

¿Tu papá estaba al tanto de los secuestros que se estaban produciendo en esos momentos? – “El sabía que había compañeros que estaban desapareciendo, porque incluso un vecino apareció casi sin vida en la Ricchieri, o algo por el estilo. En mi familia, le decían que se vaya pero él no le encontraba nada de malo a lo que estaba haciendo. Era un reclamo de laburo. Los compañeros se llamaban por teléfono para ver si estaba bien el otro porque empezaban a desaparecer los trabajadores de Astarsa”.

¿Cómo se produjo el secuestro de tu papá? – “El secuestro fue el 23 de diciembre de 1976, en vísperas de navidad. En casa, se estaba haciendo un lechón, por eso mis padres se acostaron tarde. Había un partido de Boca-River. Se habrán acostado como a la una de la mañana, y no pasó ni una hora y media cuando estalló. Abrieron el portón de calle y nos mataron al perro, golpearon la casa y se presentaron como de Reorganización Nacional, y decían que abriéramos la puerta porque nos mataban a todos”.

¿Estaba toda la familia en la casa? – “Estábamos los cuatro: mi hermano, mi mama, mi papá y yo. Mi papá le pedía a mi mamá que se quedara tranquila porque ella se había asustado y no quería abrir la puerta. Lo que sí le pidió fue que guardara las cosas de valor porque “estos entran y te roban todo”. Y abrió la puerta y apenas la abrió a mi papá lo sentaron en el sillón que estaba muy cerquita del living, lo encapucharon y le ataron las manos”.

¿Eran muchos? – “Sí, entraron varios a casa. Dos o tres entraron a la habitación nuestra, mi hermano y yo estuvimos con armas en la cabeza. A mi mamá la ataron a la cama y le tiraban encima todo lo que iban sacando del placard, y a mi papá lo tenían atado en el living. Pensamos que estaban buscando armas, propaganda política… Mi papá pedía a gritos que mi vieja no se separara de nosotros, lo único que se le escuchaba gritar era “las manos no, las manos no”, después se escucharon golpes y nada más”.

¿Luego se lo llevaron? – “Sí. Mi mamá les gritaba adónde lo llevaban, y le dijeron que se quedara tranquila que ellos no habían encontrado nada y que al otro día iba a estar de vuelta en casa. Mi mamá levantó la persiana para ver en qué lo llevaban. Había un Torino blanco y atrás Falcon verdes. A los empujones lo subieron a mi papá al Torino y de ahí se lo llevaron. Imaginate lo que habrá sido mi casa, no sé cuánto tiempo habrá durado esto. Hace un par de años tuve que volver a terapia porque escuchaba los mismos ruidos y me colgaba de la persiana. Fue muy fuerte”.

¿Y qué hicieron luego? – “Se llamó a mis abuelos y a mis tíos que vinieron enseguida y se fue a hacer la denuncia a la Comisaría 1era.de Tigre. Cuando mi mamá llega ve que el Torino estaba ahí, y les dijo que ese era el auto en el que habían secuestrado a su marido, y le respondieron que lo habían encontrado como robado y que recién lo habían traído. Como ellos (su madre y su tío) no entendían esto, pidieron hablar con un superior y la persona que los había atendido salió a buscar un superior y quedaron solos en una oficina. Empezaron a revisar todo y encontraron una ficha con la firma de mi papá. Entonces ahí constataron que mi papá había estado en la Comisaría de Tigre. Cuando el policía vuelve con el superior, mi tío le dice: «esta es la firma de mi hermano, mi hermano está acá, no me voy de acá, quiero verlo», y el superior le dice: «sí, su hermano es un preso político, vayan y tráiganle ropa y comida y vuelvan al mediodía, a la hora de la visita». Ellos, inocentemente, fueron a buscar las cosas y cuando regresaron a la Comisaría no estaba el guardia, ni el superior, no estaba la ficha y tampoco estaba mi papá. Como les habían confirmado que era un preso político, se pensó que era un arresto legal. De ahí nunca más, el último rastro que se supo fue que estuvo en la Comisaría de Tigre”.

¿Lo habían puesto a disposición de los militares? – “Sí, estos policías que los atendieron daban a entender que el tema era militar, que no era un procedimiento policial. Se referían a que el tema era militar y que les daban el espacio para el detenido, pero que no les correspondía a ellos”.

 

“Nos vigilaban hasta cuando íbamos al colegio”

¿Qué otras acciones llevaron adelante para encontrar a tu papá? – “Cuando mi mamá y mi tío volvieron de la Comisaría fueron a la embajada española para decir lo que había pasado y para ver si algún diplomático podía intervenir. Se presentó un Habeas Corpus, se fue a Derechos Humanos, el número de la CONADEP lo tengo desde ese momento, se fue al Juzgado de San Isidro… Se hicieron trámites permanentemente”.

¿Cómo fue para vos continuar con tu vida a partir de esta situación? – “Para mí, la primaria y la secundaria fueron terribles, hasta que fui al colegio secundario sufrí seguimientos, me sacaban fotos… Hasta el ochenta, ochenta y pico, nos vigilaban hasta cuando íbamos al colegio”.

Se sentían hostigados – “Sí, las docentes no tenían ningún pudor en decir: “es la hija de un subversivo, de un guerrillero…”. Incluso, a mi hermano, que es siete años mayor que yo, cuando quiso empezar a trabajar le costó… Yo fui al Colegio Marcos Sastre en el secundario y ya entrada la democracia, una persona de Astarsa estaba formando la Comisión de la Memoria de la Zona Norte y se había enterado que en este Colegio había una hija de un desaparecido naval y se acercaron en ese momento a hablar con Herrero, que era la Directora, y me negaron infinitamente y no me dejaron acercarme a los compañeros. Fue duro”.

¿Cómo fue el acercamiento de ustedes luego a los organismos de Derechos Humanos? – “En el noventa y pico, nos contactamos con una abogada que se dedicaba especialmente a este tema, y así comencé yo con el tema de la lucha, en lugar de mi vieja y mi tío que ya estaban más desgastados. Arranqué a mover todo esto de nuevo: el juicio, y otra vez a dar testimonio, ir a forenses para el ADN, ver fotos nuevamente, pasar por (la Secretaría) DD.HH. para ver si el legajo tenía algún tipo de movimiento, si alguien había declarado algo, si se había aportado algo más y volver a movilizar el expediente”.

¿Hubo nuevos datos? ¿Aparecieron testigos que hayan visto a tu papá? – “No. Se presume que fue llevado a Campo de Mayo porque esa era la ruta que ellos tomaban, porque ésta era la Sección IV. Incluso estuve con compañeros que habían pasado a la Unidad 9, y que los habían puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y se comentaba adentro que lo habían detenido a mi papá, pero nadie lo vio. También hubo otros compañeros que fueron detenidos en Entre Ríos, en las Islas, y a ellos les habían llegado comentarios de que mi papá se había podido escapar… Pero son todas conjeturas… Lo más cierto es que pudo ir a Campo de Mayo el mismo día en que vieron esa ficha en la Comisaría de Tigre, o que lo hayan matado ahí mismo en el trayecto”.

 

“La fuerza se saca de estos compañeros que dieron la vida”

Contame cómo era tu papá – “El era muy compañero, solidario, iba a hacer la casa de los compañeros, era de meterse en la villa y organizar un partido de fútbol para que tengan los guardapolvos, para que tengan la leche. Laburaba mucho socialmente, estaba muy comprometido. Yo pasé por varias etapas, y muchas veces también estuve enojada y decía: “por qué no te preocupaste más por nosotros” y ahora yo digo: la genética es fuerte, porque yo estoy haciendo lo mismo”.

¿Sentís que se ha reivindicado a tu papá, a los compañeros y su lucha? – “Estos últimos años se reconoció a los compañeros desaparecidos desde la entrada de Néstor Kirchner, las Madres y las Abuelas tuvieron que dejar de marchar, se dio más importancia en recuperar a los nietos apropiados, reconocieron el dolor de los familiares. A nivel local, hace cuatro años que se puede conmemorar el mes de la memoria, y yo lo disfruto. Poder tener el espacio de la memoria en Astarsa donde estaba el astillero es gratificante”.

¿Cómo les trasmitís a tus hijos todo lo que sucedió? – “Ellos saben todo, y la misma emoción que uno tiene al hablar de lo que hacía mi papá, por lo que se jugó, lo que decían los compañeros de él… Tienen la imagen que tengo yo. Incluso van al colegio y les hablan de la memoria y les pasan la película “La Noche de los Lápices», y ellos no tienen el temor que tenía yo. Ellos dicen: “mi abuelo es un desaparecido, y es un desaparecido de Tigre”. Eso lo disfruto porque yo no lo pude hacer. Yo tenía ganas de gritar y decir de quién era hija porque estaba orgullosa de lo que hacía mi viejo, y los demás no lo entendían. Es doblemente gratificante porque nací acá en Tigre, me eduqué acá en Tigre, me secuestraron en Tigre, pude comprar la misma casa donde nos pasó todo esto y ahora que se pueda reivindicar todo esto y decir la verdad, se puede hacer un acto, recordar la semana de la memoria, y también trabajar para esto”.

¿Qué estás haciendo puntualmente? – “Estoy en la Subsecretaría de Cultura, puedo presentar proyectos, y son bien recibidos y se pueden hacer. Tengo un centro social y comunitario donde los chicos van a estudiar. Creo que la fuerza se saca de estos compañeros que dieron la vida y que estaban convencidos de lo que estaban haciendo, y era lo correcto lo que estaban haciendo”.

Por Maribel Carrasco

Lic. en Ciencia Política

 

Fuente: Lorenz, Federico, “Los zapatos de Carlito”, Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, 2007. Pág. 32.

 

El Centro Cultural y Social está ubicado en Saavedra 257, esquina Larralde. Se brindan talleres de dibujo, porcelana, estampado de tela y otros. También se asesora en trámites relacionados a ANSES y Registro Civil. Cualquier interesado se puede dirigir directamente a este domicilio.

 

Astarsa (Astilleros Argentinos Río de la Plata S.A) fue el astillero de capitales privados más importante del país. A mediados de los 70, Astarsa tenía alrededor de 1500 empleados, ochocientos eran obreros metalúrgicos que trabajaban en la construcción y reparación de locomotoras, maquinaria industrial, fundición pesada y tanques de guerra. El resto, cerca de setecientos eran trabajadores navales. Su directorio estaba integrado por militares y familias con poder como los Braun Menéndez y Braun Cantilo. Astarsa abastecía a empresas estatales y privadas vinculadas a los servicios, como la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad. Ocupaba un predio de 18 has, ubicado en el Partido de Tigre, en la margen derecha del Río Luján, pocos metros arriba del Canal de San Fernando. Astarsa fue un referente central de la industria nacional.

 

Foto: José Caamaño, desaparecido el 23/12/1976. Obrero Naval del Astillero Astarsa

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