Decreto 4161/56

Efemérides de marzo, la búsqueda de aplastar la memoria. Además de bombardear y fusilar, la autodenominada revolución libertadora intentó desterrar todo vestigio del gobierno de Perón. La eliminación pública de toda la simbología peronista se complementó con la prohibición de mencionar su nombre y el de Eva, pero el pueblo peronista encontró la forma de no olvidar.

        Con la llegada de la dictadura autodenominada revolución libertadora, el 16 de septiembre de 1955, los golpistas iniciaron una serie de acciones que tuvieron como finalidad desterrar todo lo que hiciera referencia al peronismo. La demolición de edificios asociados con el movimiento nacional y popular nacido el 17 de octubre de 1945; la destrucción de pulmotores que tenían el sello de la Fundación Eva Perón; la quema de frazadas y sábanas por la misma razón; el abandono de la obra que hubiera podido ser el hospital de niños mejor equipado de Sudamérica y muchas más infamias no lograron aplacar la pasión peronista. Por el contrario, la resistencia del pueblo se hizo sentir de tal manera que el régimen dictatorial promulgó el 5 de marzo de 1956 el decreto 4161 (vigente hasta 1964) que intentó expulsar de la boca del pueblo los nombres de Perón y Evita. 

        El tiempo demostró que el esfuerzo alimentado por el odio antipopular fue en vano.

La virulencia del odio

        El famoso lema “ni vencedores ni vencidos” pronunciado por Eduardo Lonardi cuando asumió la presidencia el 23 de septiembre de 1955 se derrumbó rápidamente. Los que llegaron para “restablecer el imperio del derecho” encarcelaron, torturaron, fusilaron; profanaron el cadáver de Eva Perón, se quedaron con los depósitos bancarios de la Fundación Evita, intervinieron la CGT, disolvieron el Partido Peronista, clausuraron periódicos y no se avergonzaron de decir que “la revolución libertadora se hizo para que, en este país, el hijo del barrendero muera barrendero”. A buen entendedor, pocas palabras.

        Para que no se dudara de su intento por borrar de la historia y de la geografía de la patria el mínimo vestigio de peronismo (después de decretar la disolución del Partido Peronista en sus dos ramas) el 5 de marzo de 1956 promulgaron el decreto 4161 que prohibió en todo el territorio nacional la utilización de imágenes, símbolos, signos, obras artísticas, retratos, esculturas, las expresiones “peronismo”, “peronista”, “justicialismo”, “tercera posición”, la marcha peronista y Evita Capitana, los discursos del General y su esposa. Las penas iban de 15 días a 6 años de prisión; multas; inhabilitación para cargos públicos, políticos o gremiales; clausura de locales por 15 días y clausura definitiva por reincidencia. El decreto fue firmado por Pedro Eugenio Aramburu, Isaac Rojas y otros.

        Aunque los golpistas se propusieron sepultar definitivamente a Perón (había asumido el segundo mandato con el 62% de los votos) porque consideraban al peronismo “una plaga endémica infiltrada con virulencia en las organizaciones de la política” y tenían todos los medios masivos de difusión para propagar su ideología de odio, los resistentes, que no necesitaron que Perón les dijera “muchachos, despabílense”, hicieron uso de las paredes, la tiza y el carbón y así, en un muro cualquiera, una mañana, el pueblo trabajador vio el símbolo de la resistencia: Perón Vuelve, sintetizado con la V y la P.

        Ni el odio de clase ni la proscripción política impidieron que el pueblo siguiera levantando las banderas del movimiento político que hizo sus días más felices. Finalmente, el 18 de noviembre de 1964, el decreto 4161 fue derogado.

Por Mónica Carinchi

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