La culpa ya no es del gluten

El aumento de la celiaquía relacionado con el uso de glifosato. Investigadores europeos y americanos coinciden en relacionar el uso intensivo de glifosato con el aumento de celíacos. Uno de cada 100 argentinos padece esta enfermedad.

 

La celiaquía es la intolerancia permanente al gluten, conjunto de proteínas que se encuentran en el trigo, avena, cebada y centeno (TACC). ¿Qué produce esa intolerancia? Diarreas crónicas, vómitos reiterados, pérdida de peso, retraso del crecimiento, descalcificación, osteoporosis, artritis, cefaleas, irritabilidad, hiperactividad, autismo, abortos espontáneos, infertilidad, defectos de nacimiento, etc.

En todo el mundo y, particularmente, en América, la celiaquía aumentó considerablemente en los últimos años. En 2014, en el portal del Ministerio de Salud de la Nación, se podía leer que 1 de cada 100 argentinos padece esta enfermedad. Sin ir muy lejos, ¿cuántos conoce usted, lector?

Aunque siempre la culpa la tuvo el gluten, ahora, con las altas tasas de crecimiento de la enfermedad, los investigadores ampliaron su mirada: América Latina es el continente donde la multinacional del veneno, Monsanto, vende el glifosato sin ningún tipo de limitaciones, al punto que el Roundup – nombre comercial del herbicida glifosato – es utilizado no sólo por los agricultores, sino también por los jardineros, incluso se usa para fumigar en plazas. ¿Cómo se relaciona esto con la celiaquía? La respuesta la dan los investigadores: el glifosato reduce 4 aminoácidos, los mismos que son deficientes en las personas con celiaquía. Asimismo, los celíacos sufren el riesgo de contraer linfoma no Hodgkin, que también ha sido vinculado al glifosato.

Por otro lado, las investigaciones también han establecido relación con el glifosato y los abortos espontáneos, la infertilidad y defectos de nacimiento. El científico argentino Andrés Carrasco demostró que este veneno tiene efecto demoledor en embriones anfibios; el investigador expresó, en muchas ocasiones, que su investigación de laboratorio confirmaba lo que sufrían las familias de los pueblos fumigados.

En todo el mundo se van acumulando investigaciones y también enfermedad y muerte de personas que viven cerca de zonas fumigadas o que manipulan glifosato.

Es hora, entonces, de preguntarse cuáles son los beneficios de esta forma de producción agrícola, ya que, mientras las billeteras de los industriales cerealeros se engrosa, el resto de los argentinos hipoteca su salud y la de sus hijos.

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