Los vecinos: el mejor control

La capital de todos los argentinos en estado de remate. La cuestión pública ya no está exclusivamente en manos de políticos. Ante el intento de apoderarse de espacios públicos, van surgiendo agrupaciones vecinales. Manzana 66 nació en el barrio de Balvanera luchando por una plaza donde se pretendía imponer un proyecto inmobiliario que iba a transformar la vida de todo el vecindario.

 

Desde la ventana de su departamento, Alberto Stud vio que, día a día, iban demoliendo las casas de la manzana de enfrente. Como la destrucción avanzaba, una tarde se cruzó y habló con los obreros. “Nadie sabía nada. Circulaban 1000 versiones. Me pareció que eso estaba mal porque no había cartel de demolición, además, en esa manzana, había edificios anteriores a 1940 que tienen protección legal y arrasaron con ellos igual. Entonces fui a la Defensoría, hice la denuncia. La tomaron y empezaron a averiguar. Como el tiempo pasaba, fui a ver al diputado Camps, del partido Socialista Auténtico, que hizo un pedido de informe. Esto empezó en el 2011 y en el 2014 apareció, en el diario Perfil, el proyecto del micro-estadio que pretendían hacer. Así empezamos a reunirnos”, contó este vecino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, primer denunciante del negociado inmobiliario de la manzana 66, comprendida entre Belgrano, Jujuy, Moreno y Catamarca, o sea del barrio de Balvanera, más conocido como Once.

Esa manzana estaba constituida por locales, estacionamientos y viviendas; una parte era propiedad de la familia Miguens que, en 2011, comenzó a comprar otras propiedades hasta completar la manzana. El proyecto inmobiliario que pretendían realizar comprendía un micro-estadio para 18 mil personas (el doble del Luna Park), tres niveles subterráneos de estacionamiento, un centro de restaurantes y dos torres con hotel 5 estrellas incluido. Pavadita.

“El proyecto no llegaron a presentarlo en la Legislatura porque los vecinos empezamos a movernos. Nosotros pedimos una plaza, un espacio verde y público”, dijo Alberto Aguilera.

Así, con esa consigna, nació Manzana 66 Verde y Pública, una agrupación vecinal que tiene una historia de luchas y victorias para contar.

 

Dos ciudades

Balvanera es un barrio con mucha historia, por ejemplo La Perla del Once (Rivadavia y Pueyrredón) es la cuna del rock nacional; sus calles son transitadas por miles de argentinos que toman el tren de Once, van a comprar a su enorme centro comercial, se atienden en el Hospital Ramos Mejía, van a la Facultad de Psicología de la UBA, etc., etc.. Hermosas construcciones de principios del siglo 20 todavía sobresalen entre plebeyos carteles, pero muchas, ay qué dolor!, han desaparecido debido a la voracidad inmobiliaria. O sea que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires no hace cumplir las leyes, pues, como se dijo más arriba, las edificaciones anteriores a 1941 están protegidas por ley.

El abandono municipal convirtió a ese barrio porteño en un territorio superpoblado, con pensiones, casas tomadas, alquileres económicos; todo se fue degradando, sus angostas calles ya no toleran la contaminación ni la mugre, pero sus antiguos habitantes están decididos a no empeorar sus condiciones de vida.

“En las zonas más carenciadas de la ciudad es donde menos hacen. Donde vive gente con más plata, ahí invierten un poco. Se puede hacer una división de Buenos Aires: de Córdoba al norte, es una cosa y de Córdoba al sur, es otra. Del norte se preocupan un poco porque vive un sector de gente clase A y, al sur, vive gente B, C y negritos de mierda. Entonces, en el sur, todas las empresas rompen las veredas y después pasan meses hasta que aparecen cuadrillas tercerizadas para arreglarlas y las arreglan de tal forma que duran 3 meses, lo hacen exprofeso. No les ponen contrapiso, entonces con unas lluvias, las baldosas se aflojan y se rompen. Es un gran negocio”, explicó Stud.

“También asfaltan Jujuy o Belgrano sin necesidad, en consecuencia las calzadas están más altas que las veredas y, cuando llueve mucho, el agua llega a la vereda. Esto también es un gran negocio”, agregó Aguilera.

Durante dos años, los integrantes de Manzana 66 se apostaron en una de las esquinas de la manzana que les dio nombre. “Nos interesaba que la gente conociera nuestro proyecto (la plaza) y el de ellos (el micro-estadio), informábamos que nos reuníamos todos los miércoles en la parroquia y los alentábamos a que llevaran sus problemas barriales a esas reuniones. Así fuimos creciendo y ahora somos 3 generaciones que luchamos por la plaza”. Con el tiempo fueron integrándose asambleas, instituciones intermedias, otras parroquias, el Hospital Ramos Mejía, facultades, escuelas; también partidos políticos, pero “saben que la decisión es siempre vecinal”, aclaró Aguilera, “ellos nos facilitan la llegada a la Legislatura, colaboran poniendo sus mesas, consiguen cosas para nuestros festivales, dan difusión a nuestro trabajo porque tienen acceso a los medios”.

La actividad incesante de Manzana 66, su capacidad para ir incorporando temas y conocimientos específicos (leyes y normativas, funcionamiento de las instituciones públicas) y su independencia gracias al autofinanciamiento, han hecho no sólo que la gente confíe en ellos, sino también que sus luchas alcancen el éxito: aunque funcionarios públicos intentaron convencerlos a través de palabras y sobornos, la plaza pública ya es un hecho, en junio comienza su construcción; lograron, por unanimidad, la derogación de la ley de propiedad horizontal; frenaron la venta de polideportivos… y van por más.

 

Ni un árbol menos

La ciudad de Buenos Aires tiene un gran déficit de espacios verdes, aunque el gobierno porteño se empeñe en decir lo contrario: “En las estadísticas de espacios verdes incluyen el aeroparque!” ¿No era el Indec el que mentía?

“En Balvanera hay 0,4 metros cuadrados de espacio verde por habitante y la OMS recomienda de 10 a 15”, especificó Alberto Stud.

El slogan de “ciudad verde” es solamente eso, porque Buenos Aires es una ciudad cada vez más cementada: “Estamos tratando de mejorar las plazas porque están desastrosas. No hay pasto, no hay arbustos, los árboles son escasos, no hay personal permanente. La tierra está yerma, es necesario regarla, mejorarla. Cada tanto cierran una plaza y le ponen un cartel diciendo que la van a poner en valor, no sé qué quiere decir eso. Son 4 o 5 millones cada arreglo y cada vez queda peor. Los juegos para chicos son ordinarios, se rompen; uno de esos juegos son las figuras de las máquinas tragamonedas, así los chicos se van habituando a verlas, ¡a ese punto llega la perversidad!!”, exclamaron.

Cuando los vecinos ven que están podando los árboles, no deben ponerse contentos, porque los árboles no necesitan ser podados: “Destruyen la arboleda porque mutilan los árboles. Cortan ramas troncales enormes y esto los desestabiliza; no toman cuidados sanitarios, entonces se llenan de bichos y van muriendo; después, a esos árboles que ellos mismos enfermaron, los arrancan y no los suplantan. Están en contra de todo lo que sea natural!!!”. Ejemplo de esto es el caminito enrejado que han hecho en Avenida La Plata y Rosario: entre las rejas asoman plantitas… de plástico!!!

Para ponerle un freno a la destrucción de parques y plazas, Manzana 66 y muchísimas otras agrupaciones vecinales están juntando firmas para derogar la ley 4950 de bares privados en las plazas: “Más verde, menos cemento! Ni un árbol menos! Sí al baño público, no al bar privado!”.

Las plazas son espacios públicos de esparcimiento, de bienestar, de intercambio y encuentro; son lugares para la lonita y el mate, para disfrutar de los pajaritos y las flores, de día y de noche. No deben estar enrejadas y no deben tener bares!!!

“El gobierno PRO odia lo público, lo verde. Vienen a hacer una barrida comercial”, aseguró Aguilera.

La Reina del Plata está siendo picoteada por los buitres, pero como dijo una poeta: “Bajo sus pies, todavía / están calientes las huellas / de los viejos querandíes / de boleadoras y flechas. / Por eso cuando los nervios / se le ponen en tormenta / siente que los muertos indio s/ se le suben por las piernas”.

 

Foto: Vecinos de la Capital Federal en el Festival organizado para derogar la ley 4950 que propone construir bares en las plazas públicas.

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