Un retiro holístico en el Delta para reponerse del estrés citadino

Marea del Tao. Disciplinas orientales, comida sana, caminatas y paseos en kajak. Todo envuelto en el cuidado de la naturaleza, con charlas sobre reciclado y compostaje. Un espacio para restablecer el vínculo con la naturaleza. Para info www.facebook.com/arroyomarchini

 

Para todos aquellos que quieren alejarse de la furia de la gran ciudad, las islas del Delta son un reservorio de plenitud natural a una hora de la Capital Federal. Ríos, arroyos, una selva en galería y, hacia el interior de las islas, zonas pantanosas ofrecen otro espacio para descubrir. En el verano, el Delta es ideal para escaparse del calor abrumador de la ciudad; en los días grises de invierno, desata el telar de la imaginación.

Si todo esto no fuese suficiente para energizarse, el retiro holístico Marea del Tao, sobre el arroyo Marchini, propone, además, una serie de actividades para retornar con nuevo ánimo a la vida citadina.

“Nuestra idea es que la gente experimente qué es convivir con la naturaleza y la marea. Y hacer yoga, tai chi, pa kua, tantra y la preparación comunitaria de un almuerzo para fortalecer el equilibrio físico, mental y emocional”, contó Mariano Canelo, uno de los integrantes de esta propuesta que funciona en la zona del Tres Bocas, en la 1° sección del Delta.

Luego de un viaje en las tradicionales lanchas colectivo, una mesa con cositas ricas espera a los recién llegados. “Después de unas pautas para manejarse en la isla, se hace una clase de apertura energética”. Y caminar por los senderos hacia el interior de la isla, “un poquito de turismo aventura porque hay que cruzar arroyitos por troncos”; leer debajo de una casuarina, recorrer los arroyos en canoa o dormir una siestita con el acompasado sonido de las hojas son algunas de las opciones para descansar.

“De pronto sentí el río en mí/ corría en mí/ con sus orillas trémulas de señas/ con sus hondos reflejos apenas estrellados./ Corría el río en mí con sus ramajes./ Era yo un río en el anochecer/ y suspiraban en mí los árboles/ y el sendero y las hierbas se apagaban en mí./ Me atravesaba un río, me atravesaba un río”.

Por la noche, el fogón será el punto de encuentro: comida sana, conversación, canto y la atracción del chisporroteo hasta que el fresquito convida a dormir.

El nuevo día arranca temprano para saludar al sol y disfrutar de la bruma que envuelve el lugar.

Cuando la actividad haya terminado, la magia de la isla se habrá internado, en cada uno, hasta la orilla de la emoción y su eco surgirá cada vez que sea necesario el flujo continuo de la vida.

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