“En mis clases se pone el cuerpo”

Actriz, directora, dramaturga. Vanesa Weinberg dirige la Escuela de Teatro El Tigre. Coordina las clases de adultos y, especialmente, las de avanzados, generando una producción todos los años. Asegura que el humor le sale por los poros, que el teatro es un camino de ida y, siempre, se está a tiempo para empezar.

 

        Como muchos otros cultores del arte, hace ya 8 años, Vanesa Weinberg eligió Tigre para vivir, porque la Capital ya se le estaba haciendo muy ardua. “Nosotros alquilábamos una casita en la isla y las vueltas se hacían cada vez más traumáticas. Un día dijimos ‘no volvemos más’ y así fue, nos quedamos acá y fuimos felices… y comimos perdices”, dijo la actriz que tiene una relación aceitada con el humor, absurdo, irónico, inesperado, típico de los grupos que surgieron en el under porteño, allá por los 80.

        Venirse a vivir a Tigre fue fácil, sin embargo el trabajo seguía estando en la gran ciudad. Pero “como aquí también hay gente (uuh!…) con ganas de expresarse (oooh!!) me animé y preparé unos volantes… y vino mucha gente (guaaa)”, contó otra vez la actriz, con gestos, caritas y grandes sonrisas.

 

Siempre con humor

        Pionera con su Escuela de Teatro “El Tigre” (“fui muy original, pensé mucho!”), fue armando un espacio que crece año a año, con gente de aquí y de allá, porque ahora, los citadinos que quieren tomar clases con ella, tienen que venirse pa’ca. Tomá mate!

        La escuela recibe a niños desde los 10 años hasta adultos mayores. “Por suerte, la actuación no tiene edad. Mucha gente ‘grande’ llega y me dice que tuvo marido, hijos y que siempre fue postergando su deseo. Pero es esencial que prestemos atención al deseo para ser felices”.

        Con una experiencia en la docencia teatral desde hace años, Vanesa aseguró que “la gente que llega a estudiar teatro lo hace con una gran necesidad de expresarse, necesita salir del cotidiano, poder explorar otras posibilidades, correr el eje de la mirada que, de tan estructurada, puede ser muy pesada. Lo que propone el teatro es usar el cuerpo, la voz, la mirada, de otra manera; usar la imaginación. Todo esto es súpermovilizante, es un viaje de ida. Así fue mi experiencia personal”.

        Vanesa llegó a esa tierra de la imaginación siendo niña; terminado el secundario dijo “voy a ser actriz”. Empezó a estudiar y a los 18 años, se inició en el Parakultural con el grupo cómico Las Hermanas Nervio. Después se fue a Dinamarca a estudiar en el Odin Teatret con Eugenio Barba, el creador de la antropología teatral, “es un grupo muy exigente en el entrenamiento”. Desde muy joven empezó a producir y “eso”, aseguró, “es muy bueno, porque uno experimenta que puede generar cosas con poco dinero. El teatro tiene mucho de artesanal, con poco se puede generar mucho, lo más importante es el factor humano”.

        Declaró no militar en el teatro de las preguntas stanislavkianas, “lo mío es más teatro de la acción, del momento, con humor. En mis clases se pone el cuerpo”. Ese cuerpito que sólo se advierte cuando pica un mosquito, “ay!, tengo un cuerpo!”, por eso sus clases son muy movilizantes: “Me quedo para siempre o huyo”.

        Y como muchos alumnos “sobrevivieron” a sus clases, con los avanzados ya han hecho varias presentaciones: Bajo un manto de estrellas y El misterio del ramo de rosas, ambas obras de Manuel Puig, “soy fan de Puig”, nos dijo. En 2013, estrenaron Ecos del Tigre Hotel: “La escribí junto con Damian Dreisik, pero fue una dramaturgia compartida con los actores. La hicimos en el MAT, fue interesante y también emocionante. Tuvimos una escenografía increíble, una araña que ninguna producción va a llegar a comprar jamás! Por supuesto, tenemos ganas de seguir”. Seguramente, los tigrenses que se perdieron las pocas funciones del 2013 están esperando el reestreno.

        Como “el encuentro con el público es fundamental”, Vanesa está siempre atenta a la concreción de la experiencia teatral. “El estímulo para una obra puede venir de cualquier lado; el año pasado hicimos un trabajo a partir de pinturas, entonces, cuando se hizo La Noche de las Artes, fuimos a los talleres de los artistas plásticos, improvisamos a partir de los cuadros y, luego, nos fuimos a otro taller, también improvisando por las calles”.

        Obviamente, el género en el cual se mueve como pez en el agua, es el humor: “Me sale por los poros. Siento que es una mirada sobre el mundo, al cual no veo como una tragedia. En todo lo que hago hay humor, es lo que me sale naturalmente. Los dramas me ahogan, en cambio, el humor abre una ventana para respirar” y, por esa ventana, Vanesa invita a jugar, a quitarse las máscaras de la solemnidad y a encontrarse con la risa más visceral.

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