La intensa búsqueda de Ramiro Sacco

Poetizar con pinceles. Representante de la pintura contemporánea, el artista plástico sanfernandino va generando una obra cada vez más despojada de figura y más cargada de sugerencia poética. Busca que sus talleristas no sólo pinten, sino también piensen su obra. Su primera muestra del año será en Nueva York, en el mes de abril.

 

En un ambiente espacioso, cuyas cuatro paredes están ocupadas por cuadros en producción y otros ya terminados, otros en proceso de limpieza y libros y discos, todo en el preciso punto del orden que parece que en cualquier momento puede deslizarse hacia su opuesto, nos recibe Ramiro Sacco. Hace ya 10 años que tiene su estudio en una antigua casa de la calle Colón, en San Fernando; un lugar preservado del ruido que ofrece la vivificante frescura del verde y la veta inspiradora de un pasado casi mítico. En este espacio tan acogedor, conversamos de pintura contemporánea, de sus clases de pintura, de su propia obra y de las muestras que se vienen.

 

Con intencionalidad

“La obra contemporánea se volvió compleja, con un contenido poético y social”, definió Ramiro. Por supuesto, esta conceptualización se aplica a su propia obra y un ejemplo de ello es su pintura Cartonero, donde el bosquejo de una figura masculina – casi animalizada – va emergiendo de unas manchas para resolverse en algo que puede ser cabeza o máscara; cuerpo que se superpone a una caja-cuna-quizás carrito. ¿Dónde está lo poético? En esa atmósfera que lo contiene, que no lo deja caer, que permite que el espectador sueñe… cada uno sabrá en qué. Inmediatamente recordamos a Rómulo Macció: “El público es testigo y cómplice”.

Nuestro entrevistado destaca la intención como elemento básico de la obra contemporánea: “Intención sobre lo que se hace, por qué, para qué. Si no, es la expresión por la expresión misma”. Así fue, superficial y elitista, la tendencia desarrollada entre los 90 y el 2000, que dejaba afuera al que no entendía. Otro recuerdo, en este caso de Emil Cioran: “Entramos en una época de formas rotas, de creaciones al revés. Cualquiera podrá prosperar en ella”. “Pero me parece que está cambiando un poco, por ejemplo el público se anima a ir a muestras más actuales”, dijo Ramiro.

Entre los artistas que se distinguen por su contenido social y lenguaje contemporáneo, mencionó a Felipe Noé, D’Arienzo, Bedel, que “innovan y piensan lo contemporáneo desde el lenguaje pictórico”.

Interesado en pensar qué se hace, en su taller da bibliografía para poder observar en otros y también en la propia obra, la intencionalidad pictórica. “Si uno tiene un parámetro para pensar, van apareciendo en la conciencia cosas que antes no estaban, es decir que se hacían de manera intuitiva y, al reconocerlas, se puede volver sobre ellas con intención”.

El artista plástico rescata la posibilidad de conversar e ir construyendo conocimiento, como lo hacían los antiguos maestros: “Descubrir lo filosófico, lo poético, lo antropológico que hay en cada obra. Es como la reflexión sobre forma y contenido. Actualmente es importante este equilibrio”.

 

Hacer y pensar

Su taller de pintura está integrado por una franja etaria amplia, entre 25 y 60 años.

¿Todos tienen intención de profundizar? – “Sí, algunos estudian en el IUNA, otros vienen de otros talleres. Son búsquedas pictóricas intensas, muy interesantes. También está aquel que viene porque algo le quedó pendiente, no como un hoby, sino por una búsqueda pictórica y con conciencia pictórica”.

¿Cómo definirías eso? – “Conciencia pictórica sería meterse con el abecedario pictórico y todo lo que enmarca el lenguaje pictórico. Ese lenguaje que sale del autor y que él debe saber leer, transformar, expandir”.

¿Trabajan con alguna técnica especial? – “Hay talleristas que ya tienen su técnica, por ejemplo pintura asfáltica; otros utilizan óleo, hacen ensambles. Además se van influyendo entre ellos, que no es copiar, es como un disparador para probar otras cosas”.

En cuanto a técnica, durante el 2015, Ramiro dictó un seminario de encáustica. “Es una técnica egipcia, anterior al óleo. Su base es la cera de abeja con pigmentos y también puede utilizarse tierra, aserrín, cenizas. Es económica y ecológica”. Promete para este año reiterarla, ya que cada vez hay más interés sobre esta técnica milenaria.

¿Cómo pensás tus clases? – “Se puede armar un modelo como punto de partida, ahí algunos arrancan con eso y otros siguen con lo suyo. Pero fundamentalmente es un trabajo muy particularizado, no es un taller con pautas generales para todos, cada uno tiene su búsqueda y cierta forma de ver la pintura”.

A veces van juntos a muestras o les recomienda alguna imperdible. Asimismo, sus alumnos hicieron su propia muestra. “Es parte de la propuesta. Ellos hacen algo con una intención y, cuando eso es visto, se cierra el círculo. Durante la muestra, los talleristas tienen que hablar sobre lo que han hecho y esto también es un aprendizaje. Además se escucha lo que dicen los asistentes, se aprende a colgar, a respetar los espacios, enriqueciéndose entre ellos”. Las talleristas que expusieron son Cecilia Cambieri, Moira Montes de Oca, Analía Macretti, Flavia Martín y Bahía Silveyra. “Quedé sorprendido por el compromiso y los logros”, manifestó Ramiro.

Con esta experiencia capitalizada, el 7 de enero arrancaron nuevamente. “La cabeza de enero está más despojada, porque no se va a estudiar o se trabaja menos. Se puede hacer pintura en el exterior, aprovechando la luz”. Y como dicen los teóricos, la luz revelará lo que está en potencia, entre tinieblas.

Sed de pintar

“Este fue un año que me propuse pintar y no exponer tanto y salió casi al revés”, comentó Ramiro, quien, efectivamente, salió seleccionado para el 104 Salón Nacional de Artes Visuales; para el IV Salón Nacional de Pintura de Santa Fe; obtuvo el 1° premio de pintura de Fundación Vittal; se presentó con muestra individual en el HCD de San Isidro y en muestra colectiva en la galería Ambos Mundos, de Martínez.

“Siempre tengo mucha sed de seguir explorando. Ahora estoy en un proceso de superponer imágenes, como pasa en la calle. Pero también me gusta mantener cierta limpieza, el espacio que contiene”. Es decir que en su obra hay oxígeno para pensar, no como en la publicidad callejera que ocupa “todo el espacio y todo el sentido”.

Paralelamente, está preparando una obra para una muestra sobre Julio Cortázar que se realizará en Nueva York en el Centro Cultural Clemente Soto Vélez, entre el 11 y el 25 de abril. “La propuesta surgió de Rebeca Mendoza, una artista plástica que nos convocó para trabajar sobre un video (Subjetividad del Tiempo) donde Cortázar habla sobre la superposición de carteles y el paso del tiempo”. Fueron convocados 10 artistas que viven en Buenos Aires y 4 argentinos que viven en Estados Unidos. La muestra se completaría con su paso por Bruselas, París y, finalmente, Buenos Aires.

Asimismo está participando del proyecto gestionado por la galería Ambos Mundos para llevar una muestra colectiva, en este caso de cerámica, al Uruguay.

Entre todas esas exposiciones, seguirá dictando sus clases de pintura y, por supuesto, produciendo obra, quizás abriendo las ventanas de su estudio, quizás a la luz de una lámpara, inspirado por el murmullo cósmico o por la sombra de la memoria.

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