La película que resalta tradiciones de la comunidad italiana

Ópera prima de Alan Bodorovsky. Presentada a fines de 2016 en la Sociedad Italiana de Tigre, Maltempo es un corto contundente, que presenta al espectador una narrativa clara entrelazada a un académico lenguaje cinematográfico. El papel principal está a cargo de Edgardo Marchiori. Ganó en el Festival Internacional de la Cuenca del Salado y llegó a Polonia, al Wegiel Film Festival.

 

A veces, para ganar, hay que saber perder. Así lo propone el cortometraje Maltempo, de Alan Bodorovsky, un vecino de zona norte que, a fines del 2016, mostró su obra en la Sociedad Italiana de Tigre. Ahora el corto está transitando por festivales, pero, cuando esa etapa concluya, lo podremos ver otra vez, no sólo para disfrutar, sino también para analizar una obra que presenta valores poco habituales en las pantallas actuales.

“Pablo Vilas, el guionista, buscó apellidos italianos y salió éste. Por lo que veníamos hablando sobre la historia, nos pareció adecuado que los muchachos se llamaran Maltempo. Cuando se terminó de escribir el guión, nos dimos cuenta de que este apellido representaba los valores y contratiempos que tuvieron que afrontar. Por más que remita a algo negativo, es su orgullo por lo cual siguieron adelante. Entonces dijimos: cierra”, contó Alan.

Maltempo le cierra a los jóvenes italianos, a la historia y también al rodaje real, porque esta ópera prima fue hecha a pulmón; todos los jóvenes que trabajaron en ella le pusieron el pecho a los obstáculos y, al mal tiempo, buena cara! O, mejor aún, buena cámara!

 

Buena cámara

Vínculos familiares fuertes, saber retroceder en el momento preciso, respetar las tradiciones, son algunos de los valores que Alan quería destacar de la colectividad italiana.

“Paolo (Edgardo Marchiori), si su familia está en riesgo, puede ser muy violento, pero él trata de enseñarle a su hermano menor que la violencia es absurda, que los objetos van y vienen, pero la integridad moral, no; hay que conservarla y hacerla crecer. Entonces le enseña a agachar la cabeza para ahorrar un problema”.

Paolo acepta la competencia y decide, finalmente, perder. Con esa decisión, ganan los dos bandos porque el francés se aleja del lugar ruin del competidor para elevarse en un acto de caballerosidad. Para aquellos que educan para un mundo competitivo, esta película es un llamado de atención: la competencia ubica a todos en una zona de mezquindad.

Maltempo es una película emocionante, de gran expresividad visual, diferente a lo que suele verse en las pantallas, no sólo por los valores que expone, sino también por su narrativa clásica. “Sabemos que nuestro corto no va a tener éxito en los festivales porque actualmente gusta algo más abstracto; sonidos, colores, palabras, miradas que no pueden relacionarse con la vida que vivimos todos los días. Nosotros no apostamos a eso, sino a contar una historia que cierre de principio a fin y, si bien no pensábamos en un mensaje, terminó teniéndolo”, comentó Alan que también aseguró que tampoco les interesa tener suerte en los festivales.

Mientras los festivaleros premian películas que sólo les gustan a ellos, quienes nos sentamos en las butacas festejamos que haya personas como Alan Borodovsky y Pablo Vilas que narran de manera tal que puede ser entendida por todos los mortales y, al mismo tiempo, ponen en juego una gran expresividad visual: los colores de las bolas de billar se balancean con el sepia que reina en el bar, incluidos los personajes; el detalle de las manos sucias del hombre que corta el queso, resume una vida de trabajo, la propia, la de todos los presentes y, también, la de los ausentes.

Un bar y un paisaje rural son los espacios donde ocurren los hechos. “Con Tomás Vega, el sonidista, recorrimos desde Buenos Aires hasta Tandil, haciendo una viborita. Entramos a todos los caminos de tierra y tocamos todas las puertas buscando una locación. Unos amigos me habían hablado de un lugar cercano a Rauch, un caserío que se llama Egaña, donde actualmente viven unas 15 personas. Ahí hay un bar que fue el almacén de ramos generales, es un galpón enorme, pero vacío. Nosotros lo acondicionamos y eso sí que fue maratónico”.

Los habitantes de Egaña y algunos de Rauch participaron en el corto, por eso donde primera se mostró fue en el Festival Internacional de Cortos de la Cuenca del Salado, que se desarrolla en Ayacucho y Rauch. “Nos pareció muy bien que el primer lugar fuese Rauch. Allí ganó en la categoría de mejor corto rauchense”.

El corto fue enviado a más de 30 festivales, quedando hasta ahora seleccionado para Wegiel Film Festival, en Polonia, y para el Festival de Cine de Chascomús.

El primer corto de Alan Bodorovsky es resultado de un impulso colectivo que ya rindió frutos: la emoción y el aplauso de los espectadores, lo demás es yapa.

 

Foto: Edgardo Marchiori en una secuencia de Maltempo

Deja una respuesta