Los 3 berretines

Lumiton produjo la segunda película sonora argentina. Con Luis Sandrini y Luis Arata, el film dirigido por Telémaco Susini fue un éxito de público y de recaudación. Da cuenta de las nuevas pasiones de la población urbana. Se puede ver en cine.ar

La segunda película sonora argentina, Los 3 berretines, se estrenó el 16 de mayo de 1933, fue producida por estudios Lumiton y su director fue Enrique Telémaco Susini, seguramente más recordado por ser uno de los Locos de la Azotea, quienes hicieron la primera transmisión de radio del mundo.

Los 3 berretines se montó sobre el éxito que ya había tenido la obra teatral del mismo nombre y, asimismo, sobre la popularidad de Luis Sandrini que interpretó en el cine el mismo papel que en el teatro: hijo menor de un inmigrante, Eusebio es un muchacho un poco tonto que quiere triunfar como autor de tangos, pero no sabe música ni tiene capacidad para escribir poesía. Y, sin lugar a dudas, también usufructuó el interés que tenía el público porteño por ver cine, ya demostrado en el éxito de la primera película sonora, estrenada dos semanas antes.

A partir de aquel momento, la industria cinematográfica argentina ganaría el mercado hispanoablante.

Cada uno con su berretín

Los berretines son el fútbol, el tango y el cine mismo que ya se había instalado en el gusto femenino (al menos así lo muestra la película).

Contrariamente a Tango!, esta segunda filmación se inicia con imágenes del centro porteño con filas de autos y elegantes paseos, con acompañamiento de música de jazz, hasta desembocar en una ferretería de barrio atendida por un inmigrante pulcramente vestido: Manuel Sequeira. Interpretado por Luis Arata, Manuel padece los berretines de su familia que dos clientas le recuerdan cuando van a comprar un calentador que debe ser como el que vieron en el cine.

La historia se inicia el día de cumpleaños de Manuel, del cual sólo se acordó el hijo mayor, Eduardo, que no está atrapado por ningún berretín. El joven arquitecto manifiesta la ilusión de construir una casa para su padre, aspiración difícil en una época de crisis económica.

El tercer hijo, Lorenzo, se está iniciando como jugador de fútbol. Interpretado por Miguel Ángel Lauri -en la vida real un famoso jugador- Lorenzo será echado del hogar por su padre, recordando esta escena la afamada obra Mateo, de Armando Discépolo. Pocas son las apariciones de Lauri, que seguramente fue mejor jugador que actor.

La película es argumentalmente muy sencilla, pero tuvo un gran éxito: el presupuesto fue de $18.000 y su recaudación llegó al millón. Estimamos que no sólo atrajo al público por lo que muestra, sino fundamentalmente por lo que deja entrever: el fastidio de las mujeres de los sectores medios confinadas a las tareas hogareñas; el desempleo que no sólo angustia a los más hambrientos, sino también a los jóvenes profesionales; la ilusión de un ascenso económico para quienes ejercen actividades, como el deporte o el arte, poco legitimadas hasta ese momento.

Como el tango no podía faltar, en la película se escuchan Ventanita florida y Araca la cana y aparece un joven Aníbal Troilo Pichuco. Sin embargo, en esta película nuestra música nacional no es el leitmovit, por eso el cuadro danzante que se destaca es de música “culta”, haciendo un guiño al supuesto público potencial, cuyas aspiraciones económicas lo hacen inclinarse culturalmente hacia manifestaciones distintas a las populares.

Los 3 berretines se estrenó a sala llena en el cine Astros, en Corrientes al 900, y rápidamente pasó a los barrios porteños, donde encontró igual acogida.

Por Mónica Carinchi

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