Música simple con un mensaje esencial

La Merluza está servida. En una charla colmada de anécdotas, risas y largas acotaciones, Alejandro Pesaresi habló de los inicios de La Merluza, de su gusto por el folclore y sus viajes militantes con una guitarra a cuestas.

 

Con un show que hizo galopar a los espectadores sobre un fuego sagrado, La Merluza está servida festejó sus 20 años en el Teatro Martinelli. Faltaron algunos amigos del barrio que ya no podrán estar en primera fila disfrutando los coros de Flor y Esperanza, pero acompañaron muchos más que, al igual que los integrantes de La Merluza, buscaron por otros caminos lo que siempre les faltó.

En este caso, la búsqueda pasó por la música, por eso Alejandro Pesaresi – alma mater de La Merluza – puede decir “el que se hizo músico, zafó”.

Ahora bien, al arte de combinar los sonidos hay que ponerle cuerpo, consistencia, mensaje y para esto hay otra frase de Alejandro: “Yo soy un negro, pero no puedo evitar pensar”.

Con sus canciones, “simples, sol, re, do, nada de un si bemol raro”, los jóvenes de zona norte empezaron a corear “vamo, vamo, La Merluza”, porque encontraron temas con los cuales se identificaron. “La Merluza tiene el sentido de pertenencia de nuestros barrios y siempre tiene un mensaje. Yo no hablo de rock nacional, a mí me vendieron humo y yo compré. Soy víctima de eso. Cada vez que empezamos a tocar decimos ‘esto que vamos a hacer es un tributo a la música extranjera’. La gente se queda un poco dura, pero le decimos la verdad. No falta el boludo que dice ‘la música es universal’, entonces yo le pregunto quién es el músico hondureño más famoso de este momento y no sabe, pero sabe quiénes son los yanquis porque los pasan todo el día por la radio, entonces después los traen y llenan los estadios”.

Un verso de Alejandro para ese boludo: En sus venas hay alcohol / en las mías, libertad.

Con declaraciones tan osadas como: “Las limitaciones para componer me empezaron a rendir frutos, soy como el Martín Palermo de la música, porque ése no sabía jugar al fútbol y estuvo 10 años en Boca”, Alejandro se muestra tal cual es, un tipo desenfadado, honesto y vital. Le gusta enseñar música a los niños y, por supuesto, en media hora salen tocando.

Sus ganas de hacer y ese contrato permanente que tiene con la vida le han permitido recorrer los escenarios de todo el país, en consecuencia, con propiedad, puede asegurar: “A los directores de cultura no los vota nadie, los pone un intendente que no sabe nada de música, ni de literatura ni de arte en general, sólo busca un apellido ilustre, aunque no esté capacitado. Así nunca vamos a estar bien”.

Aún así, como el público sabe lo que es auténtico, La Merluza ya tiene su lugar en el corazón de los roqueros; y si vos no los conocés, buscalos; si ya los seguís, difundilos y si querés compartir tus vivencias, date una vuelta por Facebook / La Merluza Está Servida.

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